miércoles, 4 de septiembre de 2013

Europa se cuestiona su Defensa

Preocupada por la salud de su industria de Defensa, Bruselas se ha puesto manos a la obra con el objetivo de gastar mejor, incrementar la competencia entre empresas, abrir el mercado interior y exportar a terceros países


Artículo publicado originalmente en Estrella Digital.

Europa está tan preocupada por su Defensa, por la capacidad de respuesta a amenazas directas o riesgos, como por la salud de su industria de Defensa. Y en este segundo punto es donde ha comenzado a actuar: el objetivo es gastar mejor, incrementar la competencia entre empresas, abrir el mercado interior y exportar a terceros países.
Los ejércitos de la Unión Europea tienen 16 tipos diferentes de fragata y 17 líneas de producción de carros de combate -frente a un modelo y dos líneas de EE.UU.-, además de participar en el desarrollo de cuatro aviones de combate diferentes o contar con sistemas tecnológicos o informáticos no interoperables, que no se entienden con los del vecino. Se trata de ejemplos significativos de la fragmentación comunitaria en temas de Defensa mencionados el pasado 24 de julio en Bruselas por el vicepresidente de la Comisión y responsable de Industria Antonio Tajani, en la presentación del documento –comunicación, en jerga comunitaria- Hacia un sector de la defensa y la seguridad más eficiente y competitivo, que apadrinó el propio presidente Barroso y contó también con la presencia del comisario responsable del Mercado Interior, Michel Barnier.
Para la Unión Europea uno de los fundamentos de su Defensa es la industria, y ha decidido impulsarla. También puede ser una forma de avanzar en la unión política a través del fomento de una rama industrial, siguiendo el camino iniciado por los padres fundadores.
Son objetivos declarados, entre otros, abrir a la competencia un mercado interior donde el 80% del gasto en defensa se produce a nivel nacional y a proveedores mayoritariamente nacionales, al margen de programas conjuntos, sin coordinación entre estados, lo que contribuye a la sobrecapacidad en algunos ámbitos, duplicación de capacidades en otros y carencias en sectores críticos.
La Comisión Europea plantea avanzar en la estandarización de equipos, la certificación comunitaria de productos de defensa, el apoyo a medianas empresas y facilitar su acceso a mercados hoy muy cerrados y con grandes contratistas principales que copan los programas y distorsionan el mercado; la protección de infraestructuras civiles de interés militar -como el enjambre de satélites Galileo-; agrupar la demanda y compartir medios en comunicaciones por satélite; o estrechar lazos entre actividades espaciales civiles y militares.
Los 28 países de la UE “no pueden desarrollar y mantener individualmente las tecnologías y capacidades en Defensa necesarias para el futuro”, comparten Bruselas y los principios fundamentales de la lógica.
Ashton presentará este mes un documento político y militar
Complementario al documento presentado sobre la competitividad de la industria, la vicepresidenta Ashton, cabeza de la Agencia Europea de Defensa y máximo responsable de política exterior y de la denominada Política Común de Seguridad y Defensa, tiene previsto presentar este mes de septiembre un informe sobre los asuntos de seguridad y de defensa centrado en aspectos civiles y militares. Un documento provisional ha sido enviado en la última semana de julio a los Estados miembro, de carácter confidencial por lo que no ha transcendido a la opinión pública.
Los dos documentos serán los pilares preparatorios del Consejo Europeo que en diciembre reunirá por primera vez a jefes de Estado y de Gobierno para hablar monográficamente de Defensa.
Como aperitivo, este 5 de septiembre se celebra en Lituania una reunión informal de ministros de Defensa de la UE –informal no porque vayan en vaqueros, sino porque no rematan con un documento final de acuerdos-, a la que ha sido invitado el secretario general de la OTAN. Curiosamente en Lituania se espera también al secretario de Estado de EE.UU. John Kerry, a la reunión de ministros de Exteriores que se celebra a continuación, aparentemente más interesado por Siria que por otros temas.
Teniendo en cuenta que cuando se reúnan a final de año los jefes de Estado europeos a hablar de Defensa el acuerdo o el desacuerdo estará ya alcanzado, que los asuntos llegan ya cocinados a las grandes cumbres políticas, es en estas fechas veraniegas cuando cada parte está defendiendo sus intereses.
Francia y Alemania concretaron en julio al poner por escrito conjuntamente y enviar a Ashton sus prioridades, algunas curiosamente relacionadas con drones e inteligencia, quizá una tímida respuesta europea al espionaje masivo de las comunicaciones por parte de EE.UU. conocido en las últimas semanas.
La iniciativa conjunta franco-alemana se produce en un contexto marcado por la renacionalización de la política de Defensa y, obligados por la escasez de recursos, la firma de acuerdos bilaterales en materia de Defensa, quizá el más relevante por sus implicaciones concretas el suscrito por Reino Unido y Francia. España no parece especialmente activa en este campo, si bien firmó el pasado noviembre con Francia, Alemania, Italia y Polonia un acuerdo para reforzar la Política de Seguridad y Defensa y que la Unión Europea asuma "su responsabilidad de forma más activa ante los desafíos venideros para garantizar la seguridad europea".
En el mismo sentido, de cara a la cumbre lituana de esta misma semana, el Ministerio de Defensa difundió el último día de agosto un vaporoso comunicado conjunto con Portugal e Italia en el que los tres países señalan que  "la integración europea" en el ámbito de la defensa "debe surgir de forma natural", y dado el "carácter excepcional de la defensa" será "primordial adoptar una perspectiva clara y compartida, así como incentivos financieros y fiscales" para avanzar en común.
La UE gasta un 25% menos en Defensa en una década
Buen momento en cualquier caso para dibujar el escenario: el sector industrial de la Defensa en la UE factura 96.000 millones de euros, 23.000 millones en terceros países -un tercio de las exportaciones, a Oriente Próximo-; y donde trabajan 400.000 personas de forma directa y más de un millón de empleos indirectos. Siguiendo siempre los datos aportados por la UE, los presupuestos públicos en Defensa de la UE han pasado de una suma de 251.000 millones de euros en 2001 a 194.000 en 2010, una reducción cercana al 25% con una repercusión evidente en los pedidos a la industria, que teniendo en cuenta los largos ciclos de desarrollo aflorará en toda su crudeza en los próximos ejercicios, especialmente a partir de 2015. Entre 2010 y 2012 se estima que se ha producido una bajada adicional de un 10% en el gasto público.
En cuanto al personal de Defensa, ha pasado de 2,4 millones en 2006 a 2 millones en 2010, de ellos 1,6 millones militares y 400.000 civiles; en cinco años la UE ha prescindido de 300.000 militares y 100.000 empleados públicos civiles en defensa. Bruselas critica que el gasto europeo en defensa está dominado por los gastos de personal.
“Es la hora de hacer algo más juntos en materia de Defensa”, ha dicho por su parte el presidente de la Comisión en la presentación del documento, en un nivel más político. “En tiempos de restricciones económicas necesitamos hacer un mejor uso del dinero público”, añadió, “gastar más inteligentemente, evitar duplicidades, poner en común inversiones y compartir equipamientos”.
En contra de los mejores deseos de la Comisión se encuentra, se sabe y lo comparte, que “la Defensa continúa estando en el corazón de la soberanía nacional y las decisiones sobre capacidades militares pertenecen a los Estados miembro”, además de reticencias ya expresadas por el Reino Unido a cualquier cosa que huela a unión política europea.
A pesar de su avanzado desarrollo tecnológico, de la capacidad de la UE de responder a una crisis con capacidades civiles y militares, de que incluso con los recortes de los últimos años, la UE aún gaste más en defensa que China, Rusia y Japón juntos, se observa cierto complejo de inferioridad por parte de las autoridades comunitarias en estos temas y una obsesión en compararse con EE.UU., que puede tener toda la lógica geopolítica pero ninguna en términos históricos, de arquitectura institucional o desde el punto de vista sociológico, vista la diferente concepción de la seguridad entre el mundo anglosajón y el europeo continental.
Por mencionar algunas cifras, en Bruselas aparentemente preocupa que EE.UU. invierte siete veces más que la UE en I+D en el ámbito de Defensa; que la UE tiene 500.000 soldados más que EE.UU.; que la inversión en equipamiento e I+D per capita militar es cinco veces menor. El aliado americano más que duplica el gasto en defensa de la UE, alcanzando cerca del 5% de su PIB -1,7% de media UE-.
La Comunicación sobre industria de la Comisión está llena de rincones y avisos a los Estados: por ejemplo, advierte sobre el uso de compensaciones a terceros países a cambio de contratos; el frecuente recurso de acogerse a la seguridad nacional para evitar la libre concurrencia a los concursos; y pretende limitar los acuerdos Gobierno a Gobierno que puedan utilizarse para saltarse la libre competencia, precisamente una fórmula que España ha introducido recientemente en la normativa como paraguas que pudiera albergar contratos como la hipotética venta de carros de combate Leopardo a Arabia Saudí.
El ejecutivo comunitario muestra también su disposición a establecer un mayor control (léase, limitación) de las ayudas de Estado a la industria productora de equipamiento militar.
Barroso, posible candidato a secretario general de la OTAN
La Comisión Europea es consciente de que las decisiones sobre inversiones y capacidades en defensa y seguridad deben partir de un acuerdo común de amenazas e intereses, por lo que Europa necesitaría un acercamiento estratégico compartido, una actualización de la Estrategia de Seguridad de Solana del 2003.
En el marco de todo este debate ha surgido también la hipotética candidatura del actual presidente de la Comisión Europea –Barroso- al puesto de secretario general de la OTAN, reemplazo obligado en 2014, tema esquivado por el interesado y rumor a voces en cualquier conversación sobre defensa en la UE.
La industria europea de Defensa se encuentra concentrada mayoritariamente en seis países, que suman el 87% de la producción total de la UE: Alemania, España, Francia, Italia, Reino Unido y Suecia –por orden alfabético-.

Agencia de armamento, versión española

Defensa tiene como objetivo transformar el actual sistema de adquisiciones de equipamiento militar en una agencia centralizada

Con discreción o secretismo, uno de los mayores cambios que se están produciendo en el Ministerio de Defensa actualmente es la transformación del sistema de adquisiciones de equipamiento militar, proceso hoy disperso en competencias, gestión de los programas y responsabilidades entre el órgano central del Ministerio, los Cuarteles Generales de los tres ejércitos y la propia industria, hacia una agencia centralizada.
A falta de la creación ex novo de una agencia, el Gobierno ha decidido que esas funciones las va a concentrar en la Dirección General de Armamento y Material –DGAM-. Países como Alemania, Francia o Reino Unido cuentan con organizaciones especializadas, centralizadas, profesionalizadas para la gestión de las adquisiciones de la Defensa.
El objetivo es separar, dentro de la estructura del Ministerio de Defensa, al usuario (Fuerzas Armadas) del encargado de contratar, dos papeles hasta ahora fundidos y formando por otra parte una simbiosis peculiar entre cada ejército y una gran empresa de origen público: Armada-Navantia, Tierra-Santa Bárbara, Aire-CASA.
El deficiente sistema de adquisiciones actual, en vista de los resultados, ya fue detectado por el anterior Gobierno del PSOE y puesto por escrito –en documentos entregados en la Comisión de Defensa del Congreso- como una de las actuaciones urgentes y pendientes, prioridad aparentemente recogida por el actual Gobierno del PP.
De culminarse con éxito el proceso, el secretario de Estado de Defensa –hoy ya competente sobre el presupuesto, a diferencia de otros ministerios donde los dineros se localizan en la Subsecretaría- aumentará aún más su poder.
Y si se centraliza una competencia no puede ser sino a costa de quien la tenía: los ejércitos y la propia industria, que la están cediendo sin que su malestar haya hasta ahora salido del despacho.
Como también ha sucedido en otros ámbitos, el actual equipo de Defensa sitúa el cierre del modelo en 2015, y con ese objetivo se están concentrando partidas presupuestarias y empleados públicos en la DGAM; fecha a la que también se han aplazado compromisos de gasto y nuevos programas como el 8x8, fecha a la que el Gobierno parece fiar el fin de todos los males de la actual crisis, momento que en todo caso se sitúa ya a caballo con la próxima legislatura.
En este proceso de convertir la DGAM en la agencia española de armamento se podría interpretar también la reciente resolución de la encomienda de gestión entre el Ministerio y la ingeniería pública ISDEFE para la realización de actividades y trabajos de asistencia y apoyo en el desarrollo de la política de armamento y material de defensa en el ámbito internacional. El apoyo a la exportación, por tanto, externalizado en los últimos años, vuelve al Ministerio.
Aunque no sea exactamente de su competencia quizá la nueva DGAM sea capaz de poner orden en las finanzas de la Defensa, que continúan confusas: el consejo de ministros del pasado 26 de julio aprobó un nuevo crédito extraordinario con destino a programas de armamento –ya lo hizo en 2012-, esta vez por importe de 877 millones de euros que suponen nada menos que un 15% adicional al presupuesto aprobado del Ministerio de Defensa para este año. Este crédito compartía Real Decreto con incentivos al vehículo eficiente y otras ayudas al Servicio Público de Empleo Estatal.

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