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miércoles, 25 de enero de 2017

Lugares de culto

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Desde esta columna se desaconseja meterse en una iglesia si al lector le persigue la policía, parece más inteligente diluirse en alguna zona turística de la Costa del Sol, como hace media Europa.
Refresco viendo el jorobado de Notre Dame, versión dibujos animados, aquello del asilo en sagrado, costumbre medieval según la cual el perseguido por la justicia se podía refugiar en recinto eclesiástico donde no le podían cazar, o al menos eso gritaba el perseguido, que lo era injustamente y sin resultado, acababan entrando. La legislación mantiene hasta hoy la inviolabilidad de los recintos sagrados, según acuerdo de 1979 entre el Estado español y la Santa Sede, también a otras confesiones reconocidas como de notorio arraigo (budismo, cristianismo ortodoxo, islam, judaísmo, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, protestantismo y Testigos Cristianos de Jehová), aunque afecta a la demolición del edificio y poco más.
Desde aquella Edad Media la Justicia ha mejorado algo, la autoridad se rige por reglas y su rama civil supera ampliamente a la confesional, nadie toca el timbre a las cuatro de la madrugada, ni el lechero ni Churchill, y los lugares sagrados se han multiplicado exponencialmente.
El caso es que en España contamos hoy nada menos que con 30.000 lugares de culto (exactamente 29.832), con mayoría absoluta de parroquias católicas (23.071), seguidas de evangélicos (3.910), musulmanes (1.508), Testigos de Jehová (650) y ya con cifras más modestas aparecen ortodoxos (197), budistas (155), mormones (119), judíos (36) y hasta encontramos centros sijs (20) y de la Iglesia de la Cienciología (15).
En perspectiva, desde hace un lustro crecen casi todos, mucho los evangélicos, bastante los musulmanes y también católicos algo, y bajan Testigos de Jehová y mormones.
La oferta en cualquier caso es bien completa para todo tipo de inquietudes espirituales.
Hay que aclarar que las cifras anteriores reflejan tanto un señor templo como un lugar de reunión bajo titularidad de una entidad o confesión religiosa, a menudo un simple local pagado a escote por dos decenas de fieles que sirve también de lugar de socialización. Existen centros comerciales de inspiración greco-latina más monumentales que la mayoría de los 30.000.
La fuente de todos estos datos es el Ministerio de Justicia, que tiene la relación oficial con las confesiones religiosas.
En tiempos en los que la sociedad se nos dice que se ha fragmentado también se observa que la práctica religiosa se va trasladando en la sociedad española del ámbito público al privado y al mismo tiempo proliferan los centros religiosos, que por pura matemática tocan a menos fieles por local.
Dos noticias recientes marcan tendencias sobre la evolución de la religión en España.
Por una parte, las bodas católicas han caído hasta el 22% de los enlaces, cuando a comienzos de siglo alcanzaban el 75%.
La segunda información de interés es que el Tribunal Supremo acaba de denegar a la iglesia evangélica disponer de una casilla en la declaración del IRPF para que quien lo desee destine un 0,7% de ese impuesto a financiar su confesión, como tiene la Iglesia católica, aunque los protestantes no van a abandonar sus pretensiones y pueden encontrar amigos en el camino. La lógica dice que a medio plazo o la declaración de la Renta tiene catorce casillas religiosas o sale de ahí y los fieles financian sus creencias en privado, como en Alemania.
Tenemos por tanto que desde el año 2000 los matrimonios católicos se han reducido a un tercio y la venta de periódicos en papel ha pasado de cuatro millones diarios a dos, lo que no significa que la gente no se empareje o no se informe, sino que lo hace de otro modo, probablemente más fragmentado, más personal y con menor visión global. Las grandes iglesias y los grandes periódicos te ofrecían una visión global de la realidad, incluso de partes que no te interesaban en principio.
Esto de los lugares de culto tiene una doble interpretación. Están los de arriba donde el espacio está pensado para que el interesado hable con Dios o se hable a menudo de él; y existen otros lugares de culto no necesariamente relacionados con la religión de donde se sale reconciliado con el mundo, el planeta parece que funciona mejor, como aquel anuncio en el que los intermitentes del coche parpadeaban al ritmo de la vida, y ahí se podría incluir el Museo del Prado, algún comercio de variantes y patatas fritas, la biblioteca municipal, una visita a Decathlon aunque no se compre nada, una encina especialmente acogedora, algunos bares quedan donde no se molestan por recibir parroquianos. Otros, no es mi caso, incluirían la droguería donde David Bowie se compraba el lápiz de ojos.
A estos últimos lugares de culto habría que incorporarlos en el próximo censo; y eximirles del IBI, como ya lo están los primeros.

Sugerencias

Imagen de Audry Hepburn del fotógrafo Philippe Halsman,
en exposición en Caixaforum Madrid hasta marzo de 2017.

jueves, 29 de enero de 2015

Los judíos españoles, contra la inseguridad y los tópicos

El atentado de París ha encendido las alarmas sobre seguridad, aunque la pequeña comunidad judía en España tiene otras dos amenazas mayores: la ignorancia de la sociedad y la contaminación del conflicto palestino. Iniciativas culturales persiguen tender puentes

Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
Comida certificada para la comunidad judía en unos
grandes almacenes de Madrid. | PND
Alrededor de 40.000 personas, en su mayor parte españoles, forman la comunidad judía en nuestro país y han vivido en primer plano el doble atentado de hace tres semanas en París contra un supermercado de comida kósher y contra la publicación satírica Charlie Hebdo.
"Hemos vivido con la misma intensidad los dos atentados", señala Rafael Benatar, secretario general y portavoz de la Comunidad Judía de Madrid. "Para el pueblo judío la libertad de opinión es algo muy arraigado; por eso se dice que si se juntan dos judíos hay tres opiniones y cuatro partidos políticos", bromea.
Benatar reconoce que viven con una especial cercanía todo lo que ocurre en Francia, con 600.000 judíos que forman la tercera comunidad del mundo -sólo tras Israel y Estados Unidos- y se reconoce en los valores de libertad, igualdad y fraternidad del vecino francés y en la laicidad del Estado, que garantiza la neutralidad pública ante cualquier colectivo o confesión.
El representante de los judíos madrileños habla de una triple reacción hacia los atentados en Francia: una primera emocional, de empatía con todo lo que sucede a una comunidad hermana y cercana; la segunda podría ser el refuerzo de la seguridad. "No estamos asustados, no es nuevo, sabemos vivir con esto, también vivimos alertas en España, todos los centros están protegidos", afirma, sin dar detalles, sobre un triple sistema que incluye seguridad propia, municipal y del Estado para proteger los lugares de reunión de la comunidad. Precisamente la seguridad es su única reivindicación hacia la Administración publica.
Los judíos están huyendo de Francia, del corazón de Europa, por motivos religiosos, denuncian
Benatar, no obstante, hace el mayor énfasis en una tercera preocupación que podría calificarse de filosófica o intelectual: el éxodo de judíos franceses, que cifra en unos 7.000 que están abandonando Francia cada año con destino a Estados Unidos e Israel.
"Algo no estamos haciendo bien en Europa", afirma, "después de siglos y generaciones como franceses, ahora mismo están huyendo judíos del corazón de Europa por cuestiones de religión", fenómeno que le merece la máxima alerta. Las familias de los cuatro asesinados en el supermercado de comida judía de París han decidido enterrar a sus parientes en Israel.

"El antisemitismo hoy es antisionismo"

Ni a título individual ni colectivo se mencionan incidentes destacados contra la comunidad judía en España en los últimos tiempos.
Sinagoga de Santa María la Blanca, Toledo
Los medios de comunicación sí han reflejado algunos incidentes que resultan extraños y anacrónicos hasta fuera de la comunidad. Las redes sociales se llenaron de expresiones antisemitas con ocasión de un partido de baloncesto hace unos meses entre el Real Madrid y el Maccabi de Tel Aviv; y una política del Partido Popular, hoy alcaldesa de la localidad madrileña de Collado-Villalba, defendía su trayectoria este mes de noviembre con la expresión "no soy una perra judía", para pasmo de propios y extraños. ""Utilicé una expresión coloquial, muy madrileña, pero muy desafortunada", intentó rectificar después, para pasmo de madrileños.
El antisemitismo fue durante siglos una persecución religiosa y por tanto se podía neutralizar con la conversión al catolicismo. En el siglo XIX el fenómeno mutó hacia los judíos como raza, sin salida posible, germen de las limpiezas étnicas y matanzas que culminaron en el Holocausto del régimen nazi.
Se reconoce que el antisemitismo de raíz religiosa y conservadora en España se mueve claramente a la baja, con aún restos en el lenguaje que consideran ofensivos.
La identificación de muchos españoles con la causa palestina contamina la relación con lo judío
Sin embargo, en la actualidad en España la comunidad se enfrenta a una nueva variedad relacionada con la política, un muro que reconocen difícil de derribar, vinculado al Estado de Israel y el enquistado conflicto con los palestinos, origen de críticas frontales que sitúan a la izquierda del mapa político español y que aparece constantemente en los medios de comunicación.
"El antisemitismo está hoy disfrazado de antisionismo", afirma rotundo Benatar, un nuevo antisemitismo que desacredita y oscurece en su opinión la realidad de Israel, un país a la vanguardia en tecnología, cultura, ciencia, con un 20% de población árabe -más de un millón- en igualdad de derechos y una tolerancia que la convierte en capital gay de Oriente Próximo, destaca. "Todos los judíos que conozco son sionistas", añade Benatar, aludiendo a una identificación con Israel de toda la comunidad judía difícil de romper, más allá de algunas críticas parciales a lo que pueda hacer algún dirigente actual del país.

Juderías sin judíos

"La población judía es fiel reflejo del país donde está", afirma Benatar, por lo que los judíos españoles reflejarían la diversidad del país, la variedad de niveles económicos y sociales, incluso grado de religiosidad -y ateísmo- de la sociedad española de la que forman parte.
A diferencia de otros países, en España no existen barrios judíos, la comunidad se encuentra bastante atomizada y dispersa y no aperece concentrada. Por áreas destacan Madrid, Barcelona y la costa del Sol, con unos 10.000 judíos cada una.
Tras siglos en los que la presencia judía en España fue prácticamente inexistente, la comunidad judía actual tiene sus orígenes en la salida de Marruecos de miles de judíos tras la independencia del país a mediados del siglo XX y la llegada de argentinos, también venezolanos, en las últimas décadas.
Marruecos y Argentina se encuentran en el origen de muchos judíos españoles
Los orígenes hoy están mezclados -el propio Benatar es hijo de sefardí de Tetuán y de madre húngara -ashkenazi, centroeuropea-, el origen marroquí hoy está ya diluido en españoles de primera y segunda generación, y la identidad judía hay que buscarla más allá de la práctica religiosa, en la identificación con una herencia cultural y familiar muy fuerte.
Si no existen barrios judíos en España sí se encuentran juderías históricas, sin judíos, reflejo de una historia brillante y un pasado que ha dejado, en Toledo, las sinagogas de Santa María la Blanca y la sinagoga del Tránsito, que alberga el Museo Sefardí. Existe una red de juderías en defensa del patrimonio urbanístico, arquitectónico, histórico y cultural del legado judío en España que agrupa, junto a Toledo, a Girona, Cáceres, Calahorra, Palma de Mallorca, Córdoba, Ávila, Segovia, Tudela y hasta una veintena de localidades que suman medio millar de enclaves judíos históricos en la Península, promocionados como "Caminos de Sefarad".

Cultura para romper barreras

Otra iniciativa cultural de especial importancia es el Centro Sefarad-Israel, promovido por el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, nacido en 2007 y 'hermano' de otros proyectos como Casa América, Casa Árabe, Casa Mediterráneo o Casa África.
Fernando Vara de Rey, director de Relaciones Institucionales, destaca el carácter de institución pública del Centro y su objetivo de romper tópicos, establecer puentes y difundir la cultura judía y sefardí entre toda la población española.
El Centro Sefarad-Israel, con sede en plena e histórica calle Mayor de Madrid, organiza cursos de hebreo, una media de tres actividades semanales, exposiciones y, durante estos días, actividades relacionadas con el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz (ver artículo de apoyo), declarado Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto y de Prevención de los Crímenes contra la Humanidad.
Centro Sefarad-Israel, en la calle Mayor de Madrid. | PND
Cuatro líneas de trabajo ocupan la actividad de los profesionales del Centro, la promoción cultural (incluida música, gastronomía, artes escénicas, literatura, cine), el estudio del antisemitismo, el establecimiento de lazos con Israel, dando a conocer todas sus facetas y la difusión de su realidad; y, en muy primer plano, el acercamiento de la diáspora sefardí, los judíos con origen en la España medieval, expulsados en 1492, que formaron comunidades en todo el norte de África, Turquía y los Balcanes, muy diezmados en la Segunda Guerra Mundial pero aún presentes en Estambul, Sofía, Sarajevo, Belgrado e Israel, con una fuerte identidad hispana y en muchos casos conservando la mezcla de castellano medieval y hebreo que se conoce como ladino.
En abril se celebra en Madrid un encuentro de sefardíes de todo el mundo
El Centro se encuentra preparando para el próximo mes de abril un encuentro, esta vez en España, de judíos sefardíes de todo el mundo. Destaca Vara de Rey también la reciente modificación de la normativa para facilitar la concesión de la nacionalidad a los descendientes de judíos sefardíes.
Se estima que en todo el mundo existen unos tres millones de sefardíes, sobre una población total de 14 millones de judíos, para quienes la posibilidad de conseguir la nacionalidad española se ha recibido como una reparación simbólica, más allá de los efectos prácticos de contar con un pasaporte de la UE.

Los jóvenes se están marchando

La comida conocida como kósher es aquella que cumple con los preceptos religiosos judíos y es tan variada como los orígenes geográficos de las comunidades judías, desde Oriente Próximo al centro de Europa.
La tradición prohíbe comer carne de cerdo, animales acuáticos sin escamas y aletas, mezclar la carne con los lácteos. Kósher son productos en los que se ha controlado también el proceso de elaboración y actualmente reciben una etiqueta que certifica que son aptos para el consumo de un fiel judío.
Los animales deben ser desangrados completamente para su consumo. Así lo explica la familia Shalom Susana, de origen sefardí, propietaria de una tienda de alimentación y un restaurante en las cercanías de la sinagoga central de Madrid, en el barrio de Chamberí.
El patriarca, originario de la marroquí Tánger, tampoco relata incidentes antisemitas, y sí se muestra preocupado porque los jóvenes están emigrando, circunstancia certificada también por otras fuentes. La causa es en gran parte compartida por el resto de la juventud española, la búsqueda de oportunidades profesionales fuera de las fronteras españolas, que en su caso les lleva a Francia, Estados Unidos, Alemania principalmente, quizá con el matiz añadido con respecto a otros jóvenes el carácter inquieto de la comunidad y, sólo en el caso de los más religiosos, un porcentaje desea vivir su experiencia religiosa en Israel.
Los jóvenes judíos españoles emigran en busca de trabajo
La marcha de los jóvenes parece que afecta negativamente al negocio. Junto a estas pequeñas tiendas de ultramarinos del centro, en Madrid es posible encontrar comida kósher en El Corte Inglés y por comercio electrónico.
La comida kósher es cara, en su mayor parte importada de Francia, incluso algunos productos elaborados en España hacen el viaje de ida y vuelta. Se encuentra vino kósher del Penedés, Navarra o Madrid desde 10 euros, Coca Cola a tres, chorizo de ternera, embutidos, lácteos, galletas, mermeladas. La carne suele venir congelada de fuera de España, aunque existen mataderos que garantizan el rito, de pollo en Almería, de otras carnes en la misma Villalba de la alcaldesa del PP.
En la gran superficie informan de que la mayor demanda es de ensaladas, embutidos y pollo, éste a 13 euros el kilo y de origen francés. En sus lineales se puede encontrar una amplia oferta que incluye hasta nuggets con forma de dinosaurio; y asoman también unas tarrinas con la leyenda "Auténtico Hummus", la popular pasta de garbanzos con sésamo y pimentón de consumo generalizado en todo Oriente Próximo, saltando fronteras y paladares sin importar nacionalidad ni confesión religiosa.

Sugerencias



lunes, 9 de junio de 2014

Teatro, tecnocracia, populismo

Sólo tenemos tres alternativas para romper el techo estadístico que sitúa nuestra esperanza de vida en 81,8 años: la patria, el fútbol y la religión.
El problema es que combinan mal. Y han ido perdiendo facultades a lo largo del tiempo.
Se nos dice que hace 500 años todo era religión, el principal factor de identidad, y así se justifica la expulsión de 200.000 españoles moriscos en 1609 y de 200.000 españoles judíos en 1492 (o eran entonces todos españoles o ninguno, ni los cristianos). Sospecho que era el principal factor de identidad política para la monarquía hispana, algo parecido a un programa de gobierno claro. Y siempre hay que tener en cuenta que el cardenal Cisneros tenía oposición ideológica, que en otros lugares no se actuaba exactamente así, se perseguía por ejemplo a las brujas, o se cobraba un impuesto a los diferentes.
Un buen sistema político-religioso combina rito y dogma, una parte teatral y un conjunto de reglas morales que ayudan a regular el día a día. El rito ha permanecido, el dogma religioso hoy no sirve para codificar la sociedad.
Desaparecido buena parte del contenido, el teatro de las celebraciones deportivas, de los actos de Estado, de los congresos de los partidos políticos, de las ceremonias religiosas, tienen poco recorrido, saben a poco, emocionan un ratito y desaparecen. Lo que tardan los servicios de limpieza en eliminar los restos de la celebración, y lo hacen rápido, deben ser subcontratas que cobran a destajo.
Imanes de nevera a la venta en
Toledo en mayo de 2014.
Cuando Ana Botella mezcla en la misma frase a Aznar con la final de la Copa de Europa de fútbol y el triunfo del PP en las elecciones europeas, se confunde y nos confunde. El dogma popular no añade nada al fútbol ni lo contrario.
Cuando aparece un capellán castrense en un desfile militar, algo chirría, teniendo además en cuenta la suma de ateos, agnósticos, musulmanes y protestantes de uniforme y de paisano.
Cuando un grupo de mozalbetes millonarios ofrecen un triunfo deportivo a la virgen de la Almudena… no ocurre nada especial, porque el fútbol, como acaba de descubrir el Ministerio de Asuntos Exteriores en un sesudo informe, provoca dosis altas de emoción pero no tiene contenido político profundo.
Las élites, la casta que algunos llaman (suena a Edad Media, estos de Podemos tienen hallazgos terminológicos), tienden a compensar su falta de legitimidad, o su mala conciencia por la enorme distancia con el ciudadano, ligando su figura a asuntos trascendentes.
Pero la suma de asuntos trascendentes, lejos de reforzarlos a todos, se compensan.
Cuanto más trascendencia aparente, menos contenido. El ciudadano parece exigir que se dedique tanto esfuerzo al contenido como al teatro, al fondo como a las formas, tanto trabajo a las ideas como al rito.
¿Monarquía o República? Otros contenidos. Y la gente quiere participar en el proceso, incluso en la elección del marco institucional.
Tiene que haber vida más allá del teatro, la tecnocracia y el populismo.


Furgones de la Policía en un restaurante de
Despeñaperros esta Semana Santa.

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