martes, 27 de febrero de 2018

Cuando el asesino es de los nuestros

Artículo de opinión publicado también en infoLibre.
Fusil de asalto AR-15, un éxito de ventas en
EEUU, utilizado en la masacre de Florida.
Aquí, Madrid, invierno de 2018, caminando hacia marzo, que diría el poeta.
Tres sucesos recientes y violentos.
Uno. Italia celebra elecciones legislativas el 4 de marzo. La larga campaña electoral se ha visto sacudida por lo acontecido en una pequeña capital de provincia del centro del país, Macerata, 40.000 habitantes, como Soria: un varón de 28 años descargó su pistola disparando desde su coche contra inmigrantes africanos de la localidad e hirió a seis, de cuya suerte los medios no han vuelto a informar. El atacante había sido candidato de la Liga Norte en las últimas generales y, antes de ser detenido, hizo el saludo fascista y gritó "viva Italia".
Tenemos en este asunto terror, victimas casi indiscriminadas y vinculación con una organización política extremista.
Lo sorprendente del caso es que las crónicas periodísticas contaban que la ciudad y sus responsables estuvieron sumidos en el pánico por si podía tratarse de un ataque terrorista, circunstancia que los cronistas y los sumidos en el pánico parece que descartaron cuando se identificó al agresor como italiano y a las víctimas como inmigrantes.
Imaginemos en este punto la hipotética reacción ante un tunecino vinculado a un partido extremista islámico disparando indiscriminadamente a italianos.
Dos. Un español ha muerto en un bombardeo de la aviación turca sobre un enclave sirio con claro valor estratégico, como todos los enclaves. Desde la Segunda Guerra Mundial las víctimas de las guerras, combatientes y sobre todo civiles, mueren mayoritariamente por bombarderos aéreos, poco de trincheras y bayonetas. El compatriota, gallego de 25 años, llevaba un año integrado y combatiendo en alguna de las milicias kurdas, al parecer tenía buena puntería; sus allegados dicen que era una bellísima persona.
Todos los conflictos armados atraen una suerte de turistas de la violencia; cuando la participación es remunerada recibían hasta hace no demasiado tiempo el nombre de mercenarios, como Joselito, el pequeño ruiseñor que cuando salió de la jaula acabó volando hasta Angola, contratado por alguna de las partes.
Se calcula que entre 400 y 5.000 europeos se han sumado a las milicias kurdas para luchar en principio contra el Estado Islámico, cuando se tercie contra el régimen sirio y ahora contra fuerzas turcas; de ellos, entre 25 y 200 españoles (la disparidad de cifras indica que no se tiene ni idea de cuántos son), que aparecen intermitentemente en los medios presentados como algo parecido a cooperantes valientes que no pudieron quedarse quietos ante las atrocidades que veían en televisión.
Cartel propagandístico de las milicias kurdas.
Confiemos en que los organismos dedicados a la seguridad, así como siguen la pista a los enrolados en el Estado Islámico, hagan lo propio con estos españoles que participan activamente en conflictos armados, da igual si inspirados por motivos religiosos o económicos, por lo que hacen en destino y porque pueden volver a casa con la costumbre adquirida de resolver los problemas con disparos.
Tres. Matanza en un instituto de Florida, en la localidad de Parkland, 30.000 habitantes (menos que Teruel), 17 estudiantes muertos. El guarda de seguridad del centro no hizo frente al agresor -de 19 años, armado con botes de humo y un fusil de asalto-, algo perfectamente comprensible con el salario que le imaginamos. Hace ya tiempo que los héroes son involuntarios. El presidente Trump sugiere armar a los directores de instituto. Tenemos aquí terror, matanzas indiscriminadas asociadas en muchos casos a una ideología de extrema derecha. Lo único positivo del suceso es que la reacción política a la masacre ha venido de los propios estudiantes de secundaria, dando una lección a sus mayores.
El asesino de Florida estaba vinculado a grupos supremacistas y fue investigado por el FBI, sin resultados.
¿Se encuadran estos tres casos como terrorismo? Pues depende, siendo rigurosos no, al terror y una organización detrás o cercana es necesario añadir un objetivo político; aunque si aplicáramos los criterios que utilizamos normalmente si el agresor es musulmán o el apellido suena árabe, sin duda lo consideraríamos terrorismo.
De donde se concluye que la clasificación de la violencia y muchas respuestas dependen de la nacionalidad del que aprieta el gatillo; y que algo que une a los tres casos es la atención que merecerían los procesos de radicalización violenta (hay mucho radical no violento), cuando el personaje está pegando tiros lo único que se puede hacer ya es detenerlo, las soluciones están en el origen y en el proceso que le ha llevado hasta el punto final.
El Gobierno español presentó en enero de 2015 un Plan de Prevención de la Radicalización Violenta, con resultados desconocidos. Tenía mucho de actuación a nivel local, de educación y de servicios sociales, pero Interior pilota y vende estos asuntos y hace lo que hacen los ministerios del Interior en todo el mundo, que no son políticas sociales. Francia, a través también de su ministerio del Interior, acaba de presentar el tercer plan sobre el asunto en cuatro años.

Sugerencias


martes, 20 de febrero de 2018

Rotativas

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Imagino las reuniones de contenidos de los grandes periódicos en papel: esto a cinco columnas, esto a tres; hoy criticamos a Zapatero, mañana a Pedro Sánchez; los partidos políticos no hablan de las reformas que España necesita, las propuestas del partido equis no tienen fundamento (esta última pareja es algo contradictoria), gente seria tomando decisiones que se traducen en planchas, tinta y periódico impreso.
Sus resoluciones tienen consecuencias materiales, ponen en marcha grandes y ruidosas máquinas y sale un producto que hay que transportar en camiones y furgonetas velocísimas que cruzan España de madrugada y acaban en manos de un personaje indescifrable llamado quiosquero.
Imagino en esas reuniones a profesionales que se toman muy en serio a sí mismos (algo menos a los demás), que de vez en cuando son invitados por la Casa Real a la cena de gala en honor del presidente del Perú, de visita oficial en España, por ejemplo.
"No te equivoques", se dirán entre ellos en esas reuniones, aunque se conozcan desde hace décadas.
"¡Que paren las rotativas!", ordenan en situaciones graves.
"El País, con la Constitución", a ver quién supera eso.
El asunto es que ya no tienen rotativas, que estaban físicamente primero cerca o debajo de la redacción, luego se fueron alejando.
El País, AS y Cinco Días han cerrado este mes de diciembre la suya, lo que supone un ERE a 70 personas, la mitad a la calle. Se lee más o menos lo mismo, pero las ventas de periódicos en papel han caído a la mitad en los últimos diez años, lo que aparentemente justifica la decisión empresarial, aunque el producto se sigue imprimiendo, pero se ha subcontratado, externalizado.
Hasta aquí ya van dos tendencias, la caída de la prensa en papel y las subcontrataciones.
Algunos medios de la competencia destacan que los periódicos impresos del grupo Prisa se van a editar a partir de ahora en la imprenta del grupo Vocento, es decir, que El País y ABC comparten hoy rotativas, lo que no pasa de anécdota pero es curioso, al menos para Vocento sigue siendo rentable la actividad.
Las rotativas le daban al periodismo una dimensión industrial, esa máquina de vapor engullendo gigantescas bobinas de papel,  que anclaba la profesión en la realidad, la comunión de intereses entre la producción intelectual y la material, era producir papel pero con contenido.
Todas las revoluciones son interclasistas y la periodística también lo era, el linotipista con el roce acababa sabiendo algo de periodismo y el redactor, de máquinas de impresión.
Todo esto forma ya parte del pasado, como el ruido de las máquinas de escribir en las redacciones (esto no lo conocí), el humo del tabaco o los teletipos de las agencias escupiendo papel pijama con alegría hasta que llegaba alguien del juzgado o de la propia agencia para llevarse la máquina por impago (esto sí lo he conocido).
Los periódicos ya no tienen ese largo intestino ruidoso que transformaba la actualidad en papel entintado.
Han aligerado la digestión y a veces sale la información algo cruda, como sin procesar lo suficiente.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Más móviles que humanos

Las ideologías son un atajo, o una muleta, que nos ayudan a interpretar la realidad política en menos tiempo de lo que llevaría el análisis detenido de los acontecimientos.
Nos apoyamos en cierto tipo de instrumentos para acortar tiempos o alcanzar metas inasumibles en solitario; es lo que hacemos al preguntar a un vecino por el coche que conduce o a los compañeros de trabajo su opinión sobre la final de Operación Triunfo.
Es un atajo un debate entre candidatos, ahorra leerse el programa electoral.
Otro ejemplo: mejor que estudiar cada uno de nosotros la evolución de la sociedad de la información en España pues es acudir al informe que todos los años elabora la Fundación Telefónica -SDIE17-.
"España, preparada para la Cuarta Revolución Industrial: cuando la tecnología empieza a comprender al usuario", titulan la nota de prensa de la última edición presentada este mes de febrero.
Únicamente hay que aplicar un factor de corrección comercial que no es seguro pero sí posible que influya entre los objetivos de la publicación.
Con alguna precaución en este sentido hay que recibir la información sobre la extensión y las bondades de la fibra óptica y la banda ancha móvil, que las tendrán e interesan mucho a la compañía, o el futuro que se insiste nos espera con la nevera parloteando digitalmente a nuestras espaldas con el supermercado (internet de las cosas). En este porvenir por venir aparecen también los torneos de videojuegos multijugadores o el automóvil sin conductor.
Una de las primeras conclusiones del informe es que el número de teléfonos móviles en el planeta ha superado al de habitantes. Se deduce que en muchos lugares del globo y también de la península se ha conocido antes y mejor la comunicación móvil que la fija en cable de cobre.
España se sitúa desde hace años en puesto de cabeza en cuanto a usuarios de teléfonos inteligentes, que son más listos que el frigorífico aunque el apellido se refiere a que el dueño navega con ellos por internet. Los smartphones acaban de cumplir diez años, con lo que hace una década no existían, lo que da cierto vértigo.
Segunda conclusión: la vía de acceso al universo digital crece a través del teléfono móvil por encima de otros dispositivos, lo que tiene sus matices.
Las últimas transformaciones han supuesto, nos dicen, que en 2018 el 50% de los jóvenes españoles sean "mobile first" (recuerda al America first de Trump), es decir, que consumen la mayor parte de su tiempo en red sobre una pantalla móvil.
Con todo, el familiar PC ha pasado en pocos años de Partido Comunista a ordenador de mesa y, por mucho que se insista en su desaparición sigue siendo la principal herramienta electrónica en asuntos profesionales, compras, formación, operaciones bancarias, ver TV por internet o para quien quiere escribir algo de más de cinco líneas.
La Fundación Telefónica continúa con su costumbre de tratar bien a las administraciones públicas, muy recomendable en sectores regulados, también lo practica la industria de defensa, por lo mismo sorprende el aparente enfrentamiento del sector energético con sus reguladores.
Al igual que nadie distingue hoy ya entre prensa digital y papel, el estudio revela que se han roto no pocas fronteras del pasado reciente, han saltado techos como la resistencia hoy desaparecida hacia el comercio electrónico; la preocupación por la seguridad o la privacidad -interesan pero no lastran- y las generaciones mayores van entrando en el uso tecnológico mientras que el paso de los años va suavizando las diferencias según la edad de los usuarios.
Aparecen avances en la oferta y uso de servicios públicos digitales; las radiografías, los historiales clínicos, navegan por las redes ya con naturalidad, jubilando el formato gigante en película fotográfica con sobre marrón donde nuestro esqueleto sonríe hoy ya perdido en el fondo de algunos armarios.
Destaca también lo referido a formación y educación, es cada vez más habitual la utilización de recursos digitales y tecnología en la formación reglada -a distancia y presencial-, por parte de docentes, centros educativos y estudiantes -mucho vídeo formativo- y en el mismo contexto se reclama un impulso de adaptación urgente del sistema educativo y de capacitación de los alumnos, pues muchos de los empleos futuros requerirán habilidades tecnológicas, de diseño o explotación.
Telefónica en su informe "apunta a la tecnología como el medio que abre las puertas a la 'sociedad cognitiva', una sociedad en la que experiencia y evaluación del usuario genera un conocimiento que permite, a su vez, información y servicios a medida", lo que leído tres veces significa que usamos tecnología que acaba por reconocernos y todos nos beneficiamos.
La Fundación Telefónica denominaba a este trabajo 'Informe sobre la Sociedad de la Información en España', que en su última edición ha pasado a 'Sociedad Digital', la información ya se quedaba corta, y se insiste mucho en esta edición en el adjetivo "cognitivo", que ya es procesado de información y apunta al conocimiento.
"España se prepara ya para dar el salto de la Sociedad Digital a la Sociedad Cognitiva", dice el informe con generosidad de mayúsculas, sin explicar mucho el punto de destino más allá del tamaño que imaginamos del salto y que parece positivo. Se está configurando "el mayor cambio de época de la historia de la humanidad", leemos, lo que está proporcionando "oportunidades espectaculares a nuestro país que debemos aprovechar". Afirman que "ya no hay barreras entre la vida digital y la vida real".
En este sentido el informe utiliza un tono un punto exagerado que en ocasiones se convierte casi en religioso, de conquista del Oeste, profetas e iluminados por la tecnología, que bien entendido responde al entusiasmo de la Fundación Telefónica por estos temas y su futuro.
Quizá haya perdido algo de poesía, en anteriores ediciones el informe nos descubría el tiempo encontrado, para referirse a la gestión de nuestra vida digital haciendo uso también de micro-momentos que antes se desaprovechaban (esperando el bus o el dentista). El hombre aumentado aparecía en 2017, en referencia a la instalación de dispositivos electrónicos bajo la piel.
Este último informe se refiere al blockchain, asunto ya más técnico, para iniciados, algo así como una base de datos distribuida, formada por cadenas de bloques diseñadas para evitar su modificación, encriptadas, tecnología que se asocia al bitcoin y permite transacciones seguras sin intermediarios; que Telefónica quiere desarrollar en España.
Han despedido en el último año a los redactores periodistas, el filólogo del grupo ha sido prejubilado o, lo que sería peor, todos siguen pero han aprendido tecnología y se ha oscurecido el producto.
Volviendo a los intereses comerciales, que no anulan otros, la Fundación Telefónica señala el crecimiento del consumo de televisión a la carta, desde diferentes dispositivos, la mezcla en paquetes comerciales de telefonía y TV, y se detiene algo menos en el fenómeno de operadoras de telefonía como Movistar+, ellos mismos, produciendo contenidos, series como La zona o La peste, con argumentos secos y directos como su título.
El propietario de la tubería quiere cada vez más crear los contenidos que circulan por ella, y por ahí viajan datos (principal fuente de ingresos de estas empresas, no la voz) y también ficción televisiva.
Aunque de distinta naturaleza, los sueños del ciudadano y de Telefónica comparten redes digitales, podríamos decir.

Sugerencias


martes, 6 de febrero de 2018

La actualidad ordenada

Columna de opinión publicada también en Estrella Digital.
Con el periódico de referencia se establece una conexión que va cambiando a lo largo del tiempo. Pasa algo parecido en la relación que tenemos con todas las instituciones, las que lo son e incluso las que se atribuyen el nombre.
Comienza con una sensación de texto sagrado, de admiración hacia una biblia que te envuelve y anima a memorizar artículos como azoras del Corán.
Con los años uno acaba compitiendo con los contenidos y cabreándose con los editoriales, se contrasta la opinión propia y la escrita.
En una tercera fase la situación se relaja, se disfruta con parte y se ignora el cartoncillo que aparece por los bordes hasta en los periódicos más sólidos. Todos tenemos una parte sublime y otra miserable, oscilamos entre la pedantería y la vulgaridad; un amigo decía que estaba entre Sartre y Fofito, según el momento del día. Lo importante es la media.
Algunos periódicos no consiguen salir del bucle de la aventura de los payasos, ni en las fugaces apariciones del señor Chinarro, que era el payaso serio.
En cualquier etapa el periódico impreso, maquetado, en papel o PDF, ofrece la actualidad jerarquizada, con mejor o peor criterio se destaca algo como importante y otras cosas como secundarias, y como en toda selección se descartan contenidos; además se ofrece una visión global de la realidad informativa, un vistazo al periódico completo siempre te descubre algo inesperado, aunque no te interese inicialmente, de deportes, economía, fallecidos ilustres o desconocidos.
Las crónicas de Joaquín Vidal padre en toros o Segurola en fútbol (ahora en AS y La Vanguardia) trascendían a la afición respectiva, puede que gustaran incluso más a los antitaurinos y anti Liga de Fútbol Profesional.
Esto último -el orden- se está viendo modificado por la prensa digital, generalmente una acumulación desmesurada de contenidos difícil de navegar entre ellos, con la actualidad fragmentada y donde se acude preferentemente a los asuntos en los que uno está deformado, a costa de una visión global de lo que ocurre.
Lo que se une a la imposición de lo visual y el espectáculo, la obsesión por el número de visitas, que no siempre se llevan bien con el rigor informativo.
El día que dejé de leer El País es el título de un poemario de Jorge Riechmann publicado hace ya dos décadas, que poco tiene que ver con la gestión financiera de Juan Luis Cebrián en el grupo Prisa -está por descubrirse la competencia de periodistas metidos a gestores empresariales y de ajenos a la profesión dirigiendo medios-, sino más bien con la "poesía de la conciencia crítica", que dice la solapa del libro.
Éste es el asunto, la conciencia personal criticando lo que ocurre y lo que se lee.
Yo sigo leyendo El País, desde la conciencia crítica. Y varios otros.
De aquel libro entresaco lo siguiente:
El poder se permite el lujo de la tolerancia
mientras digitaliza los datos por si acaso.
Cambia el mundo todos los días y cambia también algo menos rápido nuestra manera de verlo, con la esperanza de que en el encuentro salga algo de interés.
La vejez sería la renuncia del cerebro a enganchar con la realidad, a encontrarle explicación.