Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.
C. Penedo / J. VidalNo estaban solos. Aviones espía, helicópteros de combate españoles, italianos y norteamericanos, apoyo aéreo de la OTAN, elementos de operaciones especiales infiltrados y escondidos en el terreno acompañaron el viaje de Qala i Nau a Herat. Las Fuerzas Armadas españolas se han enfrentado en Afganistán a numerosos problemas, pero uno de los más complejos ha sido el de irse de allí.
Para replegarse desde la remota provincia de Badghis a Herat se necesitaron 13 convoyes y cinco meses. Cada columna ocupaba unos cuatro kilómetros de las infernales carreteras afganas y necesitaba dos días en movimiento para recorrer los 140 kilómetros que separan las dos capitales afganas. Sólo una bomba consiguió explotar al paso de las unidades españolas, activada por un mando a distancia. No hubo daños personales y solo afectó a una plataforma civil afgana.
Ahora que la fase más peligrosa ha pasado, desde el Mando operativo de las Fuerzas Armadas se ofrece algún detalle más sobre el proceso –no finalizado- de trasladar 202 contenedores de material, 141 blindados de gran tonelaje y cerca de 1.000 militares españoles sin novedad significativa del oeste del país a la base multinacional de Herat, desde donde vuelven a España por muy diversas vías.
De hecho, ahora mismo miles de toneladas del material utilizado por los militares españoles está en tránsito por lugares realmente distantes del mundo. Una parte del mismo ha volado a Bakú (Azerbaiyán) en los inmensos Ilushin y Antonov de carga, desde donde viaja por carretera en convoyes civiles rumbo a Georgia y desde aquella república navegar luego a España. Otra parte del material español, el de menos valor, viaja en contenedores por Pakistán, rumbo al puerto de Karachi. Los blindados –material sensible- se trasladan hasta los Emiratos Árabes, para embarcar en cargueros y volver por el Estrecho de Adén y el Canal de Suez a nuestro país.
Una operación logística descomunal que el Mando de Operaciones del Estado Mayor de la Defensa evalúa en 22 millones de euros, contando sólo el coste directo para el EMAD. Según el almirante López Calderón, jefe del Mando de Operaciones, se ha enviado de regreso a España elementos de valor “que al menos superaran doce veces el coste de su traslado hasta territorio nacional”, lo que traducido indica una cifra superior a los 300 millones de euros.
En este inmenso traslado de bienes y enseres ha sido decisivo el componente civil contratado por el Ministerio de Defensa. Una parte del transporte de contenedores por Pakistán ha sido atacado por la insurgencia, aunque los daños han sido menores. En ocasiones se ha tenido que paralizar el transporte por los precios abusivos de paso de aduanas que se imponía al material de la OTAN que volvía de Afganistán.
Imagen de la ciudad de Herat (Afganistán). |
En Qala i Nau, para sus más de 1.000 militares, España contaba con una base de más de 100 edificios y 700.000 metros cuadrados, aneja al aeropuerto de la capital de Badghis. La complejidad logística llega a tal extremo que hubo que clasificar y empaquetar unos 20.000 tipos diferentes de piezas de repuesto de todo tipo de sistemas de armas y elementos. La base se ha traspasado, en perfecto estado de uso, a manos del Ejército afgano, que durante años ha sido entrenado por nuestras tropas, “no los sistemas de armas, que todos han vuelto”, explica el almirante López Calderón.
Todo esto ha viajado en interminables convoyes de dos días. Las tropas se recuperaban y preparaban entonces el regreso en Herat y volvían a viajar durante dos días a Qala i Nau. Cada columna de repliegue llevaba unos quinientos militares, de los que la mayor parte formaban la fuerza de protección de una larguísima columna que podía contar con 80 vehículos.
“Unos días antes los aviones no tripulados exploraban la ruta, en busca de cambios de actitudes o movimientos sospechosos de civiles afganos”, explica el coronel José Luis Murga. A la vez se infiltraban elementos de operaciones especiales en lugares estratégicos, como el terrible paso montañoso de Sabzack, a 2.600 metros de altitud. Blindados, góndolas, plataformas para contenedores y todo tipo de elementos rodantes ocupaban una superficie de cuatro kilómetros en el agotador viaje a poco más de 20 kilómetros por hora, condicionados por el lamentable estado de las carreteras afganas.
Pero no todo ha regresado a España. Unos 550 militares permanecen a día de hoy en Herat, con su material correspondiente y a la espera de decisiones relevantes sobre su futuro. Entre otras cosas trabajan desmontado, para su repatriación, los 12 helicópteros que han llegado a estar desplegados en Afganistán, entre aparatos de transporte, evacuación médica y los ‘Tigre’ de ataque, que han recibido su bautismo de fuego en estos meses. Entre otros elementos de gran valor económico y estratégico se cuenta el hospital de campaña ROLE 2, y la torre de control aéreo blindada de Herat. Allí permanecen a la espera de que se sepa qué va a hacer España, EEUU, la OTAN, la ONU y la comunidad internacional en general con el maltratado país asiático.
Operaciones en 2014
Torre de control del aeropuerto de Herat (Foto: Ejército del Aire). |
En 2014 la OTAN decidirá el futuro de la misión ISAF que oficialmente finaliza el 31 de diciembre de ese año y la continuidad de la presencia internacional para 2015, fase en la que España ha mostrado su voluntad de continuar operando la base de Herat y que puede suponer un contingente de alrededor de 500 militares.
Nada se decidirá antes de las elecciones presidenciales previstas para abril de 2014 y tras la correspondiente conferencia de generación de fuerzas donde los países ponen sobre la mesa sus capacidades y su voluntad.
Cambiando de escenario, España es candidata también a tomar el mando en 2015 de la operación de la UE Atalanta contra la piratería en aguas de Somalia, que protege el tránsito comercial marítimo, buques del Programa Mundial de Alimentos y la pesca de atún, y que presenta hoy unos resultados por encima de las expectativas iniciales.
No ocultan desde el Mando de Operaciones de las Fuerzas Armadas el interés creciente del Golfo de Guinea, por la peligrosidad de una piratería hasta ahora más centrada en mercancías que en secuestros de personas, y origen de parte del petróleo que importa nuestro país; y sobre todo por el área del Sahel, la frontera sur del Sáhara que se considera clave por el potencial desestabilizador hacia sus vecinos árabes del norte, éstos ya sí fronterizos con el Mediterráneo y España.
El futuro de las operaciones militares en el exterior parece orientarse a misiones cercanas al modelo integral actualmente desarrollándose en Malí y Somalia por la Unión Europea, con tres brazos: operaciones de adiestramiento y mentorización dirigidas tanto a formar la dirección operativa de fuerzas armadas y policiales locales como al combatiente de a pie; misiones que tendrán un componente civil y de cooperación; y que contarán con la participación de unidades militares de no gran tamaño, de carácter conjunto, actuación discreta y precisa.
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Nota: "retrógrado" se utiliza para definir algunas operaciones militares de repliegue preservando la integridad de la fuerza.