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martes, 14 de febrero de 2017

El montaje del director

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Mariano Rajoy durante la clausura del 18 Congreso del PP
(Fuente: web PP).
La política española corre el riesgo de perder interés del cinéfilo si acaba reducida en cada partido al montaje del director.
En el mundo del cine así se llama a la película tal y como el director la hubiera concebido, sin condicionantes económicos, sin imposiciones de los productores o del calendario, sin disponibilidad o caprichos de los actores, cosa que raramente ocurre. Casablanca se cuenta que fue el resultado de la casualidad, ni el nombre se corresponde con el Tánger en la que se inspiraba, tuvo media docena de guionistas, estaba basada en una obra de teatro que nunca se estrenó, se rodó íntegramente en decorados, algunos ajenos, el avión del final era de cartón e Ingrid Bergman sacaba un palmo a Bogart que se tenía que subir en cajones para estar a la altura.
Cuando se permite al director de cine dar rienda suelta a su proyecto normalmente es para estirar el chicle del márketing, y el resultado casi nunca funciona. Si Troya, El Padrino o La Guerra de las Galaxias duran tres horas cada una, en la versión del director duran cuatro, hay que adivinar qué ha añadido y no se acaba de encontrar justificación al exceso.
En el rosario de congresos que tienen en marcha, los partidos políticos españoles corren el riesgo de dejar la película exclusivamente en manos del líder máximo, y la ficción pierde interés, porque se empobrece.
Parte del guión de estos congresos está escrito en las ponencias que se elaboran previamente, donde el aparato o los críticos se ven obligados a poner por escrito lo que piensan, lo que siempre tiene interés, aunque probablemente este tipo de documentos no se los leen enteros ni todos los que los redactan, tampoco los que proponen enmiendas, pero están llenos de hallazgos.
Ciudadanos ha mostrado el primero el personalismo de la formación que le hace parecerse cada vez más a la UPyD de Rosa Díez (quien compitió antes por la secretaría general del PSOE). En su congreso han cometido el inmenso fallo de quitar la socialdemocracia de los estatutos, referencia que era pura literatura, disparaba la contradicción y la imaginación naranja del curioso. Han quedado Rivera y sus amigos, cuya creatividad se ha reducido a una frase, buena pero de vuelo corto y gallináceo: "los liberales de Cádiz han vuelto para gobernar España".
Podemos decidió emitir su película en las mismas fechas que el Partido Popular y ya se han debido de arrepentir, les queman los focos. Se enfrentan a la gran decisión de dejar el partido en manos del televisivo director o hacer algo más colectivo. La diversidad del movimiento morado aconsejaría que incluyeran los tres documentos elaborados por las tres patas del partido. Mientras que Pablo Iglesias escribe su ponencia en primera persona, como si fuera un larguísimo guión de La Tuerka, Errejón y sus muchachos han elaborado un sólido tratado lleno de sorpresas: "¿Techo de gasto? ¡Suelo de ingresos!", escriben. Por su parte, los Anticapitalistas utilizan un lenguaje propio ("clases subalternas") y a veces hasta inventado, con términos asombrosos como deudocracia y austeritarismo. Dice el líder de estos últimos: "Hay que acabar con la telenovela de machos alfa en la que yo también participo".
Sin duda Podemos podría ser un manantial de imaginación política si consiguiera aglutinar a sus numerosas corrientes, si se impone una de ellas perderá interés.
En cuanto al Partido Popular, gobernando carece de cualquier incentivo para innovar. Con la primera condena a Correa, financiación ilegal reconocida por empresarios y Rato concediéndose subvenciones a sí mismo, los papeles de su congreso hablan de "perspectiva humanista cristiana", de "haber dado respuestas contundentes ante el daño de la corrupción"; de haber "incorporado los conceptos de honorabilidad e idoneidad para los cargos tanto orgánicos como públicos"; "reivindicamos el indeclinable principio democrático de la alternancia política", añaden. Rajoy es como un galápago de Florida, si le pinchas se mueve (como hizo Pedro José en 2008; o cuando el fantasma de Aznar se manifiesta en el vaho del espejo al salir de la ducha) y si no hace falta puede estar enterrado un año sin comer, como mucho ofreciéndose a mediar entre EEUU, Eurasia, África y Oceanía.
El PSOE ha decidido no presentarse a concurso en estos festivales de febrero de 2017 y apuntarse al cine de verano. Se verá entonces si consigue la hazaña de hacer una película sin director, solo con guionistas, o el que se elija puede levantar el guión que le pongan sobre la mesa, guión adaptado sería, también hay un premio para eso.
Como vemos en los Goya y los Óscar, rodar una película es una labor coral en la que intervienen decenas de profesionales, aunque para simplificar personalicemos el mérito en el director; recordemos que el galardón a la mejor película lo recogen los productores.
Pero sin guionistas, sin robo de joyas en los camerinos, sin trajes prestados o alquilados, sin el recuerdo de los meses o años en paro, sin peluqueros, sin música, montadores, sin actores secundarios, el director poco podría hacer.
Al margen de la realidad que les rodea, en solitario, exclusivamente con su proyecto personal, los caudillos pierden interés. Si les dejas sueltos te construyen el Arco de la Victoria o el Valle de los Caídos y luego dinamitarlos parece revanchista.
Lo mismo se podría aplicar hasta al director de un periódico: el producto que sólo él tiene en la cabeza quizá no lo leería nadie.

miércoles, 18 de enero de 2017

Metapolítica

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Huyendo de la crítica, de Pere Borrell y del Caso (1874).
El Museo del Prado tiene una recomendable exposición temporal visitable hasta mediados de febrero: "Metapintura. Un viaje a la idea del arte".
Se nos propone a través de un centenar de obras un recorrido desde la Edad Media con el denominador común de la pintura dentro de la pintura, un ejercicio de reflexión interna que en los mejores casos sale disparado de los límites del cuadro y golpea la cabeza del espectador.
Entre otras muchas cosas, con la exposición se vuelve a comprobar que esto del nacionalismo es una imaginativa creación política de poco más de dos siglos, precisamente el Museo del Prado que nace en 1819 es un grito de apropiación y exhibición del arte hispano-español, la tradición hasta el siglo anterior era más internacionalista.
El mismo título de la exposición juega con un prefijo que se utiliza más habitualmente para referirse a la metaliteratura, la literatura dentro de la literatura, con ejemplos entre muchos otros en Borges, Unamuno y el mismo Cervantes encontrando por las calles de Toledo el manuscrito original en árabe del Quijote, con alusiones a la segunda parte de Avellaneda o dialogando los personajes sobre el propio libro con sus aventuras.
Hace referencia el Museo a Cervantes y también a Velázquez como autores destacados en nuestro Siglo de Oro de estos ejercicios de carácter autorreflexivo, en el segundo caso con las Hilanderas o las Meninas, una "pintura sobre la pintura", en la que vemos al autor "representándose en plena acción, y que, entre otras cosas, contiene una importante reflexión sobre los principios de la pintura, los honores que merece este arte, sus servidumbres o las leyes de la representación", nos cuenta el comisario.
La historia de la creación artística está llena de ejemplos donde el creador reflexiona sobre sí mismo y lo que hace.
El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas
en Bruselas, de David Teniers (1647-1651). 
En el caso de esta exposición las derivadas son apabullantes: la religión, la mitología, la muerte, en muchos casos se intenta prestigiar la actividad artística o la figura del pintor, se quiere también trascender el soporte y en casos abandonar las dos dimensiones.
Existe un límite difuso de genialidad donde la reflexión sobre lo que a uno le pasa o su caso particular trasciende e interesa al común incluso a través de los siglos, cosa nada fácil.
Pasando al arte de la representación y participación en los asuntos públicos, 2017 nace marcado por la metapolítica, la política dentro de la política, ensimismados los partidos en su situación interna.
Por una parte, Podemos preparando su Vistalegre II, que debía ser el tercero, algunos recordamos un gran mitin de Zapatero en esa plaza en tiempos anteriores a la nueva política. Pablo Iglesias con sus perdones y el leño de Twin Peaks, Íñigo Errejón traduciendo el populismo del español latinoamericano al español peninsular, y luego ese chico tan simpático de Anticapitalistas del que no recuerdo el nombre.
Ciudadanos anda intentando eliminar de sus estatutos la referencia a la socialdemocracia que nadie se explica cómo entró ni quién la incluyó, y alguna de sus cabezas más mediáticas asegura, con un aire de que no se dedica a la política, que trabajan mucho y hasta han llegado algún día a comer pizza sin salir del despacho.
El PSOE confía que su labor de oposición acabe dando frutos mientras espera hasta junio para el cambio de dirección; y el PP tiene todos los números para perder una bonita ocasión de renovarse manteniendo el Gobierno central, mientras los jóvenes vicesecretarios adoptan el mismo discurso viejuno de sus mayores sin su seguridad ni sus colmillos. Al menos se aclarará la mezcla actual de PP y militares, la continuidad o no de la ministra de defensa de su secretaría general.
Conclusión: vivimos de resaca electoral y ante una nueva amenaza de profundizar la desconexión entre política y ciudadanos. La salida sería que en este proceso interno los partidos consiguieran elaborar algo cercano al Quijote o las Meninas, que sus cuitas internas consiguieran despertar el interés generalizado.
También es cierto que la grandeza de Cervantes o Velázquez se ven mejor con cuatro siglos de perspectiva, el tiempo favorece, la excepción son Aznar y Trillo, cada segundo que pasa más chiquitos en la comparación entre lo que hicieron y sus aires de grandeza.
Ante la introspección de partidos, de EEUU o Gran Bretaña con el falso sueño de recuperar las riendas, de la UE, propongo agarrarse al marco y salirnos del cuadro.
Con cuidado, porque ahí fuera hace frío.

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