De esa reunión salió una foto protocolaria, que puede ser utilizada para el ejercicio de comprobar a quién se conoce, a quién todavía no, si alguno aparecía con los ojos cerrados o si a la chaqueta del otro le tiraba la sisa, que no todo el mundo es fotogénico. Por ejemplo, la seguridad nacional como abstracción que es no parece tener esa cualidad.
Una curiosidad del encuentro y de la foto es que la mayoría de los convocados son nuevos en el cargo y esto tiene su importancia, porque si se está produciendo un cambio político en España tendrá que afectar necesariamente a las políticas relacionadas con la seguridad.
La apelación a que se trata de una política de Estado se suele utilizar para acallar la crítica o tranquilizar a quienes no te conocen, porque el fondo no se sostiene y basta con mencionar cómo se ha utilizado la política antiterrorista contra ZP, a quien hasta se le discute el fin efectivo del terrorismo de ETA exactamente el 20 de octubre de 2011, cuando la organización firma su acta de defunción.
Sobre este asunto se puede comprobar, sin ir más lejos, en el reciente congreso que ha sustituido al presidente del Partido Popular, cómo cuesta abandonar el discurso mantenido en las últimas dos décadas, aunque haya desaparecido la causa.
Sucede que en la reunión veraniega del Consejo de Seguridad Nacional -suele haber otra invernal- se pone un documento sobre la mesa, el llamado Informe Anual de Seguridad Nacional.
Los fotografiados en la reunión no eran los responsables del tema que les convocó ni del contenido del informe, que es la situación de la seguridad nacional en el último año, más específicamente 2017, cuando era Rajoy el presidente, De Cospedal la ministra de Defensa o Zoido el de Interior.
En sentido metafórico se podría decir que dicho informe podría ser también una buena foto de la seguridad del país, con un diagnóstico y actuaciones derivadas, pero tampoco, el documento es una acumulación por ministerios en donde cada uno rellena el espacio adjudicado, en el que conviven la referencia al mayor atentado yihadista sufrido en España desde 2004 -Barcelona y Cambrils en agosto de 2017, 18 muertos sin contar los terroristas- con la formación continua, cursos y seminarios varios, o la diplomacia preventiva en el sector del agua en la que España y Portugal pueden dar buenos ejemplos, se dice.
Pasando al contenido del informe, dedica buen espacio a recordar que el 1 de diciembre de 2017 se presentó la Estrategia de Seguridad Nacional, éste sí un documento que se elabora con voluntad de permanencia -la anterior es de 2013-, que marca las líneas políticas (aquí un acercamiento). Conviene recordar que pasados ocho meses el documento que plasma el mayor "ejercicio de reflexión estratégica" que realiza el Gobierno, con un "diagnóstico acertado" y el propósito de "liderar acontecimientos y anticipar desafíos a través de la mejora continua tanto de los instrumentos de prospectiva como de los de respuesta"... pues no se ha presentado y debatido en el Parlamento, donde existe una Comisión Mixta de Seguridad Nacional.
En seguridad y defensa se ha convertido en un mantra repetir la necesidad de impulsar entre los españoles una cultura de seguridad y defensa, que implica un triplete de conocimiento del asunto más apoyo sin fisuras a sus agentes más adhesión inquebrantable a todo lo que se haga, por lo que sorprenden ocasiones perdidas como ésta de la Estrategia; y otros ejemplos ya sectoriales como la Directiva de Defensa Nacional, nada menos que "el documento máximo del planeamiento de la defensa de España", que data de 2012, porque María Dolores de Cospedal ha entrado y salido del Ministerio sin elaborar la suya como sucede en todas las legislaturas.
En el Informe de Seguridad Nacional 2017 no se jerarquizan las amenazas, no se ofrecen datos y evolución anual que permita comparar entre ejercicios, no se explican las razones para mantener el nivel de alerta antiterrorista en 4 -desde junio de 2015-, el nivel inmediato anterior al máximo que supondría presencia militar en la calle, como por otra parte ya sucede en Francia.
En cualquier caso se pueden destacar algunos contenidos de un informe que presenta un contexto amenazante y una serie de actuaciones que no tranquilizan sobre la inquietud creada previamente.
"Los límites entre la paz y el conflicto se difuminan en un mundo en el que a los conflictos tradicionales se unen los denominados híbridos", se afirma.
Esto de lo híbrido suele aparecer como un cajón donde todo cabe y se suele relacionar normalmente con alusiones sin contenido detallado a las redes sociales y al ciberespacio ("la tecnología ha premiado la interconectividad en detrimento de la seguridad").
En el texto convive la mezcla que solo puede ser interesada entre ciberamenazas y desinformación: "actos como el robo, uso y difusión de de la información y datos sensibles , y acciones hostiles que incluyen actividades de desinformación e interferencias en procesos electorales representan hoy un desafío importante". Una diferencia no menor entre ambas categorías es que la primera es un delito y la información deformada aún no.
Relacionado con lo anterior, el informe pone el foco en muchos apartados en los denominados "espacios comunes globales, como el ciberespacio, el espacio marítimo y el espacio aéreo y ultraterrestre", que "pueden convertirse fácilmente en escenarios de confrontación". La atención parece centrase en estos espacios, que comparten características como la "apertura tanto a Estados como particulares y facilidad de acceso, ausencia de soberanía en el espacio ultraterrestre y algunas zonas del espacio aéreo internacional, débil regulación, y dificultad de atribución de las acciones delictivas que en ellos puedan tener lugar".
El terrorismo se presenta como la principal amenaza a la seguridad del país. En este sentido el informe señala que "el Dáesh ha perdido territorio, pero su amenaza no ha disminuido", afirmación que merece una larga explicación que no se ofrece.
Se destaca el peligro de retornados violentos, detallando que "el número de españoles o residentes en España que se desplazaron a Siria e Irak se estima en 223, de los que 48 han fallecido, 135 siguen en zona de conflicto y 37 han retornado a España". En los atentados de Cataluña no estuvieron implicados este tipo de terroristas retornados, sino "el carácter endógeno de una parte de la amenaza terrorista" sobre la que también se alerta y poco se dice acerca de las medidas tomadas.
Movimientos migratorios hacia Europa en 2017 (DSN). |
En una democracia como la nuestra las Fuerzas Armadas actúan en el exterior del país principalmente, y en este sentido el informe hace un telegráfico repaso geográfico por el planeta, con las 17 operaciones internacionales con presencia militar española en el último año.
No falta una mención a la industria y un recordatorio de programas como el submarino S-80 -que ha duplicado su presupuesto inicial sin resolver aún problemas de diseño- como ejemplo del "exitoso modelo que tan buenos réditos ha dado a la industria naval española".
Anima el informe a España a aprovechar el "momento de redefinición de la OTAN", no se indica en qué sentido, y anima a la Alianza a una mayor presencia en el Mediterráneo.
En términos militares destacan las alusiones al Golfo de Guinea, vinculado al suministro energético hacia nuestro país que tiene en África el mayor porcentaje del petróleo y gas que consume, aunque se potencia la diversificación también desde otros orígenes que incluye hasta Rusia como suministrador del 10% del gas que España importa (como objetivo).
Gran interés parece tener que "se ha continuado incrementando las capacidades en las áreas de defensa, explotación y respuesta del Mando Conjunto de Ciberdefensa", lo que abona la impresión de que el Ministerio de Defensa se ha reforzado en los últimos años en inteligencia y capacidad de vigilancia y actuación en redes, coincidiendo con la marcha del CNI a la vicepresidencia en Moncloa, organismo que ahora ha vuelto a depender de Defensa.
Se dedican apartados en el informe al crimen organizado (drogas), a las armas de destrucción masiva (se apoya el acuerdo con Irán que Trump ha roto), se habla de espionaje (alusión bastante clara a Marruecos vigilando a sus nacionales), seguridad marítima (protagonismo creciente, aunque la piratería ha bajado a niveles desconocidos), la inmigración entendida como una amenaza a la seguridad... No falta en el informe incluso un capítulo bajo el nombre de seguridad económica donde figuran los grandes avances que el Gobierno Rajoy pensaba que estaba realizando en ese área antes de ser desalojado del poder.
Del conjunto del informe es difícil hacerse con una idea de la seguridad nacional, que sigue aparentemente sin ser nada más que la suma de lo que hacen los actores que se dedican profesionalmente a la seguridad, y hasta es probable que algunos de ellos desarrollen actuaciones contradictorias entre sí.
Pese al entramado orgánico creado en los últimos años, destinado a la coordinación de actuaciones bajo un enfoque que se autodefine como integral, la seguridad nacional hoy en España aún no ha superado la agregación de sus partes. La integración y valor añadido, a falta de un consejero de seguridad nacional, lo adjudica el sistema creado por elevación al propio presidente del Gobierno, cuyos titulares no han entrado fácilmente en estos asuntos -el tema y sus actores abonan el síndrome de Estocolmo-, por lo que delegan la tarea en su director de Gabinete, hasta ahora.
Ilustración de la Estrategia de Seguridad Nacional. |