miércoles, 25 de febrero de 2015

Los eurofighter españoles debutan en la Guerra Fría del siglo XXI

MISIÓN EN ESTONIA DE LA FUERZA AÉREA
La OTAN enseña músculo en el norte de Europa. Coincidiendo con la firma de un alto el fuego no cumplido en Ucrania, con una cumbre de la UE sobre Defensa, con acusaciones del Reino Unido a Putin de querer incendiar el Báltico, Estrella Digital ha visitado al destacamento militar español que opera cuatro cazas Eurofighter desde una base de Estonia, a 4.200 kilómetros de su casa habitual en Morón

Carlos Penedo. Enviado especial en Estonia.
Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
Eurofighter españoles desplegados en Estonia. | MDE
Doce años después de que Rosa de España intentara conquistar Tallín, la ganadora de Operación Triunfo que acabó en un discreto séptimo puesto del Festival de Eurovisión, nuestro país vuelve a Estonia con cuatro cazas de combate como pieza esencial de la respuesta de la OTAN a la crisis con Rusia. Es la primera participación de los Eurofighter en una operación de las Fuerzas Armadas en el exterior. Aquí los protagonistas, no todos personas.

Rasmussen-Stoltenberg. Los dos últimos secretarios generales de la Alianza, danés y noruego, han puesto la cara a la expansión. La OTAN ha multiplicado por cuatro los medios para vigilar el espacio aéreo del norte de Europa fronterizo con Rusia. En 2004 ingresaron en la Alianza siete países de la Europa oriental y la OTAN alcanzó por este extremo noreste del continente la vecindad con Rusia. Como los países bálticos no cuentan con fuerza aérea ni presupuesto de defensa para construirla, un sistema rotatorio se mantuvo durante una década en el que España entró en 2006, con cuatro Mirage y base en Lituania que realizaron en cuatro meses 200 horas de vuelo. El despliegue de 2015 va camino de duplicar esa cifra, y además la OTAN ha situado nuevos escuadrones en Polonia y Lituania, en total 16 aviones de combate.

Estonia. Con 1,3 millones de habitantes, en el extremo noreste de la Unión Europea, limitando con Rusia y Letonia; a 80 kilómetros por el agua del Mar Báltico de Helsinki (Finlandia).
Estonia estuvo ocupada por la Unión Soviética durante décadas (entre 1941 y 1991), “aunque creemos estar más influídos por los gustos y tradiciones nórdicas: somos una versión suave de Escandinavia”, dicen de sí mismos. La cuarta parte de la población habla y tiene origen ruso. La mitad del país es pantanoso. En febrero está cubierto de nieve y los charcos congelados. En los restaurantes de la capital, Tallín (400.000 habitantes), se encuentran platos con carne de oso como ingrediente principal.

Teniente coronel Enrique Fernández Ambel, jefe del destacamento. "Respecto a la misión (entre 1 de enero y 4 de mayo), está enmarcada en las medidas que tomó la OTAN de refuerzo a la policía aérea en el Báltico, viene desarrollándose desde 2004, aunque desde que estalló la crisis de Ucrania la OTAN ha reforzado la operación". Lo que era solo una presencia casi testimonial en Lituania hoy se ha duplicado en ese país (cuatro cazas italianos y otros cuatro polacos), se ha añadido Polonia (cuatro F-16 belgas), más los cuatro españoles en Estonia, cuatro naciones en tres países.
El área de cobertura de los aviones españoles abarca una zona de unos 80.000 kilómetros cuadrados (superficie equivalente a Castilla-La Mancha), desde las aguas internacionales del Báltico (no más al norte) hacia el sur y se llega hasta Polonia.
Hangares de época soviética en la base hoy de la OTAN
en Estonia. | PND
El área más vigilada es un estrecho pasillo de poco más de 1.000 kilómetros de largo entre San Petersburgo y Kaliningrado, enclave ruso de un millón de habitantes sin conexión territorial con el resto del país, base de la flota rusa del Báltico, fronterizo con Polonia y Letonia.
El destacamento lo forman cuatro Eurofighter de la base de Morón, Ala 11. El personal lo integran aproximadamente 115 personas que componen una mini base con todos sus apoyos a escala, ocho pilotos, mantenimiento, apoyo, doctores, personal contra incendios y una serie de controladores.
La presencia de aviones rusos en el espacio aéreo de las aguas internacionales del Báltico escapa normalmente al radar civil de los países de la zona porque muchas veces apagan sus transpondedores y otras no informan de su plan de vuelo. Los radares militares, por su parte, los detectan sólo como una "traza" que impide saber qué tipo de aparato está cruzando el mar. Es en ese momento cuando comienza la misión de los pilotos españoles y sus Eurofighter.

Base de Amari. Por las mismas pistas congeladas de la base estonia de Amari por la que rodaban los cazas soviéticos Sukhoi hasta 1991 hoy lo hacen los aviones españoles de la OTAN. Aún se pueden ver en los laterales de las pistas los hangares de hormigón donde aparcaban los cazas de la URSS.
A una hora de carretera de la capital Tallín, la base fue completamente renovada a mediados de 2014, trabajos directamente relacionados con la respuesta de la Alianza a la crisis de Ucrania.
En síntesis, cazas españoles vigilan las posibles violaciones del espacio aéreo OTAN por aviones rusos desde una antigua base militar de la URSS.

Capitán Tomás Ramos, piloto. "Nosotros nos acercamos al avión, para identificar qué tipo de aeronave es. Si está cumpliendo con su plan de vuelo, nos encargamos de identificar el avión y transmitirlo a tierra".
Como explica el piloto, que transmite la tranquilidad del conductor de una excavadora, el cometido de los aviones del Ejército del Aire es "identificar" la "traza" que detectan los radares militares, verificar que sus intenciones no son ofensivas y después hacerle saber que se encuentra cerca del espacio de soberanía de la OTAN y que no debe infringirlo.
El aparato a los mandos del capitán Ramos alcanza una velocidad de Mach 2, dos veces la del sonido, equivalente a 2.450 kilómetros por hora.
En un máximo de 30 minutos, dos cazas tienen que estar en el aire para mostrar su presencia a la aeronave rusa, máximo que normalmente se rebaja a la mitad. En la mayoría de los casos, se trata de un mero acompañamiento y, en caso de que la OTAN dé instrucciones, establecer algún tipo de comunicación a través de señales visuales establecidas en los códigos internacionales. Nunca hay contacto por radio (se hace, en su caso, desde tierra).
El contingente español alterna una semana fría, en la que también patrullan y ensayan tiempos de reacción, con otra semana "caliente", de alerta máxima, durmiendo al borde de la pista y con patrullas armadas con hasta ocho misiles por aparato que por precaución el responsable del destacamento pide no fotografiar ("la inteligencia no se regala").
Se realizan cuatro salidas diarias. El balance del primer mes y medio ha sido la interceptación de media docena de aviones no identificados, ninguno de combate, suelen ser aviones de carga o de guerra electrónica. "Ha habido pocas, la actividad rusa no ha sido importante, bastante poco", reconoce el piloto, "nosotros estamos para evitar que haya nada".

Teniente Marcial Amor, mantenimiento. Del centenar de militares del contingente, 70 son de mantenimiento. Los militares españoles en Estonia han vivido 15 grados bajo cero. Curiosamente el frío báltico sienta bien a la aviónica y los sistemas tecnológico del Eurofighter, incluso mejor que el calor andaluz. Otra cosa es el palmo de nieve con el que a menudo se cubre el paisaje y toda la base.
"Los estonios son los encargados de dar ese soporte, de mantener las condiciones de pista transitable, personal estonio está constantemente manteniendo la pista", comenta el teniente.
Cada una de las patrullas de un Eurofighter consume 5.000 kilos de combustible. Los aparatos desplegados en Estonia son de los más modernos que tiene la Fuerza Aérea española.
Tanto los mandos como el piloto y el responsable de mantenimiento trasladan su satisfacción por el comportamiento del Eurofighter, que se estrena en Estonia en su primera salida en una operación real de las Fuerzas Armadas.
Rosa López, tercera por la derecha, en Tallín.

La profesionalidad de los militares en su labor no oculta el trasfondo político de su despliegue.
Se dice que las operaciones militares de paz permiten ganar tiempo para que la política resuelva los problemas. Este caso de Estonia es muy distinto, el refuerzo de la presencia militar de la OTAN en el este de Europa muestra el fracaso de la política, de la construcción de relaciones con Rusia desde la desintegración de la URSS.
El músculo militar es hoy un argumento político y parece camino de ocupar todo el espacio y convertirse en la única tecla del piano.

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