domingo, 18 de junio de 2023

Ucrania y la munición informativa

El presidente de Ucrania lleva dieciséis meses sin ponerse una corbata, ni una chaqueta, rodeado además de líderes mundiales, cumbres internacionales y encuentros del máximo nivel político, que atiende vistiendo atuendo entre Decathlon (sección caza y pesca) y Coronel Tapioca, colores pardos y verdosos. Parece que acaba de llegar y vuelve de inmediato al frente. Pura comunicación política.
La comunicación explica también la constante referencia a los mercenarios rusos del Grupo Wagner luchando en Ucrania, se traslada el mensaje de que no puede haber causa justa basada en soldados de pago, aunque sea tendencia creciente en conflictos bastante antes incluso de la invasión de Irak, escenario donde operaban con inmunidad penal decenas de miles de mercenarios de Blackwater (hoy Academia). El prisma de la comunicación explica también las constantes referencias a la nacionalidad iraní de drones utilizados por las Fuerzas Armadas rusas, sin que sepamos la nacionalidad del resto de material que vuela y explota.
Teniendo en cuenta que la mayor parte del arsenal del conflicto por parte ucraniana procede de OTAN, la munición informativa es muy probable que tenga el mismo origen.
Falta perspectiva para extraer conclusiones sobre el conflicto derivado de la invasión rusa de Ucrania de febrero de 2022, con muchos precedentes y mucho contexto de los que poco se escucha. En cualquier caso, esta crisis ha inaugurado una nueva forma de comunicación por parte de EEUU-OTAN-Europa, fruto de lecciones estudiadas, no está claro si aprendidas, sobre la competencia informativa rusa en el pasado.
Aquí se encuentra la denominada comunicación estratégica, en muchos casos operada o combinada con otros muchos campos no relacionados con la comunicación (ciberdefensa) pero a los que sirve como paraguas pedagógico de cara a los no iniciados.
Abunda la comunicación estratégica en OTAN bebiendo de EEUU, que Europa imita disciplinadamente en este ámbito militar, con la impresión de escasez de periodistas y de presupuesto, cuando plantilla y recursos es el indicador de la importancia que se otorga a una política pública. Se intuye la presencia de mucho tecnólogo y especialistas en seguridad uniformada y civil, menos de especialistas en comunicación.
En el mundo de la empresa privada la comunicación se ha considerado tradicionalmente como un elemento subalterno del márketing, mientras que la comunicación estratégica ha logrado últimamente un protagonismo creciente en grandes organizaciones, parece haber subido algo de categoría, aunque vinculada también a objetivos cuantificables y externos y más prestigiosos que la mera comunicación.
Volviendo a Ucrania, o a los conflictos, podríamos decir que no hay estrategia sin comunicación ni comunicación sin mínima estrategia.
La Alianza Atlántica cuenta en Riga (Letonia) con el Centro de Excelencia de la OTAN en Comunicaciones Estratégicas desde 2014, desde donde opera con intensidad creciente en el difuso campo de la desinformación.
La comunicación estratégica de la OTAN, siguiendo su terminología, contempla el uso coordinado de las actividades y capacidades de comunicación de la Alianza en apoyo de sus políticas, operaciones y actividades, y para promover los objetivos de la OTAN, donde encontramos subapartados como los siguientes: 

  • Diplomacia pública: comunicaciones civiles de la OTAN y esfuerzos de divulgación responsables de promover la conciencia y generar comprensión y apoyo para las políticas, operaciones y actividades de la OTAN, como complemento a los esfuerzos nacionales de los Aliados.
  • Asuntos públicos: compromiso civil de la OTAN a través de los medios de comunicación para informar al público sobre las políticas, operaciones y actividades de la OTAN de manera oportuna, precisa, receptiva y proactiva.
  • Asuntos Públicos Militares: promover las metas y objetivos militares de la OTAN ante el público para mejorar la concienciación y la comprensión de los aspectos militares de la Alianza.
  • Operaciones de información: asesoramiento militar de la OTAN y coordinación de las actividades de información militar para crear los efectos deseados en la voluntad, la comprensión y las capacidades de los adversarios y otras partes en apoyo de las operaciones, misiones y objetivos de la Alianza.
  • Operaciones psicológicas: actividades psicológicas planificadas que utilizan métodos de comunicación y otros medios dirigidos a audiencias aprobadas para influir en las percepciones, actitudes y comportamientos, afectando el logro de objetivos políticos y militares.
De todo ello tenemos en el conflicto derivado de la invasión rusa de Ucrania, que se estudiará a corto plazo con la comunicación estratégica como una de sus grandes novedades operativas.
Se trata por lo visto hasta ahora de llevar la iniciativa, recordemos la comunicación o diplomacia del megáfono en los meses anteriores al inicio del conflicto, y por tanto el adversario va a remolque, acciones activas frente a reactivas que siempre dan alguna ventaja, a costa del efecto sorpresa.
Un ejemplo curioso lo impulsa el Ministerio de Defensa británico difundiendo en Twitter casi a diario píldoras de inteligencia sobre la marcha del conflicto, que poco deben aportar al implicado y desconciertan a la mayoría.
Así se explica el reiterado anuncio durante semanas de la invasión de Ucrania (profecía autocumplida); o la contraofensiva inminente anunciada por Ucrania durante al menos el primer semestre de 2023. 
El último paso, pendiente de encajar en el marco general de comunicación, es el reciente silencio informativo impuesto por las autoridades ucranianas, y la dificultad creciente de los periodistas allí desplegados, con responsables militares en vídeo ordenando silencio sobre la contraofensiva anunciada.
Con todo, en este criterio general de airear los supuestos planes del enemigo y silenciar los propios, se observa más táctica que estrategia.
La presencia poderosa de la comunicación estratégica en el conflicto de Ucrania, en mucha mayor medida que en conflictos pasados, obliga a prestar la máxima atención como disciplina de éxito; y obliga también a ser conscientes de que este tipo de iniciativas de comunicación interesadas aportan más oscuridad que claridad al conflicto.
Afortunadamente, el análisis sobre seguridad, defensa o relaciones internacionales en España se ha enriquecido sobremanera en los últimos lustros, decenas de universidades, think tank, asociaciones y centros de estudios ofrecen sus productos de forma nunca antes más accesible por parte del ciudadano al pensamiento especializado sobre estos temas, un escenario enriquecido a pesar de los sesgos e intereses de cada foro de análisis, siempre necesitados de financiación externa.
Sí se observa que la cantidad y diversidad de análisis especializado sobre la guerra de Ucrania no se traslada en la misma medida al debate público, social y mediático, ocupado por una monovisión empobrecedora y esquematizada hasta la caricatura.
Se echa en falta también mayor debate político sobre el conflicto en sede parlamentaria, bien porque lo que allí se habla no ha trascendido o bien porque directamente se ha decidido que no merecen discusión parlamentaria cambios relevantes como el incremento de un 26% del presupuesto del Ministerio de Defensa en poco más de un año.
Para todas las partes afectadas el objetivo final debiera ser una ciudadanía informada, y nadie como los especialistas o los responsables políticos, en competencia competitiva, podrían ayudar al ciudadano a reducir la complejidad del mundo.
Además, la diversidad de enfoques, de acercamientos, de contraste de opiniones, resulta una fortaleza de una sociedad abierta y democrática, no una debilidad.
"El peligro no es que sea difícil distinguir lo real de lo falso, sino que esa distinción deje de importarnos", afirma el filósofo norteamericano Michael Sandel en el número de junio de 2023 de la revista Telos de la Fundación Telefónica. "La democracia requiere persuasión, argumentación, debate por encima de nuestras diferencias", defiende, abogando por la necesidad de una educación cívica que supone algo así como alfabetización mediática e informacional que ayude a todos los ciudadanos, no solo los jóvenes, a interpretar lo que nos cuentan y se fomente el debate público democrático. "Aprender a escuchar más allá del desacuerdo es un arte cívico importante. Y no es algo con lo que nacemos. Es algo que tenemos que desarrollar, practicar y aprender".

Artículo publicado también en Blog IDAPS y en Atalayar.

1 comentario:

  1. La cuestión es hasta qué punto el ciudadano está dispuesto a profundizar en las numerosas fuentes abiertas, y en el alto número de informantes independientes que bucean en todo tipo de mensajes a la búsqueda de aquellos que cuentan con confirmación oficial. Un ejercicio autónomo permite anular el carácter de imposición de verdad de unos y otros. En cualquier caso, el control de la información en torno a los conflictos es viejo como el mundo, y tanto la OTAN como Rusia, China o Teherán se limitan a conocer y manejar las nuevas vías de distribución de información. El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Kyrylov acaba de anunciar, en rueda de prensa, que Estados Unidos prepara un ataque con mosquitos trasmisores de alguna rara enfermedad, que serán desplegados a través de un dron... y las redes difunden la información sin un mínimo contraste. En respuesta, decenas de cuentas informan de un alto número de bajas por cólera entre las tropas desplegadas, pero tampoco hay datos. Es como un juego de cartas, donde a cada información -fake o no- se responde con otra -fake o no- en tiempo record.

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