Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Sin duda es terror, pero algo le falta al atentado criminal de Niza para calificarlo de terrorismo, en concreto vínculos estrechos con una organización y un objetivo político.
Recordemos que un camionero de Niza atropella mortalmente el 14 de julio a 84 personas que celebraban en el paseo marítimo la fiesta nacional francesa.
Al día siguiente, el primer ministro Manuel Vals declara que el autor es "un terrorista, sin duda, vinculado con el islamismo radical de una forma u otra". En realidad el momento de la declaración era demasiado temprano para despejar la forma de la vinculación, pero no se dudaba de su existencia.
Cinco días después del atentado el ministro del Interior francés reconoce no tener pruebas de conexión del conductor con organización yihadista alguna.
Aunque no siempre se produzca, lo habitual es que la organización terrorista saque provecho propagandístico del atentado, el objetivo de un acto terrorista va mucho más allá de los muertos directos, es toda la sociedad a través de los medios de comunicación.
La reivindicación de Niza llega a las 48 horas del atropello mortal a través de la agencia de noticias Amaq, "voz autorizada de la organización terrorista", signifique lo que signifique "voz autorizada".
El autor "es uno de los soldados del Estado Islámico" y el atentado "es una respuesta al llamamiento a atacar los objetivos de la coalición" que bombardea por la zona de Oriente Próximo.
La reivindicación es calcada de la difundida por esa agencia con motivo del asesinato de 50 personas en un club nocturno de ambiente homosexual en Orlando (EEUU) el pasado mes de junio (comete el error de duplicar los muertos, la tal agencia no es muy fiable).
No aparece Amaq en la autoría del coche bomba contra una heladería en Bagdad el 3 de julio que dejó 250 muertos, se nos dice que mayoritariamente chiíes, aunque no existen aún estudios concluyentes sobre un gusto diferente por los helados entre las dos ramas del Islam; en ese caso se reivindica desde redes sociales sin concretar y el comunicado rebaja la cifra de muertos hasta 40, caso éste insólito en la historia del terrorismo.
Amaq sí es el vehículo donde aparece la reivindicación del atentado contra el aeropuerto de Bruselas en marzo, dos textos de cuatro folios llenos de retórica pseudorreligiosa, no cuatro líneas.
Acudamos al diccionario de la Real Academia, terrorismo:
1. Dominación por el terror.
3. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.
En síntesis, tenemos la voluntad de infundir terror, con cierta continuidad, e interviene algún tipo de organización con el objetivo de presionar e influir hacia un cambio por parte de responsables políticos. Nada de esto se da en Niza.
Entre las reacciones aparece Rajoy, que ha estado rápido al dirigirse a la nación a las 9 horas del día siguiente al atentado, aún más que sus correligionarios franceses acusando al Gobierno Hollande de no haber hecho lo suficiente para evitar lo ocurrido. El presidente español -en funciones de repetir en el puesto- anunció una reunión policial para calibrar el nivel de alerta y otra del pacto antiyihadista.
El Gobierno PP ha perdido una nueva ocasión para convocar con causa directa el Consejo de Seguridad Nacional, o su comité de situación sin ministros, a pesar del atentado en Niza y el golpe de Estado en Turquía en 48 horas, aliado éste de la OTAN donde además España tiene desplegados 150 militares operando una batería de misiles Patriot instalada allí no está claro si pensando en Siria, Rusia, en todos o en nadie.
Niza más Turquía no han sido motivos suficientes para convocar el máximo órgano de decisión y coordinación del país en materia de seguridad.
Resulta arriesgado opinar sobre terrorismo, más allá del moralismo improductivo del mal contra el bien, porque se intenta analizar con datos escasos y porque en esto de la seguridad se manejan realidades -fruto de una investigación que lleva su tiempo-, pero también abundan las ficciones para que la población se sienta segura (o insegura).
Con la información disponible, se puede destacar que el camionero no se suicidó; nada de su comportamiento anterior lo relacionaba con el extremismo religioso ni con la la religión; todo apunta a que sufrió un proceso de muy rápida radicalización, tenemos sus búsquedas en internet ("horribles accidentes mortales", escribía el sujeto en Google) y sabemos que se dejó la barba una semana antes del crimen como signo futuro de radicalismo que no llegó a culminar, una buena barba yihadista o hipster tarda bastante más tiempo en cuajar.
La conclusión provisional de todo lo anterior es que asistimos y asistiremos a variadas formas de atentados y actos criminales, difíciles de encuadrar, manadas de lobos, lobos en parejas, lobos solitarios y hasta perros asilvestrados; el uso de estos términos animalizados no es nunca casualidad (lobos, alimañas, cazar, madrigueras...), dan fuerza al discurso.
Oslo en 2011 (77 jóvenes socialistas asesinados por un extremista cristiano), Niza, Orlando y el ataque de un joven con un hacha en un tren alemán de Cercanías no parecen tener relación entre sí ni con organización alguna, aunque sí comportamiento.
Lo anterior puede parecer una reflexión bizantina sobre terrorismo, del que no hay una definición internacionalmente aceptada (el terrorismo de estado se resiste a ser clasificado), pero es que si no se afina en el diagnóstico difícilmente acertarán las respuestas.
Un matiz de interés es que en el mundo hay muchos radicales y extremistas que no ponen bombas, el objetivo sería detectar y en lo posible con antelación la decisión que lleva al radical a utilizar la violencia.
Junto con la actuación policial, va cobrando peso la prevención, donde hay mucho de servicios sociales y educación a nivel local que se escucha infinitamente menos que la decisión de bombardear con mayor intensidad el antaño conocido como Creciente Fértil.
La conclusión acumulada es que la religión extrema y violenta se ha convertido actualmente en la ideología antisistema o su paraguas, milite el destructor en una organización terrorista o sea él su único miembro.
Y que hay mucho oportunismo en la reivindicación.
En periodismo es frecuente que una plataforma te ofrezca una colaboración no remunerada con el argumento de que ellos ganan contenido y tú, visibilidad, pero sería complicado encontrar un juez que eso lo definiera como una relación laboral. El acuerdo refleja la debilidad de las dos partes.
Terroristas, militaristas y pacifistas vamos a acabar todos autónomos, presentando la declaración trimestral del IVA e imitando en el logo a alguna multinacional sin que se note mucho, cadenas que pese a su imagen global funcionan con franquicias locales.
Sugerencias
- La radicalización de Europa, por Santiago Alba Rico (Rebelión.org, 26-7-2016).
- Bech: “Breivik era un lobo solitario, pero pertenecía a una manada” (El País, 22-7-2016).
- El mejor amigo del ISIS, nuestra estupidez, por Ramón Lobo (infoLibre, 21-7-2016).
- ‘Franquiciados’ Daesh y el nuevo terrorismo, por Andrés Ortiz Moyano (esglobal, 20-7-2016).
- Niza: ¿Locura, terrorismo o guerra?, por Francisco Javier Ayuela y Federico Aznar (Bez.es, 20-7-2016).
- Sarkozy reprocha al Gobierno no haber hecho lo suficiente contra el terrorismo (El Diario.es, 17-7-2016).
- Al Qaeda reivindica la autoría del puñetazo a Rajoy (El Mundo Today, diciembre 2015).