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lunes, 21 de julio de 2014

Acordes y desacuerdos en seguridad nacional

  • El Gobierno entrega a la oposición con 14 horas de plazo un informe de seguridad elaborado hace tres meses referido a 2013
  • La economía, la energía y las infraestructuras críticas se incorporan al listado tradicional de amenazas
  • El Gobierno presenta como seguridad nacional la gestión de todos los ministerios

Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
Húsares al galope, de August Macke | Museo Thyssen
El espíritu de Woody Allen ha acompañado este martes en el Congreso al director del Gabinete del presidente Rajoy, Jorge Moragas, en la presentación y debate del primer Informe Anual sobre Seguridad Nacional. El Gobierno lo entregó a los diputados de la oposición a las ocho de la tarde del lunes, pese a que lleva tres meses elaborado y lo tiene editado hace al menos una semana, cuando se presentó al propio rey Felipe VI. Con este motivo, un diputado bromeaba citando una frase del cómico estadounidense: “hice un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme ‘Guerra y paz’ en veinte minutos; creo que decía algo de Rusia”.
En el plazo de 14 horas los diputados de la oposición tuvieron que digerir 155 páginas, incluidas siete de siglas y acrónimos imprescindibles para entenderlo. La mayor parte de los grupos parlamentarios mostraron su acuerdo con la música del informe, el hecho de que exista y se pueda debatir, y el desacuerdo con su contenido. Junto con el poco tiempo para analizarlo, la oposición criticó el momento, la presentación de un balance referido a 2013 trascurridos siete meses, lo que explica la ausencia de algunos de los principales conflictos de la actualidad.
Lo más sorprendente es que bajo el concepto de seguridad nacional el Gobierno ha incluido desde su política económica hasta la reforma laboral de Fátima Báñez y la política energética del ministro Soria.
Empezando por la seguridad, porque el informe presentado tiene mucho polizón que se ha introducido a martillazos, tanto el texto del informe como el propio Moragas destacan de 2013 el proceso que ha ido conformando un nuevo sistema de seguridad nacional: la Estrategia aprobada en ese año, la creación del consejo de seguridad nacional en julio de 2013, que se ha reunido cada dos meses, la última con la presidencia del rey Felipe VI el pasado día 10; la elaboración en diciembre de dos estrategias sectoriales, referidas a ciberseguridad y seguridad marítima, con sus respectivos órganos y consejos; o la creación de un llamado Comité de situación, el auténtico gabinete de crisis de Moncloa, el que se reúne de inmediato antes de que se movilicen los ministros.
El director de Gabinete de Rajoy califica convencido de “ejercicio inédito de transparencia” este informe que tiene tres propósitos fundamentales: presentar las actuaciones más destacadas del año de referencia, evaluar el cumplimiento de la Estrategia de Seguridad Nacional en 2013, e identificar nuevos retos a la seguridad nacional y la evolución de los ya identificados.
Moragas llegó a decir en el Congreso que “el sistema que hemos creado se ha convertido en una referencia internacional” -al parecer Japón y México se han inspirado en el nuevo modelo español- y presumió de haber elaborado la primera estrategia de seguridad marítima de la Unión Europea.
El informe parte de la concepción de la seguridad nacional como “un proyecto compartido” por la Administración, la sociedad y el sector privado; y pretende “superar la mentalidad de compartimentos estancos” entre diversos departamentos y organismos, una visión integral de la seguridad. La realidad es que los compartimentos estancos son perfectamente identificables en el texto, la aportación de cada ministerio, y la prueba de las dificultades de integrar una política de seguridad es que el Gobierno ha incumplido su propio compromiso de elaborar un proyecto de Ley Orgánica de Seguridad Nacional, del que debiera tener un borrador a principios de 2014 y hoy ya no se considera una prioridad política.
Entre los capítulos más clásicos de la seguridad figuran la Defensa nacional, los conflictos armados, la lucha contra el crimen organizado, la creciente seguridad marítima y la protección ante emergencias y catástrofes, incendios incluidos. África occidental, el Sahel y el Golfo de Guinea aparecen como las zonas de mayor interés militar, no en vano son el destino de las últimas operaciones de las Fuerzas Armadas, en Malí –donde se reconoce que el norte del país sigue sin control- y la República Centroafricana.
Informa el informe de que en 2013 España desplegó 5.200 militares por todo el mundo –la foto fija es la mitad o incluso menor, teniendo en cuenta los relevos cada seis meses- que tuvo un coste económico de 791 millones de euros. La cifra es similar a años anteriores pero con una reducción de efectivos en el exterior muy acusada, por lo que la factura refleja los elevados gastos del repliegue desde Afganistán aún no detallados.
Entre las nuevas incorporaciones al balance de la seguridad nacional se encuentra la ya hoy omnipresente ciberseguridad, ligada a la protección de infraestructuras críticas. Más allá de la lógica figuran la seguridad económica y financiera y la seguridad energética.
Pescador tocando el violín, de Frans Hals
© Museo Thyssen-Bornemisza
Se podría hablar también de un capítulo de obsesiones del Gobierno, con un epígrafe dedicado a la no proliferación de armas de destrucción masiva, que trasladan al lector a otra época o a otra geografía; y la ordenación de flujos migratorios. El informe se entretiene narrando movimientos y retrocesos nucleares de Corea del Norte e Irán, y el capítulo parece justificado con la referencia final al escudo antimisiles de EEUU/OTAN que utiliza ya la base de Rota en su componente naval. Gibraltar ocupa también un amplio espacio en el informe ligado al fraude financiero y fiscal.
Por último, las inercias tienen su fuerza, también en la seguridad, y ahí cabría incluir las referencias al terrorismo, nacional e importado, y a sus víctimas. Dice el informe que la organización terrorista ETA, máximo exponente del terrorismo autóctono, “se encuentra estratégicamente muy debilitada”, aunque “la organización no tiene intención de disolverse, sino que pretende perpetuarse como agente político y favorecer la actividad de la izquierda abertzale”. No aclaró Moragas la pregunta del diputado del PNV sobre si la actividad política se refería a los partidos que el Tribunal Constitucional declaró perfectamente legales.
En cuanto a las ausencias, el capítulo de contrainteligencia no dice una palabra de la red mundial de espionaje desvelada y puesta en marcha por una multinacional anglosajona que ha alterado las relaciones de confianza entre aliados durante el último año. Tampoco aparecen en el balance de seguridad del Gobierno ni Ucrania –la crisis surge en este en 2014- ni Irak, con el avance del extremismo salafista radical. Varios de los diputados de la oposición en la comparecencia de Moragas han cuestionado la ausencia en el informe de toda referencia al terrorismo de extrema derecha, cuando sí aparece el independentismo radical gallego y atentados de origen anarquista, ambos a la baja.
Sin duda lo más extravagante del Informe Anual de Seguridad Nacional 2013 es encontrarse en su texto la reforma laboral, la tarifa plana de 50 euros para los nuevos autónomos y la ley de colegios profesionales.
Pasando páginas, cuando ya los ministerios de Defensa, Interior e Industria han dicho todo lo que hicieron en 2013, incluidas becas y cursos de formación, aparece un cajón de sastre llamado “Seguridad económica y financiera” que “se configura como un ámbito esencial para la seguridad nacional”.
A lo largo de 14 páginas, la décima parte del documento, aparece la prima de riesgo o la burbuja inmobiliaria, aunque la mayor parte del espacio lo ocupa “el escenario de consolidación de la recuperación de la economía española”, el “regreso paulatino de los inversores extranjeros”, la senda descendente de la inflación, “la moderación de los costes laborales unitarios”, la recuperación de la confianza internacional y las medidas adoptadas en materia socio-laboral. Aparecen también la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016; la reforma de los organismos supervisores, con la creación de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia; y hasta la Ley de Garantía de la Unidad de Mercado aprobada en diciembre.
Durante la comparecencia, el director del Gabinete del Presidente señaló que “actualmente uno de cada tres empleos que se crea en la Unión Europea se crea en España”.
En cuanto al capítulo dedicado a la seguridad energética, aparecen con buen criterio la alta dependencia exterior del suministro de gas y petróleo, la necesidad de reforzar la capacidad de almacenamiento de reservas estratégicas; y como en el caso anterior llega un momento en el que salta cualquier criterio sobre seguridad para glosar la Ley del sector eléctrico de 2013 y la eficiencia energética en edificios de la Administración General del Estado. 
Como en cualquier análisis estratégico, el Gobierno comparte que toda amenaza puede llevar asociada una oportunidad, y así lo considera expresamente en relación con la crisis de la Unión Europea con Rusia y la arriesgada dependencia de gas ruso en el norte del continente, donde el Gobierno ve una posibilidad de negocio, siempre que se incremente las interconexiones de gasoducto con Francia hoy muy reducidas.
A escasos 100 metros de los leones del Congreso donde ha comparecido Jorge Moragas este martes para presentar el primer informe de seguridad nacional, el Museo Thyssen-Bornemisza tiene abierta una exposición temporal -y gratuita- con el título “Acabado/Inacabado”, que distingue la diferencia entre una obra de arte acabada y finalizada, esta última algo distinto a su ejecución formal.
El director del Gabinete del Presidente ha presentado este martes un informe perfectamente acabado y editado hace días por la imprenta del Boletín Oficial del Estado.
El texto reconoce que es una síntesis de las aportaciones de los diferentes ministerios y organismos que han participado en el proceso. Para que la suma de aportaciones se convierta en algo cualitativamente distinto, la reiterada visión integral de la seguridad, aún falta camino. Y al informe anual de 2013 le sobra un tercio del contenido.

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viernes, 20 de septiembre de 2013

Rajoy convoca el Consejo de Seguridad Nacional

Es la primera reunión ordinaria del CSN con temas extraordinarios sobre la mesa y con escaso tiempo para examinar la crisis de este verano: Siria, inmigración y Gibraltar

Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.

El Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha convocado este viernes a las 9 de la mañana en el palacio de la Moncloa la primera reunión ordinaria del Consejo de Seguridad Nacional, máximo órgano de análisis y asesoramiento ante riesgos y amenazas a la seguridad del Estado que ha sido creado por la reciente Estrategia de Seguridad Nacional, aprobada el pasado mes de mayo y presentada en el Congreso por el director de Gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, en el mes de julio. Una hora más tarde está convocado el Consejo de Ministros.
Asistentes al primer Consejo el pasado 11 de julio
(Foto: © Casa de S.M. el Rey / Borja Fotógrafos).
El Gobierno se ha comprometido a celebrar una reunión ordinaria del Consejo cada dos meses y cumple su palabra: es el tiempo transcurrido desde la primera cita constituyente celebrada el 11 de julio y de la que únicamente trascendió la fotografía de los 16 reunidos: el director del CNI, los secretarios de Estado de Exteriores y de Seguridad, el jefe de Estado Mayor de la Defensa, ocho ministros, la vicepresidenta y el presidente del Gobierno, el príncipe Felipe, el Rey; más los responsables del Gabinete de Moncloa –su director Moragas y el director-adjunto Senillosa-, elegidos para pilotar este órgano y estos temas.
El Consejo debería analizar las tres grandes crisis de seguridad de este verano: Siria, inmigración y Gibraltar. Probablemente los reunidos no debatirán sobre el espionaje electrónico de las comunicaciones, de creer a Jorge Moragas y su declaración en el Parlamento en julio (“no consta a este Gobierno que se hayan producido ataques ni espionaje por parte de EE.UU.”), en claro contraste con otros países como Brasil, en los que el asunto ha provocado una auténtica trifulca diplomática.
En cuanto a Siria, se trata claramente de la crisis internacional de mayor calado, ha provocado más de 100.000 muertos y dos millones de refugiados, se produce fronteriza con la presencia de 600 cascos azules españoles en Líbano, existen evidencias del uso de armas químicas, durante algunos días de agosto se vio como inminente una internacionalización del conflicto, muy probablemente ha provocado el uso intensivo de las bases de Morón y Rota, y aún así todo ello no fue suficiente para convocar una reunión extraordinaria de este nuevo Consejo de Seguridad Nacional.
La inmigración vuelve a la primera página con el reciente intento de medio millar de africanos negros –conocidos como subsaharianos- de saltar la valla en Ceuta y Melilla, y otro centenar a nado, circunstancias que recuerdan la crisis migratoria vivida en 2005 y que llevó al Gobierno de entonces a poner en marcha un ambicioso conjunto de actuaciones con los países del norte de África y de su fachada atlántica. El efecto llamada de la inmigración era la economía española, por lo que este riesgo parece controlado por un tiempo.
En las últimas semanas se ha vivido también un conflicto supuestamente grave con motivo de Gibraltar, a juzgar por la comparecencia urgente del ministro de Asuntos Exteriores de primeros de septiembre y a juzgar por los movimientos algo teatrales de buques de guerra por parte británica y de la Guardia Civil por parte española. La rapidez con la que se ha desinflado el globo y la tensión pueden ser indicadores de un cierto artificio en su generación.
La principal dificultad a la que se enfrenta el nuevo sistema español de seguridad es precisamente su andadura y engrase-encaje institucional.
Dice textualmente la Estrategia que “la preservación de la Seguridad Nacional precisa un nuevo sistema institucional nacional fuerte, al tiempo que flexible y con capacidad de adaptación al cambio y a las contingencias de seguridad, apto para responder de forma efectiva, integral y completa a los riesgos y amenazas del mundo actual (…). El principal objetivo del Sistema de Seguridad Nacional es la preservación de la Seguridad Nacional a través del funcionamiento óptimo, integrado y flexible de todos los recursos disponibles a tal fin”. Parece que en integración y flexibilidad hay trabajo por delante.
Imagen del primer Consejo el pasado 11 de julio
(Foto: © Casa de S.M. el Rey / Borja Fotógrafos).
Sobre una valoración de la nueva Estrategia y el nuevo Consejo hay indicios para todos los gustos. Entre los negativos se encuentran que el presidente del Gobierno no aparece como claro director de la orquesta de seguridad que afecta a tantos organismos y tantos ministerios, todos celosos de sus competencias; que no existe un consejero de seguridad nacional de peso, con línea directa y continua con el presidente e interlocutor respetado y respetable con ministros y contactos exteriores; que un órgano con ocho ministros no es operativo para reaccionar rápidamente a una crisis en agosto. Si la segundo reunión de este Consejo dura una hora, tampoco es un buen indicio.
Entre los aspectos positivos hay que mencionar que la cosa se mueve: la propia existencia de la Estrategia (los papeles son importantes, si no se depende de personalismos), su primera reunión en julio. A comienzos de agosto entró en vigor la reorganización del Departamento de Seguridad Nacional, ubicado en la Presidencia del Gobierno; es positiva esta segunda reunión del Consejo en septiembre; y también la obligación de elaborar un informe anual de seguridad para su debate en el parlamento también.
En el limbo se encuentra la Ley Orgánica de Seguridad Nacional que la Estrategia emplazaba al Gobierno a presentar en seis meses –ya cuatro- y que tiene la difícil tarea de resolver qué ocurrirá entonces con la actual Ley Orgánica de la Defensa Nacional de 2005 y su Consejo de Defensa Nacional.
El tiempo dirá la utilidad de este Consejo Nacional de Seguridad. Las dificultades para convocarlo en caliente y que sus reuniones ofrezcan más resultados públicos que una foto son factores los dos fácilmente superables.

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jueves, 11 de julio de 2013

Nace el Consejo de Seguridad Nacional sin consejero

El rey presidirá la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional para el que Rajoy no ha nombrado consejero. La cara visible es Moragas, que formalmente es el secretario de este nuevo órgano que debería ser vital en la estrategia de seguridad


Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.

En el palacio de la Zarzuela, con el rey Juan Carlos y la presencia del príncipe Felipe, el nuevo Consejo de Seguridad Nacional -CSN-, órgano creado por la reciente Estrategia de Seguridad Nacional –ESN- que el Consejo de Ministros aprobó el pasado 31 de mayo, verá la luz el jueves 11. Su presentación en la Comisión Constitucional del Congreso corrió a cargo de Jorge Moragas, jefe de Gabinete del presidente del Gobierno. Así, como Rajoy no ha nombrado consejero, la cara visible es Moragas, que formalmente es el secretario de este nuevo órgano que debería ser vital en la estrategia de seguridad.
El Consejo es un órgano tradicional en algunos países anglosajones, muy especialmente en EE.UU. –fue creado por el presidente Roosevelt en 1947-, y en otros como Chile y algunos países latinoamericanos. La aportación más novedosa de la Estrategia es la creación de un “Sistema de Seguridad Nacional impulsado y liderado por el Presidente del Gobierno”, que tiene como eje este Consejo que ahora se reúne por vez primera. 
Sus funciones principales consistirán en asistir al Presidente del Gobierno en la dirección de la Política de Seguridad Nacional; verificar el grado de cumplimiento de la Estrategia; aprobar el Informe Anual de Seguridad para su presentación y debate en las Cortes Generales; dirigir y coordinar la gestión de crisis. Además el Consejo de Seguridad Nacional elaborará en el plazo de seis meses una propuesta de anteproyecto de Ley Orgánica de Seguridad Nacional para su posterior elevación al Consejo de Ministros.
El Consejo de Seguridad Nacional, creado por Real Decreto del pasado 31 de mayo, está compuesto por el Presidente del Gobierno, que lo presidirá, excepto cuando el Rey asista a sus reuniones, en cuyo caso le corresponderá presidirlo, como en esta primera reunión. También forman o pueden formar parte la vicepresidenta del Gobierno y ministra de la Presidencia; los ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación, de Defensa, de Hacienda y Administraciones Públicas, del Interior, de Fomento, de Industria, Energía y Turismo y de Economía y Competitividad; además del director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, el jefe de Estado Mayor de la Defensa, el secretario de Estado de Seguridad y el secretario de Estado-director del Centro Nacional de Inteligencia.
El Consejo se reunirá a iniciativa del Presidente del Gobierno como mínimo cada dos meses y cuando lo requieran las circunstancias.
Susan Rice, consejera de Seguridad Nacional de EE.UU.
Moragas destacó el martes pasado en su comparecencia en la Comisión Constitucional del Congreso que la creación del nuevo Consejo de Seguridad Nacional tiene un coste cero, cuenta como soporte normativo el de una comisión delegada del Gobierno y viene a sustituir a la llamada comisión delegada del Gobierno para situaciones de crisis.
La Estrategia y el Consejo inauguran una nueva fase en la gestión de la seguridad y las crisis de nuestro país –como “momento fundacional” lo describió Moragas-, con aparente acuerdo entre las dos principales fuerzas políticas. Aunque el nuevo órgano nace con algunas incógnitas:
  • Rajoy no pilota: a pesar de las numerosas referencias en la Estrategia al liderazgo en materia de seguridad del presidente del Gobierno, Rajoy ha perdido una oportunidad de oro para hacer visible su protagonismo y presentar y debatir la Estrategia en el pleno del Congreso, y no enviar a su jefe de Gabinete a una Comisión. La presencia del Rey en el primer Consejo anulará su protagonismo también en esta ocasión.
  • No existe un Consejero de Seguridad Nacional: el CSN responde a un modelo de Gobierno presidencialista de raíz anglosajona. Susan Rice, ex embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas ha sido nombrada este mismo mes de junio como asesora-consejera de Seguridad Nacional. Aúna experiencia y confianza presidencial, interlocución directa con ministros y un peso que no podría equipararse a Moragas, director del Gabinete de Rajoy y secretario del CSN; o Alfonso Senillosa, director adjunto de ese Gabinete y responsable del Departamento de Seguridad Nacional de Moncloa.
  • Precedentes poco operativos: la reunión en un órgano colegiado de siete ministros y cuatro secretarios de Estado no parece la fórmula más ágil de respuesta ante una situación crítica para nuestra seguridad. Existen otros órganos parecidos a éste que han sido perfectamente improductivos, como el Consejo de Defensa Nacional, creado por la Ley Orgánica de Defensa de 2005, que se reúne una vez al año bajo la presidencia del Rey, Ley que contemplaba además un comité ejecutivo que no ha visto la luz. Como recordatorio, el 11 de marzo de 2004 no se reunió órgano de este tipo ni el conocido como Gabinete de crisis que ahora va a desaparecer.
  • Priorización de amenazas y medios de respuesta: en tiempos de escasez de recursos públicos hay que identificar concretamente las amenazas y poner medios idóneos para contrarrestarlas. Trabajo pendiente.
  • Libertad / Seguridad: la evolución de los acontecimientos desde los atentados del 11 de septiembre han arrinconado la libertad –Guantánamo, intervenciones unilaterales, ejecuciones extrajudiciales- a costa de una amenaza globalizada, indeterminada e indefinida. “La seguridad está al servicio de la libertad”, insistió Moragas.
  • Consenso insuficiente: el principio de acuerdo de la Estrategia y el Consejo de Seguridad se ha producido entre PP y PSOE. El resto de los grupos parlamentarios (UPyD, Izquierda Plural y otros) mostraron su disgusto en la comparecencia de Moragas del martes. Por otra parte, no hay representación autonómica en el CSN, aunque la Estrategia habla de implicar a todas las administraciones y el Consejo puede convocar a responsables de CC.AA. y entes locales.
  • Inmigración: la Estrategia carga las tintas sobre la amenaza de la inmigración incontrolada y la radicalización de los ya residentes, aspecto probablemente único de discrepancia del PSOE con el Gobierno PP.
  • Modelo: el diputado Gaspar Llamazares –Izquierda Plural- criticó el pasado martes la insistencia en la seguridad en tiempos de recortes sociales, y planteó, “¿por qué no hay una Estrategia de Solidaridad Nacional?”.
Las 12 amenazas identificadas en la Estrategia de Seguridad Nacional son conflictos armados; terrorismo; ciberamenazas; crimen organizado; inestabilidad económica y financiera; vulnerabilidad energética; flujos migratorios irregulares; armas de destrucción masiva; espionaje; emergencias y catástrofes naturales; vulnerabilidad del espacio marítimo y vulnerabilidad de las infraestructuras críticas y servicios esenciales. A partir de ellas y de la actualidad, se pueden identificar algunos temas de interés para los convocados a la primera reunión del Consejo de Seguridad Nacional:
  • Espionaje electrónico generalizado por parte de una multinacional anglosajona formada por los Gobiernos de EE.UU., Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, según las filtraciones periodísticas de las últimas semanas. La Estrategia habla expresamente de ciberseguridad y espionaje; y también menciona el “uso nocivo de las nuevas tecnologías” entre los factores potenciadores de riesgos y amenazas. Planteada la cuestión en el Congreso, el director de Gabinete de Rajoy señaló que “no consta a este Gobierno que se hayan producido ataques ni espionaje por parte de EE.UU.”.
  • Crisis económica: dice el documento de la Estrategia que “la crisis financiera y económica que actualmente afecta a España, a la zona euro y a parte de las economías mundiales representa uno de los mayores retos para la Seguridad Nacional (sic las mayúsculas) y extrema la necesidad de ser eficientes en la respuesta”. Por tanto, el Rey, el presidente y los ministros y otros altos cargos reunidos no podrían dejar de debatir este tema.
  • Latinoamérica: la retención en varios países europeos del avión del presidente Evo Morales de hace unos días, ante la sospecha no confirmada de esconder al filtrador Snowden, ha provocado la indignación de los principales gobernantes iberoamericanos, condena de la OEA incluida, y también de los grupos parlamentarios españoles, excepto los dos mayoritarios.
La nueva Estrategia de Seguridad Nacional 2013 es una revisión de la aprobada en 2011 por el Gobierno Zapatero y acordada ahora con el PSOE, defiende una concepción integral de la seguridad y un concepto amplio que abarca “desde la defensa del territorio a la estabilidad económica y financiera o la protección de infraestructuras críticas”. Moragas justificó la redacción de una estrategia tan solo a dos años de la anterior en la convocatoria de elecciones, el necesario desarrollo del Sistema de Seguridad, y también porque nunca está de más cumplir una promesa recogida en su programa electoral.
Con todo, la Estrategia de Seguridad Nacional incluye algunas referencias que podría calificarse al menos de extrañas, y que el tiempo dirá si protagonizan o no las deliberaciones del Consejo:
  • Países chocantes: Australia y Canadá aparecen textualmente en la Estrategia, naciones aliadas cuya presencia sólo se puede explicar por nuestro interés en venderles material de Defensa. Difícilmente aparecería España en su estrategia de seguridad, si la tuvieran.
  • Colaboración público-privada: un mantra reiterado en la Estrategia que puede hacer recordar las autopistas radiales de peaje de acceso a Madrid –iniciativas privadas rescatadas por el Estado-; o la operación policial llamada Pitiusa que hace un año desarticuló una red criminal de informantes dentro de la Administración del Estado y empresas de telecomunicaciones. La diputada del PP Rodríguez Salmones destacó en el debate del martes la dificultad de la colaboración pública-pública, entre diversas administraciones, y también aquélla con el ámbito privado, que nadie se molestó en explicar.
  • Cultura de seguridad: la Estrategia se compromete a fomentar una “cultura de la seguridad sólida, basada en el previo conocimiento, concienciación y sensibilización sobre la importancia que la seguridad reviste para garantizar su libertad (la del ciudadano), prosperidad y, en suma, su modo de vida conforme a los postulados del Estado social y democrático de Derecho”. Bienvenida cualquier iniciativa destinada a elevar la cultura de los españoles.
  •  “La seguridad es un pilar de la conservación, la estabilidad y la continuidad del Estado”, dice la Estrategia, como si el Estado fuera un fin en sí mismo al margen de los ciudadanos, aunque muchas otras referencias a éstos convierten la frase en una extravagancia que no suele abundar en el documento.
  • La proliferación de armas de destrucción masiva ocupa un lugar destacado en la Estrategia, se incluye también una referencia al programa nuclear iraní y al “desarrollo de programas balísticos”, presencias sólo explicables por la reciente cesión de la base naval de Rota como base de cuatro buques de EE.UU. en el marco de su escudo antimisiles.
  • Resiliencia: extraño palabro que aparece ocho veces en el documento de la Estrategia. Dice el Diccionario de la RAE que se trata de un término procedente del mundo de la psicología que alude a la “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”. En la Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU. de mayo de 2010 el término aparece en 21 ocasiones. En el Libro Blanco de Seguridad y Defensa de Francia de abril de 2013, en 11.
  • Mayúsculas: estos documentos relacionados con la seguridad o la Defensa están llenos de mayúsculas sin ton ni son, una forma errónea de destacar la importancia de lo que se escribe.

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Foto de la reunión (EFE), único mensaje transmitido de su contenido.