jueves, 10 de marzo de 2022

'No a la guerra' casi 20 años después de Irak

Extractos de artículo de Fernando Varela publicado en infoLibre.


La batalla que libran los habitantes de Ucrania contra los invasores rusos ha abierto un intenso debate entre los partidarios de suministrar armas a los agredidos para defenderse de las tropas enviadas por Vladímir Putin y quienes se oponen a hacerlo porque, aseguran, sólo conseguirá alimentar una escalada militar que amenaza con derivar en una nueva guerra mundial. 

Los primeros, que afirman estar en contra de la guerra, pero invocan el derecho a la legítima defensa, son acusados por los segundos de haberse puesto al servicio de la OTAN. Los segundos, que rechazan el uso de armas para resolver los conflictos, son retratados por los primeros como buenistas o ingenuos, cuando no de quintacolumnistas de Putin (...).

infoLibre ha pedido opinión a cuatro expertos en la materia para tratar de añadir argumentos a un debate que, en muchos casos, ha derivado en una descalificación global de las posiciones contrarias. ¿Qué ha cambiado de Irak a Ucrania para que la izquierda se haya dividido en la respuesta a la guerra? (...).

Carlos Penedo, analista de Defensa y Seguridad, periodista y vicepresidente de IDAPS, defiende que en las últimas dos décadas “ha cambiado mucho todo, el escenario internacional, la naturaleza de los conflictos” y hasta “el armamento”. Y “probablemente también la sociedad española, de izquierdas y derechas, consciente más hoy de la importancia de la seguridad”. “Ha avanzado también el reconocimiento profesional a las Fuerzas Armadas” después de verlos “actuando en situaciones críticas recientes, como Filomena y el covid, además de las misiones internacionales de estabilización”.

En su opinión, lo que permanece en el tiempo entre Irak y Ucrania es “la posición mayoritaria antiviolencia de la sociedad española. Quizá el término ‘antimilitarista’ suene antiguo, pero antimilitarismo no significa estar en contra de lo militar, sino contra el predominio de lo militar en la política y sobre el Gobierno, de larga tradición en España hasta muy recientemente. Hoy no se declaran militaristas ni los propios militares”, sostiene.

Y “ha cambiado claramente”, añade, “la posición del Gobierno español ante un conflicto armado: en 2003 estaba en la coalición de apoyo a la invasión de Irak en una guerra inventada; hoy está en contra de otra invasión, la de Ucrania. Entonces el Gobierno español apoyaba al agresor y hoy a la víctima”.

También ha mudado la sociedad española, y especialmente la izquierda, afirma Penedo. “Se declara abiertamente europeísta en cuanto a seguridad. Una reciente encuesta de la Fundación Alternativas dejaba claro que confiamos en primer lugar en la Unión Europea para protegernos de las amenazas a nuestra seguridad, por encima de la OTAN e incluso de nuestras propias capacidades nacionales en solitario”.

Es es algo a lo que está contribuyendo de manera decisiva el conflicto en Ucrania: esta semana la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, decía en el Parlamento Europeo que la UE ha avanzado más en materia de seguridad y defensa común “en seis días que en las últimas dos décadas”, recuerda.

¿Tienen sentido, entonces, los discursos que apelan exclusivamente a la diplomacia y rechazan el envío de armas? (...).

Penedo, por su parte, apunta que “el instrumento militar jamás resuelve ningún conflicto. Como mucho permite ganar tiempo, pensando en una fuerza de interposición como la que tiene España en el sur de Líbano desde 2006”. Eso significa que “la resolución siempre será diplomática y política. Toda guerra es el fracaso de la negociación y la política, el triunfo de la irracionalidad y del lenguaje de la violencia”. Eso significa que “la salida del conflicto en Ucrania solo puede ser negociada”, pero eso es algo que en su opinión tardará aún en llegar.

¿Qué temen los que se oponen a enviar armas? El vicepresidente de IDAPS sospecha que tiene miedo de pasar de “país ayudante a parte beligerante”. A su juicio, “se puede discutir y defender o no la apelación a la diplomacia, apoyar o rechazar el envío de armas”. Pero hay que tener cuidado: “En las situaciones de conflicto como las que vivimos se reduce el espacio del contraste de opiniones, enseguida se forman frentes y se acusa al discrepante de traidor, se generaliza el brochazo y la división entre buenos y malos, sin espacio para el matiz o la argumentación”. Exactamente lo que está pasando en la izquierda. Conviene recordar que, en cualquier caso, el contraste de opiniones y el debate “es una fortaleza de nuestro país y nuestro sistema democrático, no una debilidad: en Rusia este debate público es imposible”.

¿Hay alternativa? (...).

Penedo afirma que tanto el ‘no a la guerra’ de hoy como el de 2003 representan “un rechazo frontal a la fuerza militar para la resolución de conflictos internacionales”. En ese sentido “siempre es bueno recordar que la guerra está prohibida por Naciones Unidas desde 1948, salvo en caso de legítima defensa, individual o colectiva, ante una agresión armada”. Por eso el derecho de Ucrania a defenderse está amparado por la Carta de Naciones Unidas, recuerda en línea con el resto de voces expertas consultadas por infoLibre. 

Pero “también debiera ser compatible oponerse a la invasión de Ucrania y cuestionar cómo apoyamos” a ese país, argumenta. Discutir “si la OTAN es hoy el instrumento de seguridad de su nacimiento”, si “es el mejor para la seguridad de nuestro país o si es necesario un nuevo sistema de seguridad internacional que hoy no existe”.

El papel de la ONU

En relación con España, señala Penedo, “de la invasión de Irak se extrajeron lecciones valiosas, como la necesidad, ante una intervención armada, de contar con el mayor grado de legalidad y legitimidad”. De ahí nació, “con ciertas limitaciones”, la Ley Orgánica de la Defensa Nacional de 2005. Pero “hay que reconocer que ese espíritu de implicar a la sociedad española en las intervenciones militares de España en el exterior ha caído con el tiempo”.

Las limitaciones, explica, vienen, por ejemplo, de que las operaciones en el exterior de las Fuerzas Armadas españolas no requieren la autorización del Parlamento si se producen en el marco de la OTAN, como es este caso. En su opinión habría que reformar el papel del Congreso en este tipo de crisis y decisiones. “Nunca son bastantes los esfuerzos para reforzar la legalidad, legitimidad y el debate público sobre la participación de nuestro país en un conflicto armado” (...).