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martes, 14 de marzo de 2017

Casa Árabe, diez años

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
En tiempos de trincheras identitarias -izquierda auténtica, mujeres discriminadas, hombre blanco del medio oeste, soberbios corruptos pop, víctimas de cualquier terror, todos agraviados, todos ofendidos-, Casa Árabe ha sobrevivido diez años, edad que la mayoría de los linces no logra cumplir, normalmente atropellados antes por algún conductor con su identidad muy clara.
Una década ya de actividad desde sus sedes en Madrid (Escuelas Aguirre, edifico neomudéjar a la puerta del Retiro) y Córdoba. Se trata de un consorcio público pilotado por la Administración central (MAEC y AECID) con participación también de la Comunidad de Madrid y los ayuntamientos de Madrid y Córdoba.
"Donde se encuentran España y el mundo árabe", dicen de sí mismos, "un espacio de conocimiento mutuo y de reflexión compartida".
Ofrece clases de árabe moderno y dialectal, tiene una estupenda librería, restaurante, exposiciones, proyecta películas, celebra encuentros y conferencias, edita publicaciones (revista Awraq, casi anual; los primeros años se elaboraba un boletín de actualidad social, política y económica que la crisis fulminó); hasta organiza actividades infantiles.
El centro abre sus puertas en 2006, en tiempos de ZP de presidente y Moratinos de ministro de Exteriores, autores también con el mismo espíritu de aquella Alianza de Civilizaciones que tanto chiste provocó y tanta gracia hacía entre civiles y militares políticamente ultraconservadores. Ante la sorpresa de muchos, la Alianza se convirtió desde 2009 en una iniciativa de Naciones Unidas y viene recibiendo la atención imprescindible por parte del actual Gobierno del Partido Popular, que la ha utilizado sin complejos en su campaña para conseguir el asiento en el consejo de seguridad de la ONU (2015/2016) y mantiene su actividad sin crítica aparente; ni risas.
Casa Árabe ha tenido tres directores de perfil muy diferente, Gema Martín Muñoz (hasta 2012), arabista; Eduardo López Busquets (hasta 2015), diplomático, nombrado embajador de España en Irán; y el actual, Pedro Antonio Villena Pérez, también diplomático y que dejó su puesto en Teherán a su antecesor-sucesor.  Dos enfoques distintos, uno más sociopolítico y especializado, otro que pone más el acento en la diplomacia económica tan del gusto del actual Gobierno, y los dos deberían sumar.
Sin establecer comparaciones, Casa Árabe sería la versión española de iniciativas como el Institut du Monde Arabe de París o The Arab British Center de Londres, el primero con todo el poderío público francés y el segundo con todo el poderío privado británico.
En la misma época que Casa Árabe fueron creadas Casa África, con sede en Las Palmas de Gran Canaria; y Centro Sefarad-Israel, en la calle Mayor de Madrid.
La Red de Casas se inició en los comienzos de los 90 con Casa América (en el palacio de Linares en Madrid, Cibeles, cumple ahora 25 años), continuó con Casa Asia (Barcelona, 2001) y se ha culminado en 2013 con Casa Mediterráneo (Alicante).
Exteriores cuando se pone campanudo habla de "situar al ciudadano en el centro de la política exterior", de "una potente red de diplomacia pública del Gobierno de España orientada a la cooperación política y económica, al diálogo intercultural, al mutuo conocimiento y al fortalecimiento de los lazos entre sociedades civiles en los distintos ámbitos geográficos en los que actúan".
Se pretende establecer una red que favorece conexiones pero de modo distinto, complementario, a la tradicional diplomacia entre responsables estatales, creando una malla de relaciones y de intereses cruzados.
En realidad, la Red de Casas es un híbrido de diplomacias que combina actividades de carácter cultural, científico y económico, con un claro objetivo de llegar a la sociedad civil y sensibilizarla con marcos internacionales en los que el país tiene interés en estrechar lazos.
En época de crisis de mediadores (política, periodismo), de repliegue nacional y construcción de muros, la red ha sobrevivido hasta a los recortes de personal y presupuesto con la excusa de la crisis.
Este tipo de centros se podría decir que pertenecen a la categoría de gasto público que rinde más que el modesto presupuesto que consumen; como las latas de magro, siempre dan más satisfacciones que el precio que cuestan.
Su gran reto no parece otro distinto que sacar Latinoamérica, el mundo árabe, africano, mediterráneo, judío, asiático, de la torre de marfil del mundo académico, de la oscuridad donde se mueven los intereses económicos, de la cordialidad de las nóminas diplomáticas.
Larga vida a los linces y a los gatos en general.

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jueves, 29 de enero de 2015

Los judíos españoles, contra la inseguridad y los tópicos

El atentado de París ha encendido las alarmas sobre seguridad, aunque la pequeña comunidad judía en España tiene otras dos amenazas mayores: la ignorancia de la sociedad y la contaminación del conflicto palestino. Iniciativas culturales persiguen tender puentes

Carlos Penedo. Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
Comida certificada para la comunidad judía en unos
grandes almacenes de Madrid. | PND
Alrededor de 40.000 personas, en su mayor parte españoles, forman la comunidad judía en nuestro país y han vivido en primer plano el doble atentado de hace tres semanas en París contra un supermercado de comida kósher y contra la publicación satírica Charlie Hebdo.
"Hemos vivido con la misma intensidad los dos atentados", señala Rafael Benatar, secretario general y portavoz de la Comunidad Judía de Madrid. "Para el pueblo judío la libertad de opinión es algo muy arraigado; por eso se dice que si se juntan dos judíos hay tres opiniones y cuatro partidos políticos", bromea.
Benatar reconoce que viven con una especial cercanía todo lo que ocurre en Francia, con 600.000 judíos que forman la tercera comunidad del mundo -sólo tras Israel y Estados Unidos- y se reconoce en los valores de libertad, igualdad y fraternidad del vecino francés y en la laicidad del Estado, que garantiza la neutralidad pública ante cualquier colectivo o confesión.
El representante de los judíos madrileños habla de una triple reacción hacia los atentados en Francia: una primera emocional, de empatía con todo lo que sucede a una comunidad hermana y cercana; la segunda podría ser el refuerzo de la seguridad. "No estamos asustados, no es nuevo, sabemos vivir con esto, también vivimos alertas en España, todos los centros están protegidos", afirma, sin dar detalles, sobre un triple sistema que incluye seguridad propia, municipal y del Estado para proteger los lugares de reunión de la comunidad. Precisamente la seguridad es su única reivindicación hacia la Administración publica.
Los judíos están huyendo de Francia, del corazón de Europa, por motivos religiosos, denuncian
Benatar, no obstante, hace el mayor énfasis en una tercera preocupación que podría calificarse de filosófica o intelectual: el éxodo de judíos franceses, que cifra en unos 7.000 que están abandonando Francia cada año con destino a Estados Unidos e Israel.
"Algo no estamos haciendo bien en Europa", afirma, "después de siglos y generaciones como franceses, ahora mismo están huyendo judíos del corazón de Europa por cuestiones de religión", fenómeno que le merece la máxima alerta. Las familias de los cuatro asesinados en el supermercado de comida judía de París han decidido enterrar a sus parientes en Israel.

"El antisemitismo hoy es antisionismo"

Ni a título individual ni colectivo se mencionan incidentes destacados contra la comunidad judía en España en los últimos tiempos.
Sinagoga de Santa María la Blanca, Toledo
Los medios de comunicación sí han reflejado algunos incidentes que resultan extraños y anacrónicos hasta fuera de la comunidad. Las redes sociales se llenaron de expresiones antisemitas con ocasión de un partido de baloncesto hace unos meses entre el Real Madrid y el Maccabi de Tel Aviv; y una política del Partido Popular, hoy alcaldesa de la localidad madrileña de Collado-Villalba, defendía su trayectoria este mes de noviembre con la expresión "no soy una perra judía", para pasmo de propios y extraños. ""Utilicé una expresión coloquial, muy madrileña, pero muy desafortunada", intentó rectificar después, para pasmo de madrileños.
El antisemitismo fue durante siglos una persecución religiosa y por tanto se podía neutralizar con la conversión al catolicismo. En el siglo XIX el fenómeno mutó hacia los judíos como raza, sin salida posible, germen de las limpiezas étnicas y matanzas que culminaron en el Holocausto del régimen nazi.
Se reconoce que el antisemitismo de raíz religiosa y conservadora en España se mueve claramente a la baja, con aún restos en el lenguaje que consideran ofensivos.
La identificación de muchos españoles con la causa palestina contamina la relación con lo judío
Sin embargo, en la actualidad en España la comunidad se enfrenta a una nueva variedad relacionada con la política, un muro que reconocen difícil de derribar, vinculado al Estado de Israel y el enquistado conflicto con los palestinos, origen de críticas frontales que sitúan a la izquierda del mapa político español y que aparece constantemente en los medios de comunicación.
"El antisemitismo está hoy disfrazado de antisionismo", afirma rotundo Benatar, un nuevo antisemitismo que desacredita y oscurece en su opinión la realidad de Israel, un país a la vanguardia en tecnología, cultura, ciencia, con un 20% de población árabe -más de un millón- en igualdad de derechos y una tolerancia que la convierte en capital gay de Oriente Próximo, destaca. "Todos los judíos que conozco son sionistas", añade Benatar, aludiendo a una identificación con Israel de toda la comunidad judía difícil de romper, más allá de algunas críticas parciales a lo que pueda hacer algún dirigente actual del país.

Juderías sin judíos

"La población judía es fiel reflejo del país donde está", afirma Benatar, por lo que los judíos españoles reflejarían la diversidad del país, la variedad de niveles económicos y sociales, incluso grado de religiosidad -y ateísmo- de la sociedad española de la que forman parte.
A diferencia de otros países, en España no existen barrios judíos, la comunidad se encuentra bastante atomizada y dispersa y no aperece concentrada. Por áreas destacan Madrid, Barcelona y la costa del Sol, con unos 10.000 judíos cada una.
Tras siglos en los que la presencia judía en España fue prácticamente inexistente, la comunidad judía actual tiene sus orígenes en la salida de Marruecos de miles de judíos tras la independencia del país a mediados del siglo XX y la llegada de argentinos, también venezolanos, en las últimas décadas.
Marruecos y Argentina se encuentran en el origen de muchos judíos españoles
Los orígenes hoy están mezclados -el propio Benatar es hijo de sefardí de Tetuán y de madre húngara -ashkenazi, centroeuropea-, el origen marroquí hoy está ya diluido en españoles de primera y segunda generación, y la identidad judía hay que buscarla más allá de la práctica religiosa, en la identificación con una herencia cultural y familiar muy fuerte.
Si no existen barrios judíos en España sí se encuentran juderías históricas, sin judíos, reflejo de una historia brillante y un pasado que ha dejado, en Toledo, las sinagogas de Santa María la Blanca y la sinagoga del Tránsito, que alberga el Museo Sefardí. Existe una red de juderías en defensa del patrimonio urbanístico, arquitectónico, histórico y cultural del legado judío en España que agrupa, junto a Toledo, a Girona, Cáceres, Calahorra, Palma de Mallorca, Córdoba, Ávila, Segovia, Tudela y hasta una veintena de localidades que suman medio millar de enclaves judíos históricos en la Península, promocionados como "Caminos de Sefarad".

Cultura para romper barreras

Otra iniciativa cultural de especial importancia es el Centro Sefarad-Israel, promovido por el Ministerio de Asuntos Exteriores, con el Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, nacido en 2007 y 'hermano' de otros proyectos como Casa América, Casa Árabe, Casa Mediterráneo o Casa África.
Fernando Vara de Rey, director de Relaciones Institucionales, destaca el carácter de institución pública del Centro y su objetivo de romper tópicos, establecer puentes y difundir la cultura judía y sefardí entre toda la población española.
El Centro Sefarad-Israel, con sede en plena e histórica calle Mayor de Madrid, organiza cursos de hebreo, una media de tres actividades semanales, exposiciones y, durante estos días, actividades relacionadas con el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz (ver artículo de apoyo), declarado Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto y de Prevención de los Crímenes contra la Humanidad.
Centro Sefarad-Israel, en la calle Mayor de Madrid. | PND
Cuatro líneas de trabajo ocupan la actividad de los profesionales del Centro, la promoción cultural (incluida música, gastronomía, artes escénicas, literatura, cine), el estudio del antisemitismo, el establecimiento de lazos con Israel, dando a conocer todas sus facetas y la difusión de su realidad; y, en muy primer plano, el acercamiento de la diáspora sefardí, los judíos con origen en la España medieval, expulsados en 1492, que formaron comunidades en todo el norte de África, Turquía y los Balcanes, muy diezmados en la Segunda Guerra Mundial pero aún presentes en Estambul, Sofía, Sarajevo, Belgrado e Israel, con una fuerte identidad hispana y en muchos casos conservando la mezcla de castellano medieval y hebreo que se conoce como ladino.
En abril se celebra en Madrid un encuentro de sefardíes de todo el mundo
El Centro se encuentra preparando para el próximo mes de abril un encuentro, esta vez en España, de judíos sefardíes de todo el mundo. Destaca Vara de Rey también la reciente modificación de la normativa para facilitar la concesión de la nacionalidad a los descendientes de judíos sefardíes.
Se estima que en todo el mundo existen unos tres millones de sefardíes, sobre una población total de 14 millones de judíos, para quienes la posibilidad de conseguir la nacionalidad española se ha recibido como una reparación simbólica, más allá de los efectos prácticos de contar con un pasaporte de la UE.

Los jóvenes se están marchando

La comida conocida como kósher es aquella que cumple con los preceptos religiosos judíos y es tan variada como los orígenes geográficos de las comunidades judías, desde Oriente Próximo al centro de Europa.
La tradición prohíbe comer carne de cerdo, animales acuáticos sin escamas y aletas, mezclar la carne con los lácteos. Kósher son productos en los que se ha controlado también el proceso de elaboración y actualmente reciben una etiqueta que certifica que son aptos para el consumo de un fiel judío.
Los animales deben ser desangrados completamente para su consumo. Así lo explica la familia Shalom Susana, de origen sefardí, propietaria de una tienda de alimentación y un restaurante en las cercanías de la sinagoga central de Madrid, en el barrio de Chamberí.
El patriarca, originario de la marroquí Tánger, tampoco relata incidentes antisemitas, y sí se muestra preocupado porque los jóvenes están emigrando, circunstancia certificada también por otras fuentes. La causa es en gran parte compartida por el resto de la juventud española, la búsqueda de oportunidades profesionales fuera de las fronteras españolas, que en su caso les lleva a Francia, Estados Unidos, Alemania principalmente, quizá con el matiz añadido con respecto a otros jóvenes el carácter inquieto de la comunidad y, sólo en el caso de los más religiosos, un porcentaje desea vivir su experiencia religiosa en Israel.
Los jóvenes judíos españoles emigran en busca de trabajo
La marcha de los jóvenes parece que afecta negativamente al negocio. Junto a estas pequeñas tiendas de ultramarinos del centro, en Madrid es posible encontrar comida kósher en El Corte Inglés y por comercio electrónico.
La comida kósher es cara, en su mayor parte importada de Francia, incluso algunos productos elaborados en España hacen el viaje de ida y vuelta. Se encuentra vino kósher del Penedés, Navarra o Madrid desde 10 euros, Coca Cola a tres, chorizo de ternera, embutidos, lácteos, galletas, mermeladas. La carne suele venir congelada de fuera de España, aunque existen mataderos que garantizan el rito, de pollo en Almería, de otras carnes en la misma Villalba de la alcaldesa del PP.
En la gran superficie informan de que la mayor demanda es de ensaladas, embutidos y pollo, éste a 13 euros el kilo y de origen francés. En sus lineales se puede encontrar una amplia oferta que incluye hasta nuggets con forma de dinosaurio; y asoman también unas tarrinas con la leyenda "Auténtico Hummus", la popular pasta de garbanzos con sésamo y pimentón de consumo generalizado en todo Oriente Próximo, saltando fronteras y paladares sin importar nacionalidad ni confesión religiosa.

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