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martes, 15 de octubre de 2019

Especies exóticas invasoras

El Ayuntamiento de Madrid anuncia que ha decidido gastar cien mil euros para reducir la población de cotorras argentinas, por lo visto la penúltima especie invasora caracterizada ésta por construir grandes nidos potencialmente peligrosos (el argumento sería aplicable a las cigüeñas, que además no son residentes permanentes, nos utilizan como Mónaco los deportistas de élite), son animales ruidosos las cotorras y, lo peor, desplazan a avifauna autóctona como los gorriones y las palomas; el presupuesto tocará como a seis euros por cotorra eliminada.
Sorprende el presupuesto, lo costoso de eliminarlas, las prioridades políticas del nuevo equipo gobernante en el Ayuntamiento de Madrid, sorprende hasta el adjetivo exótico: "extranjero o procedente de un país o lugar lejanos y percibidos como muy distintos del propio"; "extraño, chocante, extravagante"; en México, bailarina exótica es bailarina de cabaré, signifique lo que signifique hoy cabaré en cualquier lugar.
En realidad especies invasoras hay muchas si no lo son todas.
Habría que distinguir entre este caso y la hipotética proliferación de caimanes en el estanque del Retiro de Madrid, los mejillones cebra del delta del Ebro (producir un kilo de arroz autóctono dicen que requiere 1.500 litros de agua), algún caracol manzana... No es saludable tener anfibios gigantescos carnívoros en los parques ni la naturaleza ofrece muchos casos de animales fluorescentes.
Hay especies peligrosas que hay que evitar, pero invasores los tenemos todos en el árbol familiar. Sin ir más lejos, el Ayuntamiento de Washington se acaba de sumar a más de 130 ciudades y ocho Estados de EE.UU. que han cambiado el Día de Colón arguyendo que el conquistador “esclavizó y masacró" a miles de pueblos indígenas; cabe aclarar que por aquellas tierras del distrito de Columbia a Colón lo consideran italiano, no sabemos si exótico italiano.
Por otra parte, nadie relaciona las 20.000 cotorras argentinas que se calcula vuelan y gritan por nuestro país (la mitad en Madrid) con el acusado descenso de la población de gorriones, que ha caído de 165 a 155 millones en las últimas décadas siguiendo una tendencia observada en toda Europa y aún sin explicación.
En tiempos de globalización y mestizaje nos preocupa el origen del pájaro silvestre y giramos la cabeza hacia el gorrión nacional al que no hacíamos caso en el último medio siglo ni como tapa en su versión de pájaro frito.
La sandía procede hasta en el nombre de la región paquistaní del Sind, la patata y el tomate de la orilla americana del Atlántico, y aquí se podría seguir con listados cursis que circulaban hace años, estilo que mi actual vehículo es de una marca sueca propiedad de una empresa china y el anterior fue fabricado en Bélgica de una marca española perteneciente a una multinacional alemana.
Nos tranquilizamos vistiendo de nazareno a nuestro hijo de cinco años en la Semana Santa del pueblo mientras nos llega por televisión el último tifón que arrasa Tokio o contemplamos aterrorizados la serie de asesinatos de niños y mujeres jóvenes que pueblan las mañanas televisivas.
Amigas cotorras, todos somos invasores.
El mérito o la desgracia de estos pájaros es que no se han congelado en invierno a pesar de su origen tropical, al parecer porque son silvestres, no criados en cautividad, y se han adaptado con mayor genio que el nacido en jaula.
Desde aquí un consejo: aguantad cinco años de fríos y nadie se acordará de vuestro origen extranjero.
Con un poco de suerte y si continúan los inviernos suaves, las cotorras es muy posible que sobrevivan incluso a especies bien españolas que ocupan el Ayuntamiento de Madrid.
Entretanto el interesado puede comprometerse, porque la medida anunciada no ha gustado a todo el mundo.
El partido animalista PACMA, la primera formación extraparlamentaria -es decir, el partido con más votos que no consiguió diputados el pasado mes de abril-, ha puesto en marcha una campaña política sobre el asunto, "Las cotorras de Madrid condenadas a muerte ¡Firma para salvarlas!", y dicen: "El Ayuntamiento de Madrid y el delegado de Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, pretenden exterminar a casi 12.000 cotorras argentinas que habitan en la ciudad gaseándolas con un químico tóxico y mortal, provocándoles una muerte agónica y dolorosa. FIRMA AHORA para que paralicen este cruel exterminio de miles de cotorras. ¡Basta de matanzas!" (las mayúsculas son del PACMA).
Aclaran algo más el tema: "Matar aves por medio de gas no es un método de sacrificio ético: es doloroso y estresante, la pérdida de conocimiento nunca es instantánea, y provoca reacciones desesperadas de huida, aleteos, vocalizaciones, intentos desesperados por huir. Algunas aves siguen aleteando incluso cuando aparentemente han perdido la consciencia y otras sobreviven al gaseado, lo que implica tener que matarlas después aumentando el tiempo de agonía".
Acabo de firmar, ya somos 11.935 personas, casi tantos como cotorras.
Donde hay una polémica hay también una oportunidad.

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sábado, 13 de octubre de 2018

Desfile descolorido

Los desfiles son vistosos, mucho, no es que haya que ir a buscarlos, pero si te encuentras con uno o te invitan y acabas allí hay que reconocer su atractivo.
Transmiten apariencia de orden, de unidad de acción, la uniformidad de los uniformes, el tremendo trabajo que tienen detrás; el orden es el caos organizado con la práctica de horas, días, meses; más de 4.000 personas desfilaron este 12 de octubre por la Castellana de Madrid, mucha gente y mucho trabajo detrás que debemos respetar.
Los desfiles militares se inventaron para rendir pleitesía y dar miedo al vecino, aunque en este último nuestro no participaron carros de combate y el mal tiempo impidió el vuelo de cazas, lo que le quitó agresividad.
Desfilaron militares, policías, sí, pero también animales, muchos caballos, bastantes motos, una cabra, e incluso dos princesas, los niños hasta los 12 ó 13 años tienen más parte animal que humana y suavizan mucho un desfile militar. Los vehículos de limpieza detrás de los caballos haciendo ochos en el asfalto dibujaban una coreografía muy vistosa.
Hasta uno de los militares de los Regulares de Ceuta tiraba al aire un bastón de forma espectacular, como una majorette, desconocemos la utilidad bélica del movimiento pero se agradece.
No comparto por tanto la opinión de quienes como Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno, decía sobre la celebración del 12 de octubre "qué coñazo de desfile". A pesar de su comentario despectivo, de la reducción durante su mandato del 10% de las plantillas militares, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, del recorte sustancial del presupuesto en seguridad, de castigar las condiciones laborales de empleados públicos uniformados, pues nadie le chistó durante siete años en la Castellana de octubre, como debe ser.
Hay algunas geografías más aficionadas a los desfiles que otras, uno imagina a los irlandeses todo el día desfilando y tiñendo de verde lo que les rodea, por el País Vasco abundan también los desfiles de hombres.
Otro asunto distinto es que en la celebración de la Fiesta Nacional, así se llama, nada de Hispanidad, Raza y otros asuntos del pasado -aquí alguna explicación-, no se nos ocurra otra cosa que bandera, monarquía más desfile militar.
Los tiempos parecen estar pidiendo algo distinto, aún reconociendo la experiencia de la Iglesia católica y la milicia para afinar el protocolo, dos milenos al menos de práctica; reconociendo el oficio de la Corona, los reyes acaban con las manos moradas de tanto saludar al millar de invitados en palacio después del desfile, nos informa TVE con un detalle que no sé si merecemos saber (el escritor Manuel Vilas tiene una descripción estremecedora de una situación de este tipo).
En tiempos de ZP se montó una batucada con Carlihnos Brown en el mismo escenario por la tarde, aunque se sospecha que no asistió el mismo público que por la mañana. Se abandonó la idea.
En este primer desfile del 12 de octubre de Pedro Sánchez se han incorporado vehículos de Protección Civil como innovación, tímidos avances en cualquier caso que necesitarían doscientos años para cambiar el panorama.
Desde el siglo XIX han evolucionado las celebraciones. Sin ir más lejos, en la crónica de tribunales descubrimos que la clase dirigente celebra hoy las comuniones con cañones de confeti y felinos con forma de coche en el garaje, se han modernizado.
Viejos o nuevos, los desfiles son una representación teatral que merecen respeto, salvo que no sean incluyentes.
La bandera y el himno y conceptos abstractos como la nación representan a todos los españoles, de cualquier ideología y hasta a los no aficionados a los símbolos y las abstracciones, y las Fuerzas Armadas son un instrumento del Estado, obedecen al Gobierno, que si les ordena ir a Irak, van, si les ordena volver, vuelven, si les ordena regresar, allá regresan, pero nada de garantes ni de las esencias ni de valores eternos, eso es tan del siglo XIX como los malos desfiles.
La comunidad política llamada España decide financiar un instrumento de emergencia llamado Fuerzas Armadas y lo pone a desfilar en grandes ocasiones con la idea de que nos representan a todos.
La bandera y las FAS son comunes a quienes lloran a su paso y a quienes sienten su país y lloran sinceramente con la subida del Salario Mínimo Interprofesional o cuando el Fondo de Garantía Salarial abona a los dos años los salarios que un empresario pirata de la comunicación se negó a abonar a un periodista novato.
La actualidad ha derivado en que se encuentran más banderas españolas en un mitin político que el 12 de octubre en la Castellana, se celebran mítines donde no se ve el escenario de tanta bandera, y ahora con la competencia PP-Cs-Vox es todo una sopa rojigualda.
Nada en contra, el único inconveniente de todo esto es que los símbolos hay que cuidarlos.
Por poner un ejemplo, la avalancha de banderas de España que surgieron en otoño de 2017 como reacción al amago secesionista en Cataluña, que pueblan fachadas desde entonces, se han convertido un año después en trozos de tela amarillenta, banderas pardas en los balcones, la España de los balcones pardos, que diría Pablo Casado.
Otro caso similar ha ocurrido este mismo 12 de octubre, los pantalones de los legionarios desfilando por la Castellana, no había dos verdes iguales, estas cosas hay que cuidarlas.
Una bandera o un desfile descolorido equivalen a la nación descolorida, a la identidad descolorida.
El grito de "okupa" al presidente del Gobierno el día de la Fiesta Nacional suena estridente, intempestivo, grosero, aún más si el público alrededor no reprende al chillón, y sobre todo rompe la magia de la representación. Desde ese momento uno ya no se cree que el cartón azul con picos que mueven por los extremos sean las olas del mar.

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martes, 19 de diciembre de 2017

Españoles por elección

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Foto de El País, 18-9-2017, que ilustra reportaje
sobre españoles de origen extranjero.
En tiempos de competencia por el tamaño de la bandera, de sacralizar la nación, la identidad y el sentimiento, nos podemos plantear algunas preguntas.
¿Qué es ser español en 2017? ¿Cómo recuperar nuestro mejor pasado? ¿Qué deberíamos hacer porque lo que vemos no nos gusta? ¿Cómo imitar a otras nacionalidades con mayor renta por cabeza y un mástil con bandera en el jardín?
Pues nada de esto se encontrará en esta columna, ofrezco sociología, estadística, si no conocemos el escenario los comentarios serán siempre construcciones en el aire.
Pongamos frente a frente nuestros prejuicios y emociones contra el Instituto Nacional de Estadística.
El INE nos cuenta en una de sus últimas notas que 151.000 residentes extranjeros en España adquirieron la nacionalidad española en 2016.
La adquisición no ha sido pagando, sino por tiempo de residencia, que la normativa establece en diez años de forma legal, continuada e inmediatamente anterior a la petición, como criterio general, que se reduce a dos años en el caso de los nacionales de países iberoamericanos (incluye Brasil), Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Portugal o personas de origen sefardí.
La nacionalidad de origen más frecuente entre las personas que consiguieron la nacionalidad española en 2016 fue la de Marruecos (37.000), seguida de una decena de países sudamericanos como Bolivia, Ecuador y Colombia (15.000 cada uno) y luego con cifras menores República Dominicana, Perú, Cuba, Argentina, Brasil y Paraguay.
Resulta curioso que 26.500 de la cifra total nacieron en España, en su inmensa mayoría niños menores de diez años.
Como apunte breve, nacer en España de padres extranjeros no otorga la nacionalidad en automático, hay que esperar al menos un año para hacer los papeles (en otros países allí donde apareces al mundo te dan el pasaporte).
Como es lógico, con el DNI en la mano, todos los anteriores desaparecen de las estadísticas de extranjeros, que a fecha de hoy son 4,5 millones, el 10% de la población, peso a la baja, aunque subirá en breve. Marruecos, Rumanía, Reino Unido, China e Italia encabezan las mayores comunidades extranjeras en España, donde se observa que los países iberoamericanos han desparecido de los primeros puestos.
Volviendo a los nacionalizados, ¿qué conclusiones podemos sacar?
Pues que estos compatriotas decidieron en su día venir a España probablemente buscando trabajo, han residido uno o dos lustros entre nosotros y han solicitado la nacionalidad voluntariamente, podrían haberse quedado con la de origen porque tienen su situación regularizada, en caso contrario no aparecerían en los censos. Es decir, que suman permanencia prolongada en el país y, más importante, la voluntad de ser españoles.
Podríamos afirmar que son españoles por elección, no por nacimiento.
Otra deducción de las cifras es que el apellido e incluso la religión ya no son en España indicadores automáticos de nacionalidad.
El asunto es oportuno por ejemplo para relativizar los análisis por nombres o por religión derivada del apellido que se han publicado a partir de las listas electorales para las autonómicas en Cataluña del 21-D.
La religión no es un país (gracias, lectora), y la presencia de candidatos de origen extranjero es cada vez más frecuente, en ningún caso representan aún su peso equivalente en la sociedad española, lo extraño ha sido su ausencia salvo casos aislados hasta muy recientemente.
Por tanto, la diversidad de la sociedad española es sociológica y estadística, además de cultural, ideológica, religiosa y deportiva.
Los 150.000 nuevos españoles de 2016 se suman a otros 114.000 en 2015, a 205.000 en 2014, a 225.000 en 2013, y aquí el INE corta la información por motivos desconocidos e incomprensibles.
Acudiendo a otras fuentes (Eurostat, que seguro que bebe del INE), la relación continúa con 94.000 extranjeros nacionalizados en 2012, a 114.000 en 2011, a 123.000 en 2010, fueron 79.000 en 2009, 84.000 en 2008, sumaron 71.000 en 2007 y 62.000 en 2006.
Con lo anterior podemos decir que millón y cuarto de personas han escogido en la última década ser españoles, voluntariamente, tenían otra nacionalidad, están dispersos por toda la geografía nacional y son indetectables con la prueba del carbono 14.
Estudios recientes sobre la segunda generación de inmigrantes..., error, la inmigración no se hereda, mejor decir que los hijos de inmigrantes presentan una integración generalizada en la sociedad, que se refleja en las bajas experiencias de discriminación y en los altos niveles de auto-identificación con el país que no diferencian a los hijos de inmigrantes nacidos en España de los hijos de españoles.
Con dos apreciaciones: menor nivel medio de renta; y, a pesar de un uniforme abandono de creencias religiosas, más dificultades para las personas de confesión o familia musulmana, que en casos de discriminación por estos motivos -siempre minoritaria- recibe dos nombres, aporofobia -rechazo al pobre, universal, nadie rechaza a un multimillonario cualquiera sea su origen- e islamofobia.
Millón y cuarto de personas, sólo en la última década, son españoles porque así lo han querido, no por el azar del lugar nacimiento, tan españoles como el nacido aquí que ata al perro con la bandera de España en la correa.
¿Pondrán estos nuevos compatriotas banderas en el balcón? No les hace falta.

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martes, 14 de noviembre de 2017

¡Viva la diferencia!

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Pisamos un planeta extraño donde se producen cosas anormales, como lo prueba la existencia de tierras raras y de enfermedades raras.
Con la expresión tierras raras se hace referencia a 17 elementos químicos: escandio, itrio y los 15 elementos del grupo de los lantánidos (lantano, cerio, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio). Se parece a la lista de los reyes godos.
Su nombre se debe a que la extracción es bastante dispersa y no concentrada, por tanto la rareza no viene de que sea poco común o frecuente, sino que resulta extraño encontrarlos en una forma pura, son raros por mestizos. Algunos de estos elementos son muy apreciados y utilizados en la industria tecnológica.
Pero es interesante apreciar que las tierras raras no lo son tanto, si bien el nombre influye en lo nombrado y cargan cierta fama negativa que no merecen, otra cosa es que los proyectos mineros que se plantean no garanticen su explotación con rigor por ejemplo en el aprovechamiento de la mucha agua que requieren estos procesos.
Las enfermedades raras lo son porque afectan a un porcentaje muy pequeño de la población, lo que implica un diagnóstico tardío y tratamientos caros o directamente inexistentes. En este caso lo raro sí se justifica por escaso y por tanto poco estudiado, consecuencia de su falta de rentabilidad para la industria farmacéutica.
Lo raro además atrae la atención de los medios de comunicación y la curiosidad del personal. 
Y esto ya salta de casos individuales y se puede considerar categoría: nos rodean informativamente sucesos muy minoritarios, relevantes por su originalidad.
En política, los derechos individuales se han impuesto también a los colectivos.
Leemos avances o retrocesos de la suerte de los transgénero en las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos del norte de norteamérica, tema más tratado que las muy numerosas violaciones o los suicidios en esos ejércitos; aparece publicado que el Tribunal Constitucional alemán autoriza la inscripción de personas de un tercer sexo en el registro civil; conocemos la llegada en lo que va de década de un millar de niños por gestación subrogada, una especie de subcontratación de la maternidad en el extranjero, que aquí es ilegal.
Entender todo esto es una obligación.
Por aquello que nunca dijo Bertol Brecht de que si vienen a por tu vecino anda con ojo por si los mismos vuelven a por ti.
La segunda razón es de salud mental, cuando se renuncia a entender es que algunas de las conexiones entre neuronas han dejado de funcionar.
Lo comprendemos todo o lo intentamos, pero lo anterior muestra indicios de que la defensa de derechos y casos muy individuales ha copado el interés informativo. Existen 17 millones de refugiados en el mundo, más otros cinco millones de palestinos, personas que han cruzado fronteras huyendo por cuestiones políticas o conflictos, pero el gran volumen ya solo llama la atención para el big data. Leo antes el relato de un transexual sirio que el de un millar de compatriotas tirados en cualquier frontera europea. 
Nos encanta la diferencia, porque nos hace únicos.
La nacionalidad y la lengua, el sexo, la ideología política y religiosa, la enfermedad, el equipo de fútbol, la formación y el trabajo convierte a cada persona en un ser irrepetible. Soy transgénero, voto a Vox, adventista del Séptimo Día, diabético, seguidor del Numancia, biólogo por estudios y conductor de autobús, no hay otro como yo.
Ahora bien, entre tanta individualidad que no me venga ningún populismo a definirme de un brochazo con la mitad de la población de mi país. No hay bandera que me defina, cualquiera que elijamos me simplifica, soy único. ¿O no?
La realidad parece mostrar a millones de individuos únicos moviéndose al ritmo que marcan cornetas simplificadoras.

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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Al 'procés' le falta música

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Ilustración de Ricardo en El Mundo de 29-10-2017.
Entre flores, fandanguillos y alegrías, los segadores afilan sus hoces para cortar las cadenas que oprimen Cataluña desde el siglo XVII.
Se dice que dijo Margaret Thatcher que no existe la sociedad, sólo individuos, y entiendo que familias en torno a la mesa camilla.
La frase tiene su importancia porque la pronunció una revolucionaria que triunfó, no el Che Guevara o Malcom X, unos idealistas, la dama de hierro venció e impuso la revolución conservadora y el liberalismo rampante que hoy vivimos; y dio nombre además a un grupo de heavy metal.
Si no existe sociedad es porque se impone el individualismo, la fragmentación social, lo que no impide que quien defienda o lidere transformaciones políticas esté obligado a llegar al sujeto transformable.
En este sentido es significativo que algunas de las principales figuras del secesionismo catalán procedan o se relacionen profesionalmente con la comunicación.
Se recuerda estos días que el expresidente Carles Puigdemont fue redactor jefe del diario El Punt, trabajó en la Agencia Catalana de Noticias y dirigió el periódico Catalonia Today.
Carme Forcadell es licenciada en Ciencias de la Información, aunque luego se orientara hacia la filología catalana; como Junqueras hacia la historia, tres variantes de la comunicación.
No falta algún empresario cercano como Oriol Soler, fundador del diario nacionalista Ara y productor de los últimos vídeos independentistas.
Así como el Partido Popular siempre incluye un asesor electoral en sus gabinetes de crisis, ya sea para negociar con ETA o la unidad del país, el movimiento independentista se rodea de expertos en comunicación, pero todos han descuidado la música.
La pieza más cantada y escuchada últimamente ha sido Els Segadors, el himno catalán cuya letra está repleta de referencias agropecuarias y algún pasaje truculento ("¡Buen golpe de hoz!"), como corresponde al siglo XIX que lo vio nacer, al igual que La Marsellesa habla de grilletes, agricultores y surcos inundados de sangre.
Un buen himno de nueva creación hoy incluiría a camareras de hotel y periodistas sin cobrar pasando a cuchillo al tirano, difícil de imaginar, no es la época.
El cantautor por antonomasia del independentismo, Lluis Llach, ha cambiado la trinchera por el escaño como diputado autonómico hasta la reciente disolución del Parlamento catalán, y se han escuchado más declaraciones a la prensa que su música. Su Estaca remite al franquismo.
Por su parte, en las manifestaciones contra la independencia de Cataluña ha sonado Manolo Escobar y también Peret.
"Eviva España" (literal) es un pasodoble compuesto a comienzos de los 70 por dos belgas, originalmente escrita en neerlandés. Entre los muchos que la versionaron destaca Manolo Escobar, en directa competencia en aquel 1973 con Fórmula V y Eva María marchándose.
"En las tardes soleadas de corrida, la gente aclama al diestro con fervor, y él saluda paseando a su cuadrilla, con esa gracia de hidalgo español, la plaza por si sola vibra ya, y empieza nuestra Fiesta Nacional...".
Si la letra que conocemos es disparatada, el texto original lo superaba: "Con mis manos toco las castañuelas, y con el pie marco el paso del flamenco, sólo visto vestidos andaluces, y en mi cabeza llevo un gran sombrero negro, me gusta el vino y el caviar, la cocina española es un festival".
La rumba catalana es otra alternativa escuchada en las últimas manifestaciones constitucionalistas, aunque la disputa entre Peret y El Pescaílla como autor intelectual de ese estilo permanece viva y no resulta demasiado actual.
Las grandes revoluciones han tenido siempre contenido musical, los JJOO de BCN a Los Manolos, la Transición tuvo mucha música, el fin de la dictadura portuguesa hasta se puso en marcha con la emisión de una canción por la radio.
En este objetivo de asociar la música con la transformación social el mejor Podemos tuvo mucho interés hace un par de años, aunque se intentó imponer el Resistiré del Dúo Dinámico como himno revolucionario, que ni la buena versión de El Cigala pudo popularizar.
Al igual que nunca se ha consumido en España más información mientras que las empresas periodísticas se van al carajo, nunca se ha escuchado tanta música y sin embargo las grandes transformaciones sociales no se mueven hoy con sintonía.
Quizá hayamos descubierto que los grandes desastres y aciertos de la historia son así de ramplones y la épica se la añaden los cronistas a toro pasado.
En una serie infantil que ve mi hija aparecen unos adolescentes en un cementerio, "¿Has oído eso?", pregunta uno, "No, la música terrorífica de fondo no me deja escuchar otra cosa".
A esta crisis constitucional le falta música, o poesía. Sólo aparecen risas y aplausos enlatados.

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martes, 24 de octubre de 2017

Lógica difusa para Cataluña

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital. 
La independencia política y la capacidad profesional te lo tienen que reconocer los demás, existe en relación con otros. Hay que ser muy necio para regodearse en el pensamiento en solitario a plena luz del día, de noche es otra cosa. Por tanto, dependemos del resto de la especie para casi todo.
Ante el proceso independentista en Cataluña parece que fiamos nuestras esperanzas a la presión de los mercados y de las empresas, a la obsesión económica que el tópico adjudica a los catalanes y a la caída del caballo de la burguesía conservadora con la que se identifica a la antigua y actual Convergencia i Unió. Nunca imaginamos que se fuera a depositar la fe sobre el futuro del país en el Banco Sabadell y Pastas Gallo, hasta el momento se pensaba que tomaban sus decisiones por exclusivas razones de rentabilidad económica.
Bien es cierto que con la crisis descubrimos que la economía no es una ciencia exacta.
El último premio Nobel de Economía ha reconocido el trabajo del economista norteamericano Richard H. Thaler, por su contribución a la economía del comportamiento, es decir, la incorporación de la psicología a la ciencias económicas.
De su trabajo se deduce que existen desviaciones sistemáticas del comportamiento racional por parte de los agentes económicos, el impulso se impone a menudo al raciocinio en las decisiones económicas.
Thaler ha declarado que tratará de gastar el millón de euros del premio "de la forma más irracional posible".
Como el economista premiado tenga razón, las decisiones de Bimbo y del administrador de loterías La Bruja de Oro no predicen correctamente lo que puede ocurrir en las próximas semanas en Cataluña.
Entre vídeo va y vídeo viene del proceso independentista, carta va y carta viene, actuación judicial inoportuna y las que vendrán, otro argumento frecuentemente utilizado hace referencia a la necesidad de evitar la humillación de los catalanes, ya sea por golpes de porra antidisturbios o por otros métodos más sutiles como las declaraciones de vicesecretarios del PP o delegados del Gobierno en algunas Comunidades Autónomas.
Sorprende la aparición de este término, humillación, que está relacionado con el orgullo, el amor propio, el honor herido, circunstancias todas opinables y en cierto punto gaseosas. La humillación y el honor recuerdan a guantes arrojados a la cara de varones con el estómago lleno y la cabeza vacía que se retan a duelo de pistola en una alameda a las afueras de la ciudad de madrugada.
Salvo que la nueva política acabe imponiendo los sentimientos como argumento primero y último, el que ha sido hasta el momento el gran motor de la historia ha sido la frustración, la "imposibilidad de satisfacer una necesidad o un deseo".
La frustración es más objetivable que la humillación y detectable en pruebas de laboratorio, es la ocupación militar que supone cualquier experiencia colonial; es el reclamo de participación política y progreso económico con el que arrancaron las primaveras árabes (nada de religión), la frustración surge por derechos o condiciones concretas que se nos han hurtado y defendibles ante un tribunal.
Tenemos hasta aquí economía irracional (que incluye el reparto de beneficios y la precariedad laboral); tenemos la humillación que se trata de evitar y la frustración de la que nadie habla porque no existe ausencia de libertades y represión como la que denuncian los vídeos independentistas (en el último de estilo ucraniano ha bajado mucho el nivel).
Otro personaje a quien seguir la pista es un ingeniero electrónico irano-norteamericano fallecido recientemente, Lotfi A. Zadeh, el padre de la lógica difusa (o borrosa, fuzzy logic). Debemos a sus investigaciones matemáticas el manejo de conocimientos imprecisos e inciertos. "Observó que complejidad y precisión son propiedades inversamente proporcionales, es decir que a medida que aumenta la complejidad de un problema, disminuye la posibilidad de analizarlo en términos precisos", dice alguna de sus necrológicas.
Concretando algo más, de sus trabajos que fueron mal recibidos por sus colegas y adaptados con entusiasmo por la industria de consumo y el márketing, aparecen conjuntos difusos como “las mujeres de mediana edad”, el de “ropa muy sucia” que maneja una lavadora inteligente, o el de “vehículo delantero demasiado próximo”. Trabajó en reducir la brecha entre el mundo real con todas sus imprecisiones y la precisión de las matemáticas clásicas. "Los humanos tienen una capacidad asombrosa para razonar con conjuntos difusos (citaba ejemplos como hombres altos, mujeres hermosas, coches rápidos)", trató de acercarlo a las matemáticas y luego ha tenido su aplicación en multitud de productos de consumo. Comentaba que sus investigaciones tuvieron una más rápida y mejor aceptación en países asiáticos como Japón, más sensibles a los matices de gris entre el blanco y el negro que en occidente.
El diputado de ERC en el españolísimo Congreso de los diputados Joan Tardá ha declarado en algún medio que nunca su generación había siquiera imaginado que podría llegar tan lejos en sus ansias independentistas, lo que convierte el asunto en justificación de una biografía.
En este último caso poco podrán hacer Catalana de Occidente o Aguas de Barcelona (Grupo Suez), la efectividad policial, la oportunidad judicial, no hay salida al desastre.
Si se acaba imponiendo la lógica difusa, tenemos aún esperanza.
Cuenta la Fundación BBVA, que premió al ingeniero borroso en 2013, respecto a una cuestión que siempre suscitaba preguntas, su nacionalidad, que era fácil relacionarla con los conjuntos difusos: Zadeh, que tras licenciarse en Ingeniería Electrónica en la Universidad de Teherán en 1942 emigró a Estados Unidos, fue ciudadano estadounidense pero conservó la nacionalidad iraní. En una entrevista respondía: “No se trata de si soy estadounidense, ruso, iraní o azerbaiyano. Todas esas gentes y culturas han influido en mí, y me siento bastante cómodo entre todos ellos”.

Sugerencias

  • Coerción para todos, por Enric Juliana (La Vanguardia, 23-10-2017). El 155 se socializa: aviso del PP a los vascos, toque al Gobierno de izquierdas de Castilla-La Mancha.
  • Mejor juntos, por Ignacio Urquizu (El País, 18-10-2017). "Se puede querer a España sin ser de derechas, de la misma manera que se puede querer a Cataluña sin ser independentista".
  • The Nobel Prize in Economic Sciences 2017.
  • Fundación BBVA - Premio Fronteras del Conocimiento a Lotfi A. Zadeh.

martes, 17 de octubre de 2017

Rajoy y la continuidad de España

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
"España va a seguir siendo España y lo va a seguir siendo durante mucho tiempo", Mariano Rajoy Brey, presidente del Gobierno, en entrevista para El País de 8 de octubre del año de nuestro Señor 2017.
La frase se produce necesariamente en un momento en el que peligra la unidad nacional, si no carecería de sentido, y la pronuncia quien es presidente del Gobierno desde hace cinco años del país donde se produce una amenaza seria a la unidad nacional.
El autor pretende ofrecer seguridad al lector, control sobre la situación y continuidad, ese gerundio y la repetición de "seguir siendo" trasladan una idea de que las cosas van a permanecer más o menos como hasta ahora durante un plazo prolongado.
Tranquilos, que estoy yo al mando y la cosa no va a cambiar, se nos viene a decir como en un dogma de fe. Confianza y duración.
"Seguir siendo" es una perífrasis verbal, en la que el verbo principal tiene forma no personal y es el infinitivo "seguir", ahí está el significado; la segunda parte "siendo" es auxiliar y no añade demasiado.
Cuando Amaral canta "salir corriendo" el gerundio sí añade información, en el caso de Rajoy "seguir" y "España" son los que llevan la carga de la frase.
A partir de aquí todo son dudas.
Rajoy no explica a qué España se refiere, la que va a continuar. Reconozcamos que el nombre tiene dos milenios de historia, pero es un referente que más allá de la geografía tiene un contenido diferente si lo analizamos hace 2.000, 1.000, 500 años, 200 ó 40 años, porque entendemos que no se refiere a un nombre geográfico, sino a una entidad política con personas dentro.
Personalizando el asunto, la idea de España es absolutamente diferente en las cabezas de Viriato, Adriano, Recaredo, Abderramán tercero, Alfonso octavo, el décimo, Felipe segundo, Carlos segundo, Felipe quinto, Alfonso trece, Azaña, Franco, Fraga, Suárez primero, Felipe González, Pablo Iglesias el segundo..., ideas diferentes entre sí y diferentes entre las de ellos y sus porqueros.
Se puede prever que dentro de unas décadas la España que sea será en algo diferente a la actual, como ésta ha cambiado sustancialmente en comparaciones digamos con la de 1974 ó 1977.
En los últimos cuarenta años España ha cambiado tanto que entonces te podían fusilar por tus ideas políticas. En ese plazo el PIB se ha más que duplicado, el gasto público en sanidad o educación se ha multiplicado por diez (también la deuda pública); el porcentaje de población con estudios universitarios se ha multiplicado por ocho. Todo eso ha cambiado el país y la mentalidad política de sus habitantes.
Que va a existir algo llamado España en el futuro es una obviedad, que sea exactamente como hasta ahora es improbable; y dependerá principalmente de los españoles y su voto, del acierto de sus responsables políticos y de circunstancias que hoy ni imaginamos porque serán nuevas, como la llegada de la informática, de las palomitas para microondas, del teléfono móvil, los aerogeneradores o Trump.
Con perspectiva histórica, se dice que el principal factor de construcción de naciones han sido las guerras y el azar de las decisiones de sus gobernantes absolutos; la violencia y el poder hoy están más repartidos que en el pasado.
Tan sorprendente como la frase objeto de análisis es que el presidente Rajoy apunta a Europa como el proyecto político ilusionante, de futuro, al que todos los españoles deberíamos dedicar nuestros mejores esfuerzos, incluidos los catalanes independentistas.
Se entiende por tanto que trabaja en ese objetivo, también podría decir que "Europa va a seguir siendo Europa y lo va a seguir siendo durante mucho tiempo", pero tampoco sabemos a qué Europa se refiere el presidente. Europa existe geográficamente como península occidental de Asia desde hace 50 millones de años, desde los griegos clásicos viene a referir el territorio al norte del Mediterráneo, sin mucha concreción, políticamente desde Carlomagno hace un milenio, interpretando de forma generosa la larga lucha por controlar la Cristiandad, que era el concepto político.
Desconocemos la opinión del Gobierno, del Partido Popular y de su doble presidente sobre la necesidad o no de que la UE refuerce un pilar social sin el cual el edificio es políticamente inestable e increíble para el ciudadano; desconocemos la opinión de los tres sobre la viabilidad de un ejército y una defensa europeos, avanzando necesariamente a costa de una cesión de soberanía en unos tiempos en los que triunfa el populismo y el nacionalismo ultra y excluyente.
Por concluir, España y Europa podemos decir que seguirán dando nombre geográfico a una parte del planeta durante mucho tiempo, tiempos geológicos que se miden en millones de años.
En ocasiones, y éste es el caso, utilizamos las mismas etiquetas para referirnos a la geografía y a la política.
Políticamente España no es difícil aventurar que no va a seguir siendo la misma no ya a largo, sino a medio y a corto plazo, y en este sentido va la reforma constitucional cuyo proceso acaba aparentemente de arrancar por iniciativa política del PSOE.
Si este proceso de reforma transcurre según lo previsto la España política no va a seguir siendo la misma en el futuro, sino que va a ser mejor, pues su estructura institucional va a estar mejor adaptada al momento actual y a lo que piensan hoy los ciudadanos.
Por tanto Rajoy se quedó corto con la frase de la entrevista, no en el tiempo que durará España, sino corto en el contenido político y en el optimismo.

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martes, 10 de octubre de 2017

'Performance' independentista

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Cualquier proyecto político se defiende en el terreno de la comunicación, en 2017 principalmente en el terreno de la comunicación; y dando una vuelta a la frase casi todo lo que nos llega por medios tradicionales y electrónicos tiene una intencionalidad política (y/o comercial), dicho esto sin ninguna connotación negativa.
Salvando todas las distancias, el terrorismo hoy internacionalmente más practicado utiliza la comunicación como una herramienta prioritaria, el barbudo con cámara es tan importante o más que quien sostiene el kaláshnikov; consuela que tampoco son infalibles, como lo muestra la reiteración de reivindicaciones falsas, incluida la matanza en Las Vegas.
El referéndum ilegal celebrado en Cataluña el 1 de octubre tuvo dos éxitos indiscutibles, su objetivo real no era un resultado que no había ni capacidad ni interés en escrutar, tenía dos objetivos instrumentales que eran la internacionalización del proceso y una excusa para la posterior declaración unilateral de independencia.
Objetivos cumplidos. Las cargas policiales ocupan toda la prensa internacional, se debate sobre la independencia en el Parlamento Europeo, se pronuncian porque se les pregunta y responden presidentes y primeros ministros de medio planeta, se habla de mediadores. Al hilo de esto, que el tema saliera en la rueda de prensa en la Casa Blanca en la visita de Rajoy en septiembre fue por supuesto una torpeza de comunicación (hay que decir eso de que somos líderes mundiales y no tratamos hoy asuntos domésticos, que es un tanto patético y cabrea a los periodistas, pero se olvida pronto).
La calidad de las viñetas políticas sobre Cataluña en la prensa internacional va preocupantemente en aumento. En España, El Jueves y Orgullo y Satisfacción le dedican su último número.
La sorpresa es relativa, en las diadas y grandes concentraciones independentistas, aparte de exagerar el número buscando un récord histórico como hace todo el mundo, se organiza una coreografía de volúmenes y colores para mayor plasticidad de las fotografías aéreas.
A veces da la sensación de que más que la independencia, poco probable o al menos difícil, lo que desean es comunicar su independencia.
Aunque corran el riesgo lejano de llevarse un porrazo, los niños y ancianos son una apuesta segura en cualquier concentración política, a poder ser alegres, no cabreados.
Concursos de ronquidos, vigilia pascual antes de votar, los manifestantes parecen clones felices compartiendo camiseta y bandera reluciente... La gallina franquista y el Cara al sol hay que echarlos a patadas no sólo por ideología, sino por comunicación. La persona que repartía banderitas de España en la última fiesta de la bicicleta en Madrid no madrugó, eran de papel y pequeñas, cutres.
La reacción a los inventos sobre violencia policial, abusos sexuales de la policía (ay Colau!), dedos rotos, centenares de heridos, suele llegar cuatro días tarde y la comunicación reactiva siempre es menos efectiva.
Tras asesinar a la senyera, la estelada es el símbolo de un proyecto político rupturista e ilusionante para muchos; la bandera española, al margen del fútbol, tiene otros significados diferentes, muchos de pasado y no carga con suficientes elementos de cambio, al menos hasta que alguien no nos concrete un proyecto político de futuro.
Nos cuenta Europa Press que el número de personas que juran bandera (española) se ha multiplicado por ocho desde 2010, se ha pasado de 1.700 a 14.000 el año pasado. Varios ayuntamientos del Partido Popular en Madrid, curiosamente afectados por casos de corrupción, reparten la enseña de forma gratuita a convecinos convencidos del nacionalismo textil, que no fiscal o laboral o social. La intencionalidad política de lo anterior es evidente, no así su efectividad más allá de los límites del término municipal.
Cualquier aficionado a la comunicación sabe que el ideal es conseguir un equilibrio entre contenido y formato, no suelen funcionar por separado; entre lo que se dice, la puesta en escena y el público al que uno se dirige que es el destinatario y nunca conviene olvidar.
En el caso del mensaje a la nación del rey Felipe no funcionó ni el conjunto ni las partes, ni el contenido sin propuestas de futuro ni el formato ni la puesta en escena, el movimiento de manos no se correspondía con los mensajes y se le movía el butacón. ¡Cuánto daño está haciendo el movimiento descontrolado de manos a la credibilidad de la política!, bastante más que Carmena a la Navidad.
El Gobierno central parece haberse independizado de una estrategia de comunicación y cuando ésta no existe suele significar que lo que no existe es estrategia, o es tan equivocada que sus responsables parece que no comparten tiempo y espacio con el ciudadano.
La combinación de abogados del Estado y fuerzas de seguridad no han encontrado aún la forma de comunicar eficazmente sus mensajes. Desde que Rajoy llegó a la Moncloa hace más de cinco años les había dado tiempo a matricularse, cursar y licenciarse en Periodismo o Comunicación Audiovisual.

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martes, 20 de junio de 2017

¿Norma o excepción?

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.

La normalidad es una cosa muy frágil, en seguida se quiebra, aunque necesitamos cierta sensación de que existe una sucesión natural de acontecimientos que sólo muy de vez en cuando se ve alterada.
El problema está en identificar y cómo reaccionar a la anormalidad.
Con bastante lógica, algún estudio reciente defiende que las dos guerras mundiales y los genocidios nazis forman parte nuclear de nuestra historia, que solemos definir como racional, civilizada y democrática, pero hemos ido apartando como algo extraño a nosotros "la iniciación increíblemente brutal del propio Occidente en la modernidad política y económica", un proceso marcado por la "violencia, desarraigo y destrucción a gran escala". No solo, pero el colonialismo pasado y presente están ahí.
En esta línea de pensamiento Trump no sería una excepción, un extraterrestre multimillonario salido de la teletienda e instalado en la Casa Blanca, sino que representa a una parte no menor del Partido Republicano.
Las crisis financieras, ¿son una excepción al buen funcionamiento de la economía o una parte consustancial?
En poco más de una semana hemos asistido al derrumbe del sexto banco español -mi hija, diez años, me preguntó si el Banco Popular era del Partido Popular, no supe qué decirle, no supe explicar nada coherente que enlazara al Opus, Pau Gasol y Rafael Hernando-, quiebra que se produce tras superar todo tipo de pruebas de resistencia, supervisión pública y auditorías privadas, mientras sus dos últimos y máximos responsables se embolsan unos 30 millones de euros.
El ministro de Economía difunde un mensaje tranquilizador en el sentido de que la quiebra no costará un céntimo público, pero también dijo lo mismo al comienzo de la crisis y la factura pública para salvar la banca se eleva hoy a 48.228 millones de euros. El caso Popular, ¿es norma o excepción de la banca española?
Como en un ejercicio matemático, han salido dos trenes de Madrid y Barcelona en sentido contrario y por la misma vía a toda velocidad, si sabemos que los maquinistas no han movido un dedo por evitarlo y el choque se producirá a finales del verano de 2017, ¿no habrá que pensar que la situación beneficia a las dos partes, que el PP es una fábrica de independentistas que se lo cobra en votos en el resto de España y los independentistas necesitan al PP como el oxígenos para respirar?
Si un partido político tiene imputados a todos los responsables de finanzas que lo han sido en las últimas tres décadas y los procesados militantes y excargos públicos su acumulan por centenares, esto sería ¿norma o excepción?
Se dice que nuestros militares, no se sabe si aprendido en la Academia o cosa genética, encarnan unos principios y valores excelsos y un comportamiento sin tacha, ya los 125.000 en activo ya las quince decenas de miles que han participado desde finales de los 80 en operaciones internacionales por medio mundo (muchos han repetido, no ha salido tanta gente). Sin embargo también conocemos fraudes de los oficiales del Aire cargando al presupuesto público mudanzas inexistentes, irregularidades en la gestión del Hospital Central de la Defensa, en la base aérea de Getafe, en las zonas oscuras de los grandes contratos de armamento, menudeo de hachís entre la tropa. ¿Cuál es la norma?
La normalidad es una ficción que nos permite levantarnos todas las mañanas. Pero para mantenerla es imprescindible revelarse contra lo que llamamos excepción, porque si no los genocidios, las ruinas retribuidas, el descontrol celular, el robo de dinero público, entran dentro de la normalidad e incluso la protagonizan.
Y en este caso cada vez más gente se sumará a las tendencias más peligrosas de la época: odio intenso a supuestos enemigos, intentos de reconstruir una edad de oro perdida -e inventada- y la autoafirmación a través de una violencia cruel y espectacular (esta última frase, desde los dos puntos, tomada de la solapa trasera del libro "La edad de la ira", del analista indio Pankaj Mishra, Barcelona, Galaxia Gutemberg, marzo de 2017 en su edición digital; las comillas del principio proceden también del libro).
Ante una crisis que parece generalizada, lo más sensato parece dejar de hacer lo que hemos comprobado que no funciona. Si todas las intervenciones militares occidentales en Oriente Próximo y Medio han sido en lo que va de siglo un fracaso, quizá no sepamos lo que hay que hacer, pero sí tenemos ejemplos propios a evitar.
"La única solución es dejar de hacer lo que venimos haciendo y dejar de destruir el planeta. Asumamos el pensamiento apocalíptico y démonos cuenta de que lo que estamos haciendo nos conduce inexorablemente al final", dice Mishra.
"Creo que tiene que haber un esfuerzo concertado -añade- no sólo de los pensadores, de los economistas y de los políticos, sino también de la sociedad entera, de las instituciones y de las ONG, para ir más allá de la noción del homo economicus que ha prevalecido durante el último siglo y que nos ha llevado al callejón sin salida donde estamos".
El remedio vendrá no por quienes han demostrado su incompetencia o su competencia extrema en contra del interés general.
La salud de nuestra normalidad depende de cómo se trata lo excepcional. Si no recibe trato de excepción pasa a la norma que queda contaminada de su falta de credibilidad y de expectativas.


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martes, 13 de junio de 2017

Ramadán karim

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Jugadores del Real Madrid -Isco (a quien parece que le han difuminado 
unos tatuajes), Casemiro, Vázquez y Ronaldo- felicitando el Ramadán 2017
 todos los musulmanes de Arabia Saudí (anuncio para la STC, Saudi
 Telecom Companypatrocinador del equipo, aquí en Youtube).
Sucede que cerca de dos millones de personas andan en España contentas celebrando el Ramadán, que como viene siendo habitual en las festividades de todas las religiones combina en diferentes dosis contenido espiritual, la alegría de los menores de edad, actividad nocturna y el calorcillo que da el sentido de pertenencia a una comunidad.
Como recordatorio, Ramadán da nombre a un mes del calendario lunar islámico (este año aquí entre el 27 de mayo y el 24 de junio), conmemora el inicio de la revelación del Corán al profeta Mahoma y prescribe abstenerse de comer -y de otros asuntos- hasta la caída de la tarde, permitido desde ese momento hasta que se distinga un hilo negro de un hilo blanco, dice poéticamente el texto sagrado, es decir, hasta que amanece.
Buen momento para refrescar datos. Como el color de piel y la confesión religiosa no forman parte en esta península de la información del censo, no así en otras democracias avanzadas, acudamos a la Unión de Comunidades Islámicas de España.
Según el último informe de la UCIDE la población musulmana en España es exactamente de 1.919.141 personas, y desde hace un par de años la nacionalidad mayoritaria entre los fieles de esta confesión es... la española (804.000), seguida de la marroquí (753.000), Pakistán (78.000), Senegal (62.000) y Argelia (61.000).
La mayor parte de los musulmanes españoles proceden de inmigrantes nacionalizados y sus descendientes, más los compatriotas de esta religión de Ceuta y Melilla, más una minoría que ha abrazado esta confesión desde otros orígenes.
El Ramadán se presta a felicitar a los musulmanes. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha difundido hace unos días un mensaje en el que reconocía "la enorme contribución de los musulmanes canadienses  a nuestro país y su papel en hacer Canadá el lugar fuerte, abierto e inclusivo que hoy es".
El expresidente Obama también tuvo la tradición de invitar cada mes de Ramadán a representantes de la comunidad musulmana a la Casa Blanca. El actual inquilino no parece dispuesto a continuar con la práctica de sus tres antecesores.
Sin llegar a tales extremos, encontramos que el ministro de Justicia, Rafael Catalá, ha felicitado educadamente a los musulmanes en este mes, lógico ya que su departamento es quien tiene las relaciones institucionales con esa y cualquier confesión religiosa.
El recientemente elegido secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, también ha felicitado en Twitter a los musulmanes, para espanto de la caverna, que ha mezclado el asunto con las justificadas críticas lanzadas esta Semana Santa al ministerio de Defensa por izar la bandera nacional a media asta entre el jueves y el sábado de esa semana por la muerte de Jesucristo. Churras con merinas.
El interés de esta columna viene ahora, porque en Madrid y Córdoba -al menos- se han organizado durante estos días una serie de iniciativas culturales dirigidas a todo el mundo.
Afortunademente, como alguno pudiera temer, entre las actividades no se encuentra atar a la gente a una silla y obligarles a memorizar azoras del Corán.
El Ayuntamiento de Madrid, bajo el nombre de "Noches de Ramadán", ha elaborado un programa "en el que cabe el cine, la música, la poesía, la literatura, los homenajes, la danza y los debates, como formas de encuentro y acercamiento entre culturas".
Me atrevo a recomendar el día 23 en Lavapiés un concierto de la cantante argelina Souad Massi.
Por su parte, Casa Árabe ha organizado en Córdoba un festival cultural que incluye cine, conferencias, música, presentación de libros, visitas y hasta un concierto de jazz.
Resumiendo, el Ramadán es una ocasión estupenda para acercarse a los cercanos que no son exactamente como nosotros.
Coda final con dos consideraciones.
Una es la impresión de que el 10% de la población en España de origen inmigrante -insisto, cada vez más españoles, con los mismos derechos y obligaciones- parece que se divierten por su cuenta, se coincide en lugares de trabajo y se vive en paralelo especialmente el ocio.
La segunda es que existe un peligro de reducir a los inmigrantes a su confesión religiosa, la interlocución del Estado es con asociaciones de fieles, en las que ignoro si los ateos de cualquier origen y nacionalidad se sienten representados.
En cualquier caso, estos días nos ofrecen un motivo oportuno para acercarse y compartir actividades con los ciudadanos en España de confesión musulmana, especialmente magrebíes y pakistaníes.
Que Feliz Ramadán.

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martes, 11 de abril de 2017

Occidente, al Ándalus, al Mágreb

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Monumento al Corazón de Jesús junto al Cristo
de la Vega en Toledo, construido en tiempos de la
II República en estilo neomudéjar (Foto: PND).
"La civilización occidental y el islam son incompatibles", dejó dicho el sociólogo italiano Giovanni Sartori, recientemente fallecido. En respeto a su memoria hay que decir que las cosas se dicen en un momento determinado, hará una década de sus palabras, y resisten con mayor o menor fortuna el paso del tiempo.
Ahora que no se puede defender podríamos aclarar la frase, que viene a significar que la civilización occidental cristiana es incompatible con la barbarie oriental islámica, como tendría también sentido afirmar lo contrario, que la barbarie cristiana es incompatible con la civilización islámica.
Por aclarar algo el asunto tendríamos que hablar de occidente y oriente, y de cristianismo e islam, no mezclar las parejas, con lo que tampoco llegamos lejos, engloban a demasiada gente diversa.
Estas grandes categorías funcionan, malamente, si mi persona occidental se identifica con la democracia, Microsoft, la llegada del hombre a la luna y el vehículo eléctrico, mientras que adjudicamos al terrorista la representación completa de la religión que diga representar, aunque ni yo inventé el ipad ni el camionero de Niza tenía en la guantera el carné de embajador plenipotenciario de la fe islámica.
La civilización y la barbarie son incompatibles, resumamos más afinadamente, y el occidente cristiano y el islam lo que han sido históricamente es vecinos, a menudo conflictivos, y hoy se entremezclan como consecuencia del colonialismo, la inmigración y la globalización; la primera de estas trillizas no fue precisamente un ejemplo civilizado.
Hasta que se intentó sin éxito por los Reyes Católicos y Felipe III que la unidad política fuera uniformidad religiosa, expulsando a parte de los judíos y moriscos, la mezcla convivió en esta tierra y de ahí nació el mito de las tres culturas, que podemos discutir su número, aunque el plural es incontestable.
Tenemos hasta aquí una geografía confusa, al menos con fronteras difusas, y culturas entrelazadas.
Siguiendo el razonamiento irracional, en la Edad Media la civilización era islámica y la barbarie era cristiana, lo que no impidió ir desplazando militarmente al contrincante, podríamos decir que se impuso la barbarie, eso sí, tan lentamente -siete siglos- que hace dudar de la simpleza de una explicación exclusivamente religiosa.
Descubro hace demasiado poco tiempo que el término árabe para referirse a la península ibérica en época medieval, Al Ándalus, no procede de los Vándalos como tanto se ha repetido, pueblo godo que por aquí estuvo sin el poderío ni la permanencia como para dejar huella importante.
Explica el arabista Joaquín Vallvé como origen más fundamentado que el término es una derivación del Atlántico y la Atlántida, que los antiguos situaban en este extremo occidente donde acababa el mundo, y lo documenta en fuentes escritas ya desde comienzos del islam cuando bebieron del conocimiento mitológico-geográfico bizantino y griego.
El propio nombre árabe de Marruecos es al Mágreb, que significa Occidente.
Histórica y geográficamente tan occidental es Marruecos como España como Francia, pero en estos tiempos occidente es un concepto político-sentimental más que geográfico.
Ese occidente que algunos sienten que define acertadamente su identidad incluye hoy casi toda Europa, aunque también los anglos americanos, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur más algún país sudamericano de experiencia económica neoliberal.
Escuché decir hace unos años al embajador de Marruecos en España que los derechos humanos son una conquista histórica y colectiva, que avanza con mayor o menor rapidez según el momento y según el lugar.
Después de Madrid el embajador ocupó una alta responsabilidad en un proyecto de descentralización política en su país, probable solución más o menos sincera de Mohamed VI al problema del Sáhara, sin resultados conocidos.
Al centralismo nunca le ha interesado ceder el poder del que se beneficia, salvo que sea salida única a riesgo de perderlo todo, como ocurrió en España a la muerte del general superlativo.
Las certezas geográficas simplifican la realidad, aún más cuando identificamos los puntos cardinales con valores morales; luego está la libertad que da fijarse en las personas, que las hay de todo tipo y tienen un componente incierto.
Aquí está la alternativa: perdidos en falsas certezas geográficas o libres e inciertos fuera de la clasificación en cajones con extraños compañeros de viaje.
“El miedo a los bárbaros es lo que amenaza con convertirnos en bárbaros”, dejó escrito el intelectual franco-búlgaro Tzvetan Todorov; éste nos dejó en febrero. "Ninguna cultura es en sí misma bárbara, y ningún pueblo es definitivamente civilizado".
El bárbaro es el otro, el extranjero, el diferente, la persona sin recursos económicos.
Defendió Todorov que "un paso decisivo hacia una mayor civilización se da el día en que se admite que, aunque humanos como nosotros, los otros no tienen nuestra misma cultura. Poseer una cultura no significa ser prisionero de ella, y desde todas las culturas puede aspirarse a valores de civilización".
A lo que debemos temer es al miedo; y a las barbaridades, vengan de donde vengan.

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martes, 21 de febrero de 2017

Valores y galletas danesas

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Uno de los mayores cambios experimentado por la sociedad española es las últimas décadas ha sido el salto desde el Surtido Cuétara a las galletas danesas.
Muchos podemos recordar de nuestra infancia la emoción de la caja de galletas patrias, sus dos pisos, la variedad y hasta el lujo de los ejemplares envueltos en papel de color, que se compraba exclusivamente como atención a las visitas y por tanto rompía la monotonía familiar de los días laborables en blanco y negro de galletas María.
Para ser justos hay que reconocer que Cuétara ha mejorado el producto considerablemente, aunque en su contra -aparte del lío entre sus accionistas- cabe contraponer el poder de atracción de la mantequilla y que las danesas mantienen además la caja metálica que siempre se puede reciclar para las cosas del coser, la ferretería menuda o el betún.
Probablemente el cambio sociológico hispano más que el tipo de galleta es que podemos comprar cualquiera de las dos o ambas sin compartirlas con ajenos al núcleo duro familiar.
En este sentido, el crecimiento del PIB, como certifican los sociólogos, es un indicador científico de vacuna contra conflictos nacionales violentos, no hay guerras civiles por encima de un cierto nivel de renta per cápita, que nosotros probablemente tripliquemos. Lo anterior descalifica cualquier comparación interna o externa de lo que nos ocurre con los años 30 del siglo XX.
Viene este arranque con galletas a cuenta de la identidad nacional, porque Dinamarca ha pasado la segunda mitad de 2016 votando por los valores patrios, han organizado una suerte de sondeo electrónico para elegir lo que les caracteriza como daneses.
Para los sinceramente preocupados sobre qué es ser español, incluso por la propia pregunta, hay que indicar que este cuestionamiento está más extendido de lo que parece y los cambios de todo tipo hacen interesante cualquier esfuerzo de aclarar el panorama.
Volviendo a Dinamarca, más de 325.000 personas han participado en este intento por fijar el canon danés (proporcionalmente es como si hubieran votado más de dos millones de españoles), votación electrónica que ha sido apadrinada al menos por el Ministerio de Cultura de ese país, que ha querido glosar cada uno de ellos para acotar su interpretación.
A continuación los valores elegidos que han definido democráticamente la identidad danesa, algo así como la dinamarquidad:
  • Libertad. "La libertad es el valor fundamental de la democracia danesa. En la tradición occidental la libertad de la población está ligada a la libertad del individuo", matiza el Gobierno danés.
  • Igualdad ante la ley. "Dinamarca está a menudo en la cima de las encuestas internacionales sobre confianza y baja corrupción", presumen.
  • Igualdad entre sexos. "La sociedad danesa se basa en la igualdad entre los sexos. Esto significa que los hombres y las mujeres deben tener los mismos derechos y oportunidades", señala Hans Pero Grullo.
  • Hygge. Término intraducible, "una forma especial de estar juntos en un ambiente relajado". Algunos lo definen como espacio psicológico seguro.
  • Sociedad del bienestar. "En la sociedad de bienestar danesa, los residentes disfrutan de un alto nivel de protección contra los riesgos sociales y físicos y se benefician de una variedad de bienes públicos", dice su Gobierno.
  • Confianza. "La cultura danesa de la confianza se basa en la expectativa de que sus conciudadanos e instituciones públicas son confiables", dicen de sí mismos las instituciones públicas danesas.
  • El idioma danés. "El danés es la lengua materna de más del 90 por ciento de la población de Dinamarca. El lenguaje no es sólo una herramienta de comunicación; es un portador de cultura".
  • Asociacionismo y voluntariado. "Las asociaciones constituyen una forma básica de organizar las comunidades en toda Dinamarca", aseguran.
  • Mentalidad liberal. Este asunto es resbaladizo, porque cambia según la orilla del Atlántico. Al PP le gusta la etiqueta y Ciudadanos acaba de patentar el término y la genealogía desde 1812. El ministro danés dice que "la mentalidad liberal se basa en la premisa de que todas las personas deben tener el derecho a decidir sobre sus propias vidas. Demostrar liberalismo significa tener una actitud y mentalidad abierta y tolerante".
  • Herencia cristiana. "El concepto de caridad del cristianismo y las ideas protestantes sobre la importancia del trabajo, la responsabilidad personal y la igualdad de todas las personas ante Dios han dejado su huella en la moderna Dinamarca", nos dice el Méndez de Vigo danés.
Por tanto, democracia, protección social, el idioma de la madre y algún concepto local intraducible como lo son también saudade, morriña, jamón ibérico, siesta, flamenco, repeluco.
La tranquilidad de espíritu y el idioma hacen peculiares a los daneses y a mí mismo, sólo añadiendo algún matiz como que en estos tiempos de globalización y en este sur de Europa a la herencia cristiana habría que añadir la islámica e incluso la judía, más la atea.
Confieso casi total desconocimiento de la realidad danesa, aunque firmara la mitad de sus valores patrios, más allá de alguna visita juvenil a la Ciudad Libre de Christianía (Copenhague), manzana okupa de hippies aficionados a fumar hierbas y al kebab que ha criado un cantante actual de éxito, Lukas Graham, salido de ese experimento social.
Se lee en prensa alguna noticia inquietante sobre reacciones danesas a la globalización,  pero su experimento sociológico es útil porque da pistas. Nuestra identidad está formada por un Estado que garantiza libertades, protección social y cierta distribución de rentas, más algún componente cultural como el idioma más alguna peculiaridad propia poco agresiva con el vecino que alude a sentirse en comunidad.
Nota: fuera del danés, no hay quien encuentre la encuesta anterior salvo una sola referencia periodística en inglés. Se deduce que la preocupación por la identidad nacional afecta a los nacionales, como eso de la Marca España de Rajoy, son ejercicios de introspección, no de expansión exterior.

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