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jueves, 22 de abril de 2021

Ramadán 2021

 

Con la regularidad matemática que tiene el movimiento de los planetas a través de la energía oscura, llegan hasta nosotros las fiestas religiosas y civiles: el Carnaval, la Semana Santa, las Fallas, las ferias andaluzas de primavera..., el Ramadán ahora; uno de los cinco pilares del islam, mes del calendario islámico ligado a la espiritualidad, al ayuno durante el día, al descontrol horario, comidas especiales, la ilusión de los niños y a la celebración social y familiar, que comenzó este 13 de abril.

Reconozcamos al Ramadán que aporta cierta imprevisibilidad, por aquello de la luna que lo hace moverse por el calendario unos días cada año, es una regularidad algo desplazada.

Los virus que flotan en el ambiente y sus restricciones están provocando que estas fiestas pasen sin entusiasmo. Silvio Rodríguez podría cantar hoy a dónde van los cumpleaños que no celebramos. ¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van? ¿Y a dónde van? ¿A dónde van?

La pandemia nos invade con su chaparrón de datos difíciles de encajar, los partes diarios, la satisfacción de haber pasado una semana más..., como para pensar en el más allá, pero los recordatorios religiosos llegan al más acá sin pedir permiso.

¿Novedades del Ramadán 2021? Se celebra con trece meses de pandemia a nuestras espaldas, sin el susto en el cuerpo de 2020 pero con restricciones y toques de queda que impiden las reuniones nocturnas que tanto caracterizan estas fechas. Las autoridades islámicas en España avisan que "se desaconseja realizar el iftar en la mezquita -la ruptura del ayuno al caer la tarde, el desayuno podríamos llamar-, a fin de evitar aglomeraciones y riesgos de contagio, debiendo en todo momento guardar las distancias interpersonales y uso correcto de las mascarillas, sin dilatarse en el tiempo".

Lo primero, datos. Según el Estudio demográfico de la población musulmana, el último publicado a finales de 2019, elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España -UCIDE-, en nuestro país viven 2.100.000 musulmanes, con una mayor presencia en Cataluña (560.000), Andalucía (340.000), Madrid (300.000) y Comunidad Valenciana (220.000).

En estos datos hay niños y seguro que incluyen agnósticos y ateos, se trata de una aproximación que utiliza nacionalidades y generalizaciones, porque no existe un censo confesional en España, ni otro estudio más fiable que éste.

Desde hace no muchos años, la primera nacionalidad de los musulmanes en España es... la española (880.000 personas), seguida de la marroquí (810.000) y a distancia ciudadanos con origen en Pakistán (90.000), Senegal (70.000) y Argelia (60.000).

De los musulmanes españoles digamos que 350.000 son nacionalizados, unos 70.000 son ceutíes o melillenses y medio millón son menores.

Hay 80 profesores de religión islámica en España (la Conferencia Episcopal cifra en 34.000 los de religión católica en el país).

El Ramadán de 2020 comenzó con el fallecimiento por la pandemia de Riay Tatari, el presidente de la Comisión Islámica de España durante varias décadas, persona respetada e interlocutor habitual de la Administración. Resulta que su sucesor, Aymán Abdli, ha sido este mes de marzo detenido y puesto en libertad tras prestar declaración al estar investigado por su participación en una red de financiación de organizaciones yihadistas, por enviar dinero con ese fin a Siria.

El suceso, cuyo afectado niega y en cualquier caso desliga de su papel representativo, aporta confusión a la representación del islam en España, tradicionalmente dividida entre la UCIDE y la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), las dos grandes organizaciones que se unen en la Comisión Islámica de España; vuelve además a relacionar islam con terrorismo, mantra que parecía ir claramente a la baja como causante de todos nuestros miedos tras triunfar desde comienzos de siglo, sustituido recientemente por el ciberpánico.

Otro asunto digno de estudio es si estas organizaciones representan fielmente a los musulmanes hispanos y si la Administración tiene formas alternativas para conectar con ciertos colectivos al margen de su confesión, pensando en población inmigrante.

Saltando a un ámbito más festivo se encuentra el capítulo de las felicitaciones. Junto con la tradicional pieza informativa sobre el Ramadán de Televisión Española desde Marruecos, no desde más cerca, se merece su aparición en esta columna el Atlético de Madrid, que ha felicitado este año a los musulmanes desde Twitter en inglés y árabe, siguiendo la falsa creencia de que el islam es algo ajeno a España e ignorando a dos millones de personas que podrían llenar el Wanda Metropolitano un domingo tras otro.

El Real Madrid felicitó en 2017 con parte de la plantilla el Ramadán a los musulmanes de Arabia Saudí, sugerencia de patrocinador que ha debido de cambiar en la presente temporada.

La prensa deportiva no es extraño que trate este tema, el mismo As publicaba un artículo este mes sobre el partido Real Madrid-Liverpool y las circunstancias de Benzemá y Salah, llegando siempre a la conclusión de que el deporte de élite pues no se ve afectado por estas cosas por razones evidentes.

Saliendo del fútbol, la felicitación institucional a los musulmanes es algo habitual en otras latitudes, por aquí escasea y por tanto hay que reconocérselo al comandante militar de Ceuta, el general Alejandro Escámez, que aprovechando las páginas del periódico El Faro compartía el 12 de abril que, a pesar de la covid, "no deja de ser ésta una fecha muy especial para la comunidad musulmana, para los militares de la guarnición que profesan esta religión, y para todos los ceutíes que convivimos en esta magnífica ciudad. Sin embargo será una celebración en la que la paciencia, el recogimiento y oración individual, la ayuda a los más necesitados y la esperanza adquirirán una mayor trascendencia por esta particular coyuntura".

El general Escámez aprovechaba "para desear, en nombre de todos los componentes de la Comandancia General, a toda la familia que constituye la comunidad musulmana de Ceuta, un dichoso y fervoroso Ramadán con un venturoso Aíd al Fitr, reinando la paz y alegría en sus hogares y anhelar que pronto veamos el final de esta pandemia y con ello se recupere la plenitud de esta celebración. Ramadán mubárak". Conoce el general la presencia no pequeña de militares españoles de confesión musulmana en algunas unidades; y que es perfectamente compatible ser musulmán, militar del ejército español y emocionarse hasta el nudo en la garganta y sentir como propio el malagueño Cristo de la Buena Muerte.

La pandemia provocada por el covid-19 ha dejado de alguna forma en suspenso cómo evoluciona la religiosidad en España, la tendencia clara de bajada de la práctica religiosa (de las bodas católicas, por ejemplo) compatible con el boom de participación en su expresión festiva como síntoma de identidad cultural, léase procesiones de Semana Santa. Las confesiones organizadas sin ritos sociales -limitados en tiempos de pandemia- pierden gran parte de su sentido, y uno sospecha que los muchos participantes en celebraciones religiosas lo hacen movidos por razones añadidas a la fe.

A raíz de polémicas en algún punto estériles sobre si la religión organizada favorece o penaliza libertades individuales, digamos que el marco legal español no facilita la imposición social de restricciones más o menos justificadas por motivos religiosos.

Resulta diferente ser musulmán en España o en un país mayoritariamente islámico, la oferta religiosa en España es amplia, la presión social menor, la identidad de los ciudadanos es diversa y hasta puede ser cambiante con el tiempo, no de confesión, sino de alternar procesiones con partidos de fútbol, reivindicación política o práctica social o cultural.

Decía Silvio Rodríguez: "¿A dónde va lo común, lo de todos los días? ¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga? ¿A dónde va la sorpresa casi cotidiana del atardecer? ¿A dónde va el mantel de la mesa, el café de ayer?".

Para dos millones de convecinos durante estos días el Ramadán forma parte de lo pequeño y en algunos casos lo grande, entre el desinterés de la sociedad y de sus portavoces.

Para finalizar, una referencia no religiosa: el reciente nacimiento del periódico digital Baynaná (significa 'entre nosotros'), "un medio online bilingüe -en árabe y español- que apuesta por el periodismo social y de servicio público. Nuestra revista -se autodefinen- aspira a ofrecer información de utilidad a la comunidad arabófona en España y, al mismo tiempo, tender puentes entre las personas migrantes, refugiadas y españolas de origen extranjero, y el resto de la sociedad".

Un ejemplo de iniciativa cultural poco frecuente de la comunidad inmigrante de origen árabe en España. Las religiones en su mejor versión son cultura; y hay también mucha cultura no religiosa. 

Bienvenidos todos los puentes.

Sugerencias


viernes, 8 de mayo de 2020

Ramadan et covid-19

 

Il y a des obsessions qui sont gratifiantes à pratiquer une fois par an, certains le font en écrivant une colonne anti-corrida, dans mon cas en parlant -contre le courant- des musulmans au Ramadan. 
Mosquée-cathédrale de Cordoue, Espagne (Photo: PND, 2018).
Il s'avère qu'il y a environ deux millions de citoyens de religion musulmane en Espagne qui célèbrent le Ramadan à partir du 24 avril, le mois lunaire du calendrier islamique avec le nom duquel nous identifions le jeûne, qui est en fait le précepte religieux et l'un des cinq piliers de l'Islam. 
Le Ramadan est probablement la plus grande période festive pour un musulman ; il commémore la révélation du Coran à Mahomet et le résultat pratique consiste en une somme de spiritualité, de relations sociales liées à la nourriture et aux horaires modifiés, ingrédients présents dans toutes les grandes fêtes de toute culture, cette année marquée par la maladie qu'ils ont appelée COVID-19, causée par un coronavirus, et l'enfermement à la maison qui en a résulté.
Du point de vue de la communauté, ce Ramadan a commencé par la mort, suite à la pandémie, de Riay Tatari, président de la Commission islamique d'Espagne depuis plusieurs décennies, un Espagnol d'origine syrienne qui est arrivé dans ce pays dans les années 70 pour étudier la médecine et qui est resté ici, représentant et parlant aux musulmans pendant des années avec l'administration et l'imam de la mosquée du quartier madrilène de Tétouan. Les adieux sincères publiés, même par des représentants d'autres confessions, et le souvenir de l'auteur d'une ancienne interview, confirment le caractère unique de la personne et l'appréciation qu'elle a suscitée. 
Comme il n'est pas trop connu, car il fournit des informations pour mentionner qu'en Espagne pour la première fois ce chiffre frappant de deux millions de musulmans a été dépassé, mais dans cette colonne je pense que je n'ai pas besoin de titres spectaculaires et en plus le calcul est une estimation, dans notre pays la confession religieuse n'apparaît pas parmi les données du recensement (la source est le rapport annuel sous le nom « Etude démographique de la population musulmane », élaboré par l'Union des communautés islamiques d'Espagne -UCIDE-).
Il peut être surprenant que la première nationalité parmi les musulmans d'Espagne soit l'espagnol, suivi de près par les marocains (chacun comptant plus de 800 000 fidèles) ; à une grande distance, avec un peu moins de 100 000, les citoyens ayant la nationalité du Pakistan, du Sénégal et de l'Algérie. Le fait qu'il y ait beaucoup d'immigrants nationalisés parmi le collectif est une autre des réalités très réelles et très ignorées de notre pays, parce qu'ils sont aussi espagnols que les autres, par exemple, lorsqu'il s'agit de voter. 
Les municipalités qui comptent le plus grand nombre de concitoyens musulmans sont Barcelone, Ceuta, Madrid et Melilla, suivies par El Ejido (Almeria) et Murcie. Dans le monde, il est également peu commun de savoir que les pays comptant le plus grand nombre de musulmans sont l'Indonésie, le Pakistan, l'Inde, le Bangladesh, le Nigeria, l'Iran, la Turquie et l'Égypte, premier pays arabe sur la liste. Il est difficile de parler de 1,8 milliard de personnes comme d'un tout homogène, encore plus difficile d'extrapoler la version saoudienne de l'Islam ou toute autre à l'ensemble. Et jusqu'à présent, les informations.
Coronavirus 
Le multiculturalisme et la diversité religieuse en Espagne sont une réalité peu visible, ou peu visible. Ici, l'affichage public de festivités non catholiques n'a pas triomphé, comme c'est le cas en France ou du moins dans le cinéma français, ce qui reste une déclaration d'intention ; nos premiers ministres ne pensent pas non plus que rompre le jeûne de la harira le soir d'un des jours du Ramadan leur apporte quoi que ce soit, comme ils le font habituellement pour le Canada à tout moment et aux États-Unis en période démocratique. 
Cette année, afin d'illustrer la foi de manière spectaculaire, l'image de la Mecque ou du Vatican sans les fidèles donne à ces grands centres religieux l'apparence d'un centre commercial vide, dont on pourrait déduire que la divinité est une création humaine ou du moins dépend du public.
Le COVID-19 a apporté de grandes nouvelles. L'un des plus surprenants a été que dans cette grande crise sanitaire mondiale, la religion a disparu, non pas dans sa facette spirituelle et personnelle pour ceux qui ont la foi, mais dans sa part non négligeable de représentation culturelle et sociale ; voire caritative. Et même l'aspect social de la Semaine Sainte catholique, le pèlerinage du Rocío, de la Fête-Dieu et du Ramadan, a été surmonté d'un geste lunatique, mais sans grand tumulte religieux, en net contraste avec la multitude de personnes qui traînent leurs célébrations publiques. Nous avons découvert avec la quarantaine imposée par le COVID-19 qu'il est possible de vivre sans prendre la voiture tous les jours, sans faire huit achats hebdomadaires, sans les spectacles sportifs et sans les manifestations publiques de religion, tout cela ayant des éléments de modernité.
Les chroniques racontent que le tremblement de terre de Lisbonne de 1755, en plus de marquer la naissance de la sismologie, a provoqué une formidable réaction pour démontrer rationnellement l'existence du Dieu chrétien, assommant le personnel par une telle manifestation de colère divine. Elle a également eu une réponse éclairée et philosophique. Nous n'avons encore rien vu de tout cela comme une conséquence du coronavirus. 
Le Ramadan est un moment très approprié pour parler de la diversité culturelle, de l'immigration, de l'intégration, en échappant à son lien médiatique habituel avec la violence, et c'est peut-être pour cette raison que nous ne retrouvons pas souvent ce festival et ses adeptes dans les médias. Musulman et pacifique sont deux mots qui ne semblent pas bien se marier du point de vue de l'infotainment, même si nous savons depuis au moins cinq ans que le plus grand problème de violence politique en Europe et en Amérique du Nord vient de l'extrême droite violente, et non des adeptes radicalisés d'Allah. Reconnaissons les efforts déployés pour mettre en avant le Ramadan dans le "Informe Semanal" (RTVE), pour y avoir consacré un reportage (de Rabat) ; quelques demi-pages ont été ajoutées dans certains journaux, mais pas beaucoup.
Dans le tiroir des événements inclassables de cette rubrique, sous-section du crétinisme, il faut noter que le ministère des Affaires étrangères a eu le geste de publier sur Twitter « Joyeux #Ramadan à tous nos amis musulmans ! En ce début d'année atypique, nous saluons les milliers de citoyens qui célèbrent dès aujourd'hui, en #Espagne et dans le monde, cette période centrale de leur foi » ; un tweet auquel pas mal d'internautes ont répondu avec des photos de sandwiches au jambon. 
Un autre sujet qui n'est mentionné ici et qui suggère le Ramadan est que parmi les groupes qui ont été applaudis de colère ces dernières semaines (une coutume qui a été réduite), nous avons peu de souvenirs du fait que dans de nombreuses régions d'Espagne, les travailleurs de l'agriculture sont principalement des étrangers, et il y aura aussi beaucoup de musulmans. Les considérons-nous comme des héros ? Il ne semble pas que ce soit le cas.
L'équivalent de l'eau de Javel et des gels hydroalcooliques contre l'ignorance, le racisme et la mémoire reste l'information et la culture. En continuant les initiatives de l'étranger, qu'ils appellent diplomatie publique, contre toute attente, pour ainsi dire, la Casa Árabe célèbre les Nuits du Ramadan avec un programme spécial en ligne ; depuis la Casa África, ils continuent à offrir des contenus et à suivre à la minute près l'évolution du coronavirus sur le continent (malgré l'alarmisme, chez nos voisins du sud et dans le monde arabe, la pandémie ne se propage pas comme on pourrait le penser, la science nous l'expliquera à moyen terme) ; et depuis la Casa Mediterráneo, ils s'efforcent également d'encourager l'assignation à résidence. 
« Norvège 8e siècle. Un vaisseau spatial s'écrase près d'un village viking », lit-on dans le synopsis d'un film diffusé en ces temps de coronavirus. Y a-t-il quelqu'un qui puisse donner plus en onze mots ?

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Texte original en espagnol. Traduction gracieuseté du magazine Atalayar, pont journalistique d'Espagne entre rivages et cultures, où il a également été publié.

jueves, 7 de mayo de 2020

Ramadan and covid-19

Mosque-Cathedral of Córdoba, Spain (Photo: PND, 2018).
There are obsessions that are gratifying to practice once a year, some doing so by writing an anti-bullfighting column, in my case speaking against the current of Muslims in Ramadan. It turns out that there are around two million citizens of the Muslim religion in Spain who celebrate Ramadan from 24 April, the lunar month of the Islamic calendar with whose name we identify fasting, which is actually the religious precept and one of the five pillars of Islam.

Ramadan is probably the greatest festive time for a Muslim; it commemorates the revelation of the Koran to Mohammed and the practical result consists of a sum of spirituality, social relations linked to food and altered timetables, ingredients present in every great festival of any culture, this year marked by the illness that has been called the COVID-19, caused by a coronavirus, and the confinement to home that has resulted.

From the community's point of view, this Ramadan began with the death of Riay Tatari, the president of the Islamic Commission of Spain for several decades, a Spaniard of Syrian origin who arrived in this country in the seventies to study medicine and stayed here, representing and speaking to Muslims for years with the Administration and imam of the mosque in the Tetuan district of Madrid. The heartfelt farewells published, even by representatives of other faiths, and the memory of the writer of an old interview, confirm the uniqueness of the person and the appreciation he aroused.

As it is not too well known, since it provides information to mention that in Spain for the first time this very striking bar of two million Muslims has been surpassed, but in this column I think I do not need spectacular headlines and besides the calculation is an estimate, in our country religious denomination does not appear among the census data (the source is the annual report under the name "Demographic Study of the Muslim population", elaborated by the Union of Islamic Communities of Spain -UCIDE-).

It may be surprising that the first nationality among the Muslims in Spain is Spanish, closely followed by Moroccan (each one with more than 800,000 followers); at a great distance, with a little less than 100,000, citizens with the nationality of Pakistan, Senegal and Algeria. That there are many nationalized immigrants among the collective is another of the very real and very ignored realities of our country, because they are as Spanish as the rest, for example, when they come to voting.

The municipalities with the highest number of Muslim fellow citizens are Barcelona, Ceuta, Madrid and Melilla, followed by El Ejido (Almeria) and Murcia. Nor is it common to know that the countries with the highest number of Muslims are Indonesia, Pakistan, India, Bangladesh, Nigeria, Iran, Turkey and Egypt, the first Arab country on the list. It is difficult to speak of 1.8 billion people as a homogeneous whole, even more difficult to extrapolate the Saudi version of Islam or any other to the whole. And so far the information.

Multiculturalism and religious diversity in Spain are a reality that is not visible, or not very visible. Here, the public display of non-Catholic festivities has not triumphed, as is the case in France or at least in French cinema, which is still a declaration of intent; neither do our prime ministers think that breaking the harira fast on the evening of one of the days of Ramadan brings them anything, as they usually do for Canada at any time and in the United States in democratic times.

This year, in order to illustrate the faith in a spectacular way, the image of Mecca or the Vatican without the faithful gives these great religious centers the appearance of an empty shopping centre, from which it could be deduced that the divinity is a human creation or at least depends on the public.

COVID-19 has brought significant innovations. One of the most surprising has been in this great world health crisis that religion is disappearing, not in its spiritual and personal facet for those who have faith, but in its not small part of cultural and social representation; even charitable. And even the social aspect of Catholic Easter, the pilgrimage of El Rocío, Corpus Christi and Ramadan, have been overcome with a moody gesture, but without great religious agitation, in clear contrast to the multitude of people who carry on their public celebrations. We have discovered with the quarantine forced by the COVID-19 that it is possible to live without taking the car every day, without doing eight weekly purchases, without sport-shows and without public manifestations of religion, all of which has elements of modernity.

The chronicles tell that the 1755 Lisbon earthquake, apart from marking the birth of seismology, provoked a tremendous reaction to rationally demonstrate the existence of the Christian God, knocking out the staff by such a show of divine anger. It also had an enlightened and philosophical response. None of this we have yet seen as a consequence of the coronavirus.
Illustration courtesy of Casa Árabe.

Ramadan is a very appropriate time to talk about cultural diversity, immigration and integration, escaping its usual media connection with violence, and perhaps that's why it's not often you find this festival and its followers in the media. Muslim and peaceful are two words that do not seem to marry well from the point of view of info-entertainment, even though we have already been aware for at least five years that the greatest problem of political violence in Europe and North America comes from the violent extreme right, not from radicalized followers of Allah. Let's acknowledge the efforts made to bring Ramadan to the forefront of the ‘Informe Semanal’, for having dedicated a report (from Rabat); some half pages have been added in some newspapers, but not much.

In the drawer of unclassifiable events in this column, it should be noted that the Spanish Ministry of Foreign Affairs made the gesture of publishing on Twitter "Happy #Ramadan to all our Muslim friends! In its atypical beginning this year, we greet the thousands of citizens who are celebrating from today, in #Spain and the world, this central period of their faith"; a tweet that was answered by not a few Internet users with pictures of ham sandwiches.

Another topic only mentioned here that suggests Ramadan is that among the groups that have been applauded in anger during the last few weeks (a custom that has been reduced) we have little memory of the fact that in many parts of Spain the workers in agriculture are mainly foreigners, and there will also be a lot of Muslims there. Do we consider them to be heroes? It doesn't seem so.

The equivalent of bleach and hydroalcoholic sanitizing gels against ignorance and racism, is still information and culture. Continuing with foreign initiatives, which they call public diplomacy, against all odds, so to speak, Casa Árabe celebrates Ramadan Nights with a special online programme; from Casa África they continue to offer content and to the minute the evolution of the coronavirus on the continent (despite alarmism, in our southern neighbours and the Arab world the pandemic is not spreading as might be suspected, science will explain it to us in the medium term); and from Casa Mediterráneo, as they are also making an effort to encourage confinement.

"Norway 8th century. A spaceship crashes near a Viking village", reads the synopsis of a film broadcast in these times of coronavirus. Is there anyone who can give more in ten words?

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Original text in Spanish. Translation is courtesy of Atalayar magazine, a journalistic bridge between shores and cultures where this articule was also published.

sábado, 26 de mayo de 2018

Ramadán 2018

Columna de opinión publicada también por Atalayar.
El Ramadán es una fiesta religiosa islámica que tiene la peculiaridad de moverse por el calendario, estos pueblos extraños no pierden ocasión de complicarnos la vida; pero no se mueve mucho, y también lo hace la Semana Santa.
El mes del ayuno diurno para los musulmanes, como sucede en casi todas las religiones, tiene una dimensión astronómica: la luna decide cuándo empieza y acaba, es un mes del calendario lunar islámico, que en este año ha arrancando el 17 de mayo.
Actualicemos datos: en España viven cerca de dos millones de musulmanes y la primera nacionalidad es... la española, con 834.000 compatriotas. La mayor parte de esa última cifra procede de inmigrantes nacionalizados, sobre todo en lo que va de siglo, lo que demuestra arraigo duradero en nuestro país (no se concede la nacionalidad con menos de una década de residencia legal) y otro indicio de integración es que más de la mitad de los musulmanes españoles son niños o hijos de nacionalizados.
La segunda nacionalidad entre los musulmanes en España es la marroquí (747.000) y ya a mucha distancia se encuentran los procedentes de Pakistán (80.000), Senegal y Argelia (60.000 cada uno).
En un mes festivo como éste no es momento para polemizar, por ejemplo por el número de profesores de religión, 61 docentes de Islam en toda España (unos 14.000 de religión católica), que se concentran en Ceuta y Melilla y Andalucía, y luego hay cinco en Castilla y León, cuatro en el País Vasco, tres en Aragón, dos en Madrid y uno en Canarias, cero en Cataluña y resto de Comunidades Autónomas.
Hasta aquí los datos. Una peculiaridad de este Ramadán 2018 en nuestro entorno cultural es que ha coincidido con la final en Kiev de la Champions League entre el Real Madrid y el Liverpool -este artículo está escrito antes de que se juegue-. Ejemplo de esos debates extraños que copan la prensa deportiva -extraños e interesantes al mismo tiempo-, se han publicado artículos sobre si la estrella del equipo británico, el egipcio Mohamed Salah, iba a hacer ayuno. Al final, informa El Mundo Deportivo, el nutricionista y un fisioterapeuta han contado a la prensa británica que el día de la final va a comer.
Sin conocer a Salah, a su nutricionista ni al fisioterapeuta del club, si me hubieran preguntado les habría contado a la prensa deportiva hispano-británica que el sagrado Corán establece excepciones en el ayuno, por ejemplo embarazadas, si estás de viaje, enfermos crónicos, niños o quienes desarrollan una actividad física importante, como es el caso, y además el asunto es una decisión bastante personal que se puede compensar después del este mes o con otros actos más o menos piadosos.
Aclarado en cualquier caso el ayuno de Salah salta la duda de qué harán o están ya haciendo Karim Benzemá y Zinedin Zidane, ambos franceses de familia de origen argelino y por tanto suponemos que musulmanes. Pues Karim desde hace años nos cuentan que renunció a la práctica, poco compatible con el esfuerzo futbolero, y de Zidane nada se dice.
El ayuno se rompe a la caída del sol, que para estos asuntos cae antes de lo que sospechamos, por lo que los jugadores probablemente podrían haber tomado un bocado antes del partido y sin duda en el descanso.
Tanto el Liverpool como el Madrid tienen más jugadores musulmanes, pero basta ya de estirar el asunto.
Sólo añadir que el Real Madrid este año no ha felicitado el mes a los musulmanes saudíes merengues como en 2017, quizá hayan cambiado de patrocinadores.
Otro asunto completamente distinto que ha saltado durante este comienzo del Ramadán en España ha tenido que ver con el líder de un partido político casi extraparlamentario de Cataluña, el Partido Popular, que se llama Xavier García Albiol, quien ha ocupado algún espacio informativo porque ha iniciado una campaña en Badalona en contra de la apertura de una mezquita. Albiol ya se había presentado a elecciones en esa ciudad, de la que llegó a ser alcalde, prometiendo limpiarla de chusma; ahora le miran de reojo incluso en su propio partido, que ya están pensando en el recambio.
Este asunto de Albiol abre vías insospechadas de análisis sobre el racismo, luego suavizado en xenofobia y ahora blanqueado hasta supremacismo en Cataluña, ocupada la presidencia de la Generalitat por un racista de libro y artículo, en su caso hacia los catalanes no independentistas, y por parte del PP ejerciendo el racismo contra los inmigrantes; ya Marta Ferrusola se adelantó hace una década a estos dos.
Racismo y fútbol han sacado muy tímidamente el Ramadán 2018 en la prensa española, certificando una vez más el desinterés político y mediático hacia dos millones de ciudadanos en España de confesión islámica y a su vez la poca exposición pública de este colectivo -si se puede llamar colectivo- quizá desanimado por la falta de atención o quizá porque prefiere celebrar sus cosas hacia adentro.
El rechazo hacia los musulmanes (islamofobia), e incluso hacia los no nacionalistas catalanes cada vez parece más claro que es rechazo a quien tiene menos recursos que quien habla, teorizado el asunto como aporofobia.
En el fondo y la superficie, lo que haga una estrella del fútbol multimillonaria nos parece bien, sea católico, ateo, musulmán e incluso animista.

Sugerencias


martes, 23 de mayo de 2017

Peligro: islamofobia

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
El ministerio del Interior alemán contabilizó en 2016 más de 3.500 ataques contra refugiados y centros de acogida, diez diarios, agresiones violentas de carácter racista en su mayor parte a manos de personas de extrema derecha.
El dato refleja un problema de seguridad claramente superior a su presencia en los medios de comunicación. Se podría relacionar lo anterior con la investigación en marcha en las Fuerzas Armadas alemanas a raíz de al menos dos militares que preparaban atentados haciéndose pasar por refugiados. Racismo.
¿Sucede algo similar en España? Vayamos al ministerio del Interior, que dedica un apartado específico a estos asuntos en su web y ofrece estadísticas.
Define el Ministerio como delitos de odio todas aquellas infracciones penales y administrativas cometidas contra las personas o la propiedad por cuestiones de raza, etnia, religión, edad, discapacidad, orientación sexual, por razones de género, situación de pobreza y exclusión social o cualquier otro factor similar, como las diferencias ideológicas.
Precisamente el Gobierno Rajoy modificó en 2015 el Código Penal en este sentido, amplió y endureció este apartado -artículo 510-, de relativa actualidad por titiriteros, tuiteros y Carrero Blanco, que aquí se han encajado, compartiendo sanción penal con conductas racistas que parecen más peligrosas que aquéllas. La reforma se hizo con cierta obsesión sobre lo que circule por internet, y se acompañó en el tiempo con una modificación de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que ha creado la figura del agente encubierto informático, un policía discreto en las redes.
Contempla la normativa con mayores penas las acciones de incitación al odio o la violencia contra grupos o individuos por motivos racistas, así como actos de humillación y menosprecio.
El ministerio del Interior contabiliza en el último año del que ofrece datos (2015) un total de 1.328 incidentes en España relacionados con delitos de odio (cuatro diarios), de los que se esclarecen la mitad, se entiende que encuentran culpable o se abren diligencias en la mitad de los casos.
Los ámbitos que mayor número de incidentes registran son los de racismo y xenofobia (505), ideología (308), discapacidad (226), orientación o identidad sexual (169, éste es de los pocos que muestra tendencia a la baja), y con cifras ya más bajas creencias o prácticas religiosas (70) y cierra el catálogo el antisemitismo (nueve casos en un año).
Los casos anteriores tuvieron 1.166 víctimas, en un 73% españolas; los responsables fueron 464, en un 80% de los casos españoles.
Sorprende que el Ministerio no contemple la islamofobia como categoría delictiva o estadística, diluida entonces en otras figuras como racismo y aporofobia (odio al pobre), también sexismo.
Podemos acudir a otra fuente, aunque sus datos no sean comparables con los de Interior.
La Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia ha presentado recientemente, por tercera ocasión, su informe anual en el que registra 573 incidentes de islamofobia en España en 2016, cifra que duplica la del año anterior. 
"La islamofobia es la praxis más extendida de intolerancia en España", destaca el informe, que detalla por tipo de incidente como los más frecuentes los ataques contra los musulmanes en general (284), contra las mujeres (81) y 72 ataques a mezquitas (léase lugares de culto, mezquitas con alminar y almuédano hay muy pocas).
La Plataforma rastrea redes sociales y medios de comunicación en busca de abundantes ejemplos de islamofobia, que relaciona.
Dos curiosidades. En este informe sobre islamofobia aparece una encuesta internacional que refleja la percepción generalizada en países occidentales que el porcentaje de musulmanes es muy superior al real, en España se cree que son el 14% de la población y la realidad ronda el 4%.
De los datos del ministerio del Interior llama la atención que el mayor número de casos de racismo se registran en el País Vasco y Cataluña (luego van Madrid y Andalucía).
Lo anterior da pie para traer a esta columna a un personaje de actualidad como Marta Ferrusola, que ya en 2001, en pleno reinado de la dinastía Pujol en Cataluña, alertaba del riesgo de desaparición de las iglesias románicas sustituidas por mezquitas. En muchos aspectos, los Pujol-Ferrusola han sido unos adelantados a su tiempo.
Los nacionalismos -todos- nunca se han llevado bien con la inmigración, la diversidad y la tolerancia, y en muchas ocasiones presentan tendencia a saltarse la ley.
Volviendo a la seguridad, la realidad de la calle parece que va por caminos distintos al discurso generalizado en política y medios de comunicación sobre amenazas y riesgos, con el terrorismo radical islámico como justificación macro de todo lo que ocurre y de todo lo que se hace, ya sea policial, industrial o militar.
En términos de convivencia, de cohesión social e incluso de número de delincuentes y víctimas, destaca el racismo y más específicamente la islamofobia como el fenómeno más preocupante, junto con un mercado ilegal de armas descontrolado, en Bengasi o en Bilbao, este mismo año la policía se incautó en nuestro país de 9.000 fusiles de asalto militares (no sé si existen fusiles de asalto civiles).
Aparentemente los responsables políticos y los organismos que se dedican a la seguridad conocen todo esto, aunque su discurso público se oriente en otra dirección.
El crecimiento de la islamofobia, como variante mas frecuente de los delitos de odio, sería una conquista del terrorismo yihadista, sería su mayor logro, junto con excesos de la lucha antiterrorista que limiten las libertades de los ciudadanos.
Sin establecer comparaciones, ahí quedan amenazas tan serias al menos como las que se utilizan a diario para asustarnos.

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domingo, 28 de agosto de 2016

Burkinis y otras zarandajas

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
He escudriñado este mes de agosto la Costa del Sol al encuentro de algún burkini con el que escandalizarme, sin éxito.
Eso sí, he visto italianos con la cabeza afeitada, franceses gritones (la lengua de Camus a voces sigue siendo más elegante que el resto), ingleses con guirnaldas al cuello, gays con bañador turbo y muchos marroquíes con un mínimo 1% de velos en las cabezas, ensalada de nacionalidades que utilizan para remojarse en el Mediterráneo lo que el gusto y cartera les permiten y nada muy diferente a lo que lleva un español nacionalista de derechas.
El fundamentalismo laico, religión oficial en Francia, ha puesto de moda en la prensa este verano la aparición del burkini, y en territorio patrio ha sido visto uno en Gerona.
No es casualidad la obsesión interesada del nacionalismo con vestidos raros, el independentismo catalán o el corso y el cardamomo son casi seguro incompatibles.
La mini polémica francesa leemos que ha provocado que algunos ayuntamientos de la Costa Azul hayan prohibido la prenda en la playa, espacio público.
Tras los atentados de París en enero de 2015 (Charlie Hebdo y supermercado kósher), Nicolás Sarkozi declaró su oposición radical a quienes en su opinión quieren imponernos su forma de vestir (!).
Este agosto el primer ministro Manuel Vals ha señalado que este bañador exagerado, que cubre del tobillo al cuello y las muñecas, no es compatible con los valores de la República francesa, extraños valores los que impiden bañarse en la playa como te dé le gana, especialmente con exceso de ropa. Asusta pensar que los gendarmes se dediquen en breve a arrancarles el hábito y velo a las monjas católicas por la calle.
La inventora del burkini (centro), una emigrante libanesa
en Australia, junto con dos modelos.
El culebrón veraniego recuerda que una treintena de municipios catalanes prohibieron hace pocos años el burka, alcanzando el récord de que las prohibiciones superaron el número de burkas.
A la misma familia del disparate se puede incorporar que en EEUU nada menos que 16 estados han prohibido la sharía, la ley islámica que no existe como texto único, sino interpretaciones legales variopintas, y con pocas posibilidades de marcar las decisiones judiciales de Oklahoma.
Dos imágenes han marcado el verano, la del burkini y la segunda procede de los Juegos Olímpicos de Brasil con dos jugadoras de voley playa, una de Egipto bastante tapada y otra alemana enseñando el culo como es habitual en esta disciplina olímpica.
Comprobamos una vez más que se juzga el comportamiento y el vestuario de cualquier ciudadano occidental como una decisión personal, mientras que cada musulmán estrambótico representa a los 1.500 millones de correligionarios.
Lo más extraño visto este verano en las playas malagueñas ha sido un ejemplar autóctono que llevaba una camiseta roja con la leyenda "Yo soy español, español, español", sin duda patrocinada por una marca de cerveza de aquellos tiempos pasados en los que la selección nacional de fútbol ganaba campeonatos internacionales.
El capitalismo textil es sensible a estas aficiones nacionalistas o de inspiración religiosa y, porque ve negocio, más permisivo que los alcaldes y concejales de territorios con banderas relucientes.
Burkinis se pueden encontrar en internet, entre 25 y 100 euros, no parece que muy accesibles para el común de las mozas musulmanas, lo que abona la impresión de que quien viste estas prendas lo hace por decisión no impuesta por varón cercano.
Cuatro policías franceses desvisten a una mujer
musulmana en una playa de Niza.
Mango, marca de moda erróneamente identificada como española, sacaba este mes de junio una línea Ramadán, con túnicas holgadas de muy bien ver.
Marroquíes si hay muchos en nuestras costas, turistas que comen en chiringuitos sardinas y pescado frito como el resto remojados en tercios de Heineken-Cruzcampo y jarras de sangría.
Una niña de ocho años marroquí me preguntó en árabe en una playa de Torremolinos dónde habíamos comprado "Barbe a papa". Entre islamofobia, yihadismo, burkinis, investidura, Juegos Olímpicos, tardé diez minutos en caer que se refería al minicubo rosa de mi hija con algodón de azúcar.
Entre un bañador en la playa y un Estado asustado legislando y buscando votos con el miedo que el lector elija dónde situar el foco.

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sábado, 21 de marzo de 2015

Vox lanza un vídeo que amenaza con una invasión de musulmanes

ELECCIONES ANDALUZAS 2015
"Vox. La derecha", como se autodefinen, difunde un falso informativo de televisión en el que alerta de las "importantes consecuencias" de la expropiación de la Mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla


Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
“Andalucía 2018: la crónica que Pablo Iglesias, Susana Díaz y Celia Villalobos no quieren que veas", ha llamado Vox a una pieza multimedia de política ficción en el que dibuja un escenario amenazante, con millones de musulmanes ocupando España, como consecuencia de la expropiación de la Mezquita de Córdoba, en los últimos años centro de una polémica por haber sido inscrita por la Iglesia Católica en el Registro de la Propiedad.
El Cabildo Catedralicio ha registrado también "Mezquita de Córdoba" como marca comercial en la Oficina Española de Patentes y Marcas dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Los últimos pasos han sido la eliminación del término "mezquita" de los folletos turísticos, incluso de las búsquedas de Google, así como la introducción de numerosas imágenes católicas en su interior.
El partido señala que en el vídeo explican las "importantes consecuencias" que a su juicio tendría la expropiación a la Iglesia católica de la Mezquita-Catedral de Córdoba y la Giralda de Sevilla y su apertura al culto islámico a raíz de la postura de Podemos de que ambos bienes tengan un carácter público. Advierten de que con esas medidas "dos millones de musulmanes podrían trasladarse" a Andalucía.
El vídeo recrea una noticia de televisión simulada, fechada el 19 de marzo de 2018, y anuncia el acuerdo entre la presidenta de la Junta de Andalucía, que gobernaría en coalición con Podemos, y los representantes de la comunidad islámica para implantar en la Mezquita de Córdoba el culto musulmán, tras la expropiación del monumento.
A lo largo de la noticia dos periodistas, una en un plató de televisión y otra, que lleva el hiyab (pañuelo islámico cubriendo el pelo), en un simulado directo desde Córdoba, relatan que al acto acudirán las máximas autoridades del Gobierno central, encabezadas por un hipotético presidente del Gobierno, Pablo Iglesias, y representantes de más de 20 países árabes. En este y otros momentos del vídeo Vox confunde árabe con musulmán, utilizándolos erróneamente como sinónimos.
En la noticia se avanza que el siguiente paso será la expropiación de la Giralda de Sevilla para permitir posteriormente que los musulmanes puedan rezar en su interior y se advierte de que con las expropiaciones y la apertura al culto islámico, "más de dos millones de musulmanes podrían trasladarse a Córdoba y a otras ciudades de Andalucía y poder reencontrarse con su pasado y su cultura".
Una vez concluida esa simulada noticia, en el vídeo aparece una pregunta, "¿Quieres un futuro así?" y se advierte de que "todavía podemos cambiarlo". "Vox. La derecha", finaliza la grabación en la que también se asegura que esta es "la crónica que Pablo Iglesias, Susana Díaz y Celia Villalobos -a la que sitúan como presidenta del PP andaluz en ese año-- no quieren que veas".
Según ha explicado Vox en una nota de prensa, con este vídeo se pretende "situar en el centro del debate político la posición de los diferentes partidos sobre qué futuro quieren para los andaluces, cuyos problemas no se arreglarán porque la Junta de Andalucía se dedique a expropiar catedrales".

lunes, 28 de julio de 2014

Millón y medio de musulmanes encaran en España el final del Ramadán

La española, segunda nacionalidad, tras la marroquí, de los musulmanes residentes en España

Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
Centro Cultural Islámico de Madrid (Fotos: PND)
Este lunes 28 de julio, con alguna posibilidad de que sea el martes, depende de la luna, musulmanes de todo el mundo celebran el Id al Fitr, la fiesta del fin del Ramadán.
¿Exótico? No tanto. En España reside millón y medio de musulmanes, y la española ya es la segunda nacionalidad tras la marroquí entre los fieles de esta religión en nuestro país. Durante los últimos 30 días han ayunado del alba al ocaso, un mes de recogimiento, oración, solidaridad y orgullo de pertenencia a su comunidad, una celebración alegre y hacia adentro. Porque a diferencia de otras ocasiones, la festividad este año no ha traspasado el ámbito religioso.
“Es el mes de Ramadán, en que fue revelado el Corán como dirección para los hombres y como prueba clara de la dirección y del criterio. Quien de vosotros esté presente ese mes, que ayune en él. Quien esté enfermo o de viaje, ayunará un número igual de días. Dios quiere hacéroslo fácil y no difícil (…). Comed y bebed hasta que, a la alborada, pueda distinguirse un hilo blanco de un hilo negro. Luego, observad un ayuno riguroso hasta la caída de la noche”. Palabra de Dios, fijada por escrito en la azora número dos del Corán.
Ramadán es el noveno mes del año lunar musulmán, se conmemora la revelación del libro sagrado al profeta Mahoma, allá por el siglo VII, e impone el ayuno diurno, que en España este 2014 se ha prolongado desde aproximadamente las 5 de la mañana a las 9 y media de la noche.
En español se utiliza Ramadán para referirse al ayuno, que es en realidad el precepto religioso, uno de los cinco pilares del Islam junto con la profesión de fe monoteísta, la oración, la peregrinación a La Meca y la ayuda a los necesitados.
Sami el Mushtawi, jefe del departamento de Cultura en el Centro Islámico de Madrid, localizado a orillas de la M-30, lo resume gráficamente para Estrella Digital: “el cuerpo manda más que el espíritu el resto del año, este mes el espíritu manda sobre el cuerpo”.
Entre las restricciones se incluye comer, beber, fumar o mantener relaciones sexuales y malos pensamientos, todo prohibido durante el día y permitido durante la noche, excepto los malos pensamientos.
El último informe demográfico del llamado Observatorio Andalusí, de la Unión de Comunidades Islámicas de España –UCIDE-, ofrece pistas sobre el origen y residencia de esta comunidad: 780.000 marroquíes concentran aproximadamente el 50% de los musulmanes residentes en España, primera nacionalidad que se corresponde con su peso entre los inmigrantes llegados a nuestro país en las últimas décadas.
Más sorprendente es que alrededor del 30% de los musulmanes de España son españoles, con el mismo DNI y pasaporte que el resto de sus compatriotas, en torno al medio millón de personas cuya procedencia, siguiendo el estudio de la UCIDE, procede en buena parte de los extranjeros nacionalizados tras años residiendo en el país –unos 150.000, la mitad desde 2008-, seguidos de los naturales de Ceuta y Melilla, más unos 20.000 musulmanes de origen español convertidos al Islam, a los que se suman los hijos de todos los anteriores.
Por su implantación geográfica, el asentamiento de los musulmanes es mayor en Levante y sureste del país, destacando en número las autonomías de Cataluña (465.000), Andalucía (275.000), Madrid (250.000) y Comunidad Valenciana (180.000), seguidas de Murcia (80.000), y en porcentaje las de Ceuta y Melilla, aproximadamente la mitad de su población; teniendo menor presencia en el cuadrante noroeste peninsular. Por provincia destacarían Barcelona y Madrid, seguidas de Murcia, y en porcentaje Ceuta y Melilla.
El Centro Cultural Islámico de Madrid, inaugurado en 1992 con financiación de la Liga Islámica, principalmente saudí, es el mayor de España y el que cuenta con más medios.
Desde el Centro se han repartido este año 60 toneladas de dátiles, además de libros, material religioso y otros alimentos, en su mayor parte donaciones, por comunidades islámicas de toda España.
La costumbre marca al caer la noche romper el ayuno con algo de leche o dátiles, luego rezar la oración del Mágrib y cenar después en casa o en la mezquita. El Centro ha preparado todos los días del Ramadán comida para más de 500 personas, que pueden cenar en sus instalaciones, y otros cientos para que los fieles puedan llevársela a casa.
Otra cara más modesta del Islam en España se puede encontrar en Majadahonda (zona oeste de Madrid, 70.000 habitantes), donde unas pocas decenas de musulmanes se autofinancian la llamada Asociación cultural Al Fátah, un pequeño local que utilizan de mezquita y donde se reúnen a rezar. Aquí se ve más directamente a las personas, el cansancio acumulado por 14 horas de ayuno, los 37 grados a mitad de la tarde de un día laborable de finales de julio, mayoría de marroquíes, muchos de ellos en paro. No reciben ayuda de ninguna embajada ni institución y tocan a 10 euros por cabeza y mes para pagarse el local. Hay niños corriendo.
La comunidad musulmana en España es buen ejemplo de integración, formada en su mayor parte por población inmigrante en su primera generación, que es la que hace el mayor esfuerzo de adaptación a la sociedad de acogida.
No abundan los estudios sociológicos sobre el Islam en España, y resulta significativo que el Gobierno de Rajoy acabó al tomar posesión hace dos años con una serie de encuestas realizadas de forma ininterrumpida entre 2005 y 2011 patrocinada por los ministerios de Trabajo, Justicia e Interior, un barómetro realizado por Metroscopia con la sana intención de calibrar valores, actitudes y opiniones de la comunidad musulmana de origen inmigrante en España.
La imagen que ofrece el último de los publicados es el de una comunidad muy integrada, un masivo 83% se considera adaptado a la vida y costumbres del país (y nueve de cada diez de los que residen desde hace más de cinco años) y un 67% declara sentirse claramente a gusto en España. La principal causa de insatisfacción es la falta de trabajo.
Vallas publicitarias en los alrededores del
Centro Cultural Islámico de Madrid.
Una de las principales conclusiones que ofrece la encuesta y la relación directa con ellos es que la religión constituye una importante seña de identidad, en bastantes casos equiparable a la identidad nacional, se consideran religiosos y practicantes en mayor proporción que el resto de los españoles con la religión católica.
En una escala de religiosidad de cero a diez (de nada religioso a muy religioso), la comunidad inmigrante de religión musulmana se sitúa en promedio en un 7,5, sustancialmente por encima del 4,6 con el que se define el conjunto de la población española.
Aquí es interesante matizar que Metroscopia recuerda que la declaración de religiosidad debe ser entendida como expresión de una seña de identidad cultural, más que como indicación de práctica religiosa efectiva. En este sentido, sólo la mitad de los musulmanes encuestados se define como “muy practicantes”, porcentaje similar a como la población española se definía hace tres décadas (hoy esta proporción ha bajado a la tercera parte).
En relación con la islamofobia, un 36% considera que existe una actitud de rechazo o recelo hacia los musulmanes, porcentaje que se considera positivo ya que es menor que el de otros países como Francia (43%) o estados Unidos (49%).
La sociología habla de un islamismo tolerante y abierto en España, que rechaza la violencia y acepta sin críticas un estado laico que no otorgue trato especial a ninguna religión. En este sentido, el 79% de los inmigrantes musulmanes considera que los islamistas radicales, pese a la atención mediática que se les dedica, constituyen en realidad solamente una minoría pequeña y fanática.
Preguntado sobre la reciente autoproclamación de un nuevo califa por parte del grupo extremista Estado Islámico en Irak, y la difusión propagandista de un mapa del supuesto Califato que abarca desde los Pirineos a la India- que ha sido generosamente difundido por medios y analistas occidentales-, Mushtawi habla de “gente desubicada”, que sitúa “al margen de la vida civilizada”, que no despierta el mínimo apoyo por parte del musulmán medio. “El Islam ha convivido durante siglos con otras culturas, el Islam es tolerancia, saber, conocimiento”, afirma, y añade que este grupo radical “no representan a nadie, sólo a sí mismos”.
El responsable de la mezquita de Madrid y los musulmanes de Majadahonda no trasladan problemas con su ayuntamiento o el Estado. Más reivindicativo se mostró el presidente de la UCIDE, Riay Tatary, en la reunión mantenida el 17 de julio con el ministro de Educación, José Ignacio Wert, en la que pidió que se ampliara la contratación de profesores de religión musulmana y recibió al menos buenas intenciones por parte del ministro. Actualmente hay 47 profesores de religión islámica en toda España financiados directamente por el Gobierno central y más de 3.000 de religión católica, aunque la cifra real en el segundo caso es mucho mayor. Tatary informó a Wert de que nueve de cada diez alumnos musulmanes en España carecen de clase de religión.
Indiferencia y desinterés se percibe hacia los musulmanes en este Ramadán 2014, y una visión hacia adentro por parte de los propios fieles.
A diferencia de otras ocasiones, sólo en Ceuta y Melilla se ha visto este año a responsables políticos en un acto simbólico como es compartir la ruptura del ayuno con un grupo de musulmanes, por el presidente de la ciudad autónoma en el primer caso, y por parte del ministro del Interior en un hotel de lujo en el segundo.
La actividad de Casa Árabe en Madrid se ha reducido a un concierto en Lavapiés, aunque en Córdoba ha organizado más actividades.
Los musulmanes residentes en España, españoles y extranjeros, sólo parecen despertar el interés público e institucional con asuntos relacionados con la seguridad. Entre crisis y extremismos, parecen malos tiempos para el diálogo. Cada uno en su casa y Dios en la de todos.

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