jueves, 17 de noviembre de 2022

España y su Defensa

Monumento a la Legión erigido en Madrid
ciudad en noviembre de 2022.

La Defensa de España (fronteras, intereses, valores, sin concretar mucho), la Defensa de los españoles (foco en la ciudadanía) y la defensa de quienes viven de la Defensa (empleados públicos, industria), pueden coincidir, quizá debieran coincidir, pero no son los mismo; la Defensa sería probablemente la suma de todo. 
El caso es que fui invitado hace pocas semanas en un ámbito restringido a hablar de la Defensa y España, con tres indicaciones orientativas del debate o los intereses de la audiencia: uno general, otro de opinión pública y un tercero de industria de Defensa. 
Traigo aquí no lo que allí se habló ni lo que dije, sino lo que llevé en la cabeza; reconociendo que estos ejercicios generalistas tienen su dificultad, y que la reacción más racional ante una oferta de este tipo hubiera sido no decir una palabra o escribir 774 páginas.
Siempre es relevante identificar al que habla, en mi caso el foco es el de la comunicación y del análisis de las políticas públicas, información que permite confirmar o descartar la habitual confusión de papeles: muy a menudo encontramos políticos en el papel de periodistas, funcionarios en el de políticos, periodistas y analistas en el de activistas.
Sobre cada uno de los acercamientos a la Defensa señalaré, utilizando la expresión anglosajona, un elefante en la habitación, un tema incómodo y presente sobre el que nadie habla o le apetece tratar en público.

Defensa y España

La política de Defensa en España está lógicamente condicionado por la moción de censura que acabó en junio de 2018 con el Gobierno conservador del Partido Popular presidido por Mariano Rajoy (ligado a la publicación de una sentencia sobre corrupción en su partido) y las elecciones generales de diciembre de 2019 que llevaron al Partido Socialista a formar un Gobierno de coalición con Podemos.
El marco de la Defensa en España está escrito en documentos como la Directiva de Defensa Nacional de 2020, la Estrategia de Seguridad Nacional de diciembre de 2021, la Brújula Estratégica de la Unión Europea de marzo de 2022 y el nuevo Concepto Estratégico de la OTAN aprobado en la cumbre de Madrid de junio de 2022, documentos todos imprescindibles para el interesado, cuyo orden cronológico quizá debiera haber sido al revés (OTAN, UE y luego España con seguridad y finalmente Defensa).
Luego viene la realidad a poner a prueba documentos y estrategias, el momento concreto que todo lo altera. La actualidad de España en noviembre de 2022 en estos asuntos de seguridad y defensa está marcada claramente por dos circunstancias: la invasión de Ucrania del 24 de febrero, y la respuesta de la UE con España incluida; y la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado para 2023, que contemplan un crecimiento de los fondos de Defensa del 25% (sumaría un incremento de más del 40% con el actual presidente del Gobierno).
Desde otra perspectiva a más largo plazo, en España vivimos dos procesos de calado no concluidos. Por una parte, la creación desde aproximadamente el cambio de siglo de un sistema de seguridad nacional, que va mucho más allá de un departamento de coordinación en Moncloa, implica un cambio de perspectiva no rematado. Existe una ley de seguridad nacional, un consejo de notables que preside el rey Felipe, un comité de situación más operativo y discreto engrasado durante la pandemia, una estrategia de seguridad nacional, un informe anual, pero no un consejero de seguridad nacional.
Un segundo proceso, directamente ligado a la organización y la eficacia militar, es el recorrido hacia lo conjunto, impulsado desde la Ley de Defensa de 2005; se trata de un largo camino hacia la acción conjunta de los tres ejércitos, bajo un mando unificado en el JEMAD -al parecer aún no asumido desde los ejércitos-, en los ya seis espacios de actuación (tierra, mar, aire, espacio, ciberespacio y, el último en incorporarse, el ámbito cognitivo).
Sorprende que las inercias y autonomía de los ejércitos de Tierra, Aire y de la Armada continúan pasados 35 años después de crearse el Ministerio de Defensa y quedar englobados en su estructura, ministerio/poder civil al que desde el mundo uniformado se sigue observando desde la desconfianza, la injerencia en su actuación y la obstrucción en la deseada relación directa con el jefe del Estado, obviando que por mucho mando supremo que le reconozca la Constitución no dirige las Fuerzas Armadas.
El marco imprescindible de la Defensa en España es la OTAN (léase Estados Unidos en la Alianza además de acuerdo bilateral) y la Unión Europea.
El elefante en la habitación sobre la Defensa de España es la posibilidad de tener que hacer frente a una amenaza no compartida con nuestros socios de la OTAN o de la UE, a pesar del artículo 5 de la Alianza y el 42.7 del Tratado de la UE sobre asistencia mutua, es decir, la desestabilización del norte de África, es decir, un conflicto abierto con Marruecos. Un enfrentamiento con el vecino del sur se presenta como una posibilidad remota, teniendo en cuenta los intereses de Estados Unidos en ambas orillas o la diferencia de renta de uno a diez, lo esperable es que las tensiones se jueguen con estrategias híbridas en la zona gris, como las 12.000 personas que cruzaron la frontera de Ceuta en mayo de 2021 en apenas 48 horas; a la contra juega el ejemplo de Ucrania, muy lejos del gris, o que las autocracias por regla general no son previsibles en ningún lugar del planeta.

Opinión pública y Defensa

Cada país tiene su historia y su sensibilidad, que han de tenerse en cuenta para el desarrollo de cualquier política pública y aún más los instrumentos dedicados a defender al ciudadano de amenazas.
Las relaciones de los españoles con la Defensa y las Fuerzas Armadas y el mundo militar están marcadas por la Guerra Civil de los años 30 del siglo XX; por la no participación de España en ninguna de las dos grandes guerras europeas y luego mundiales del pasado siglo; por el hecho de que no fuimos liberados por los aliados desembarcando en nuestras playas (sí lo hicieron en Casablanca y Normandía, por ejemplo); por los acuerdos de Defensa firmados en 1953 entre la dictadura de Franco y EEUU, reeditados hasta la fecha;  por 40 años de dictadura con un fuerte componente militar (aparte del jefe del Estado, alrededor del 25% de ministros y procuradores en Cortes fueron militares); por el golpe de Estado de 1981 y otros intentos cercanos. 
La cúpula militar española actual entró en las academias de oficiales con Franco vivo y salieron licenciados antes de la Constitución; hasta el año 2006 una estatua ecuestre de Franco ocupaba lugar principal en la Academia General Militar de Zaragoza, con el peregrino argumento de que fue director del centro, como si en las calles alemanas hubiera estatuas de homenaje al Hitler pintor; aún hoy el dictador da nombre a una sección de la Legión.
Cambios sociológicos y políticos profundos equiparan hoy las relaciones entre ciudadanía española y Defensa y las FAS a cualquier otro país: la consolidación de la democracia (fin del ruido militar desde finales de los 80); la integración en la OTAN; las operaciones internacionales en las que han participado militares españoles, que ya nadie llama operaciones de paz (Angola y Namibia en 1989, Centroamérica, ex Yugoslavia, Líbano desde 2006, entre otras); el fin del servicio militar en el cambio de siglo, positivo, en contra de lo que algunos opinan, la experiencia de los españoles era con una gran organización ineficiente; la creación de la UME en 2005 para actuar profesionalmente en emergencias. Los españoles valoran hoy ante todo la profesionalidad de sus Fuerzas Armadas, un cambio realmente histórico.
La última gran encuesta pública que ha preguntado a los españoles por seguridad y amenazas se la debemos a la Fundación Alternativas, a la empresa 40DB y a la financiación del Ministerio de Defensa en enero de este 2022, con unas conclusiones relevantes: europeísmo de los ciudadanos en relación con su seguridad; transversalidad de las amenazas (pandemias, cambio climático, mayor peso que el riesgo de conflicto militar); y diversidad de enfoques, por orientación política, edad o sexo. A los ciudadanos que así se expresan debe ir orientada la Defensa.
En esta encuesta, realizada antes de la invasión de Ucrania, a la pregunta sobre las principales amenazas para la seguridad de España, los encuestados señalan en primer lugar la propagación de enfermedades infecciosas, seguido de terrorismo internacional, cambio climático y desastres naturales, ciberataques, flujos migratorios, desinformación y polarización, crisis de suministros, inestabilidad Mágreb y Sahel, armas de destrucción masiva, China, conflictos armados, Rusia y EEUU.
Los españoles encuestados opinan que las organizaciones con mayor capacidad para proteger a los ciudadanos frente a esas amenazas son, en primer lugar, la Unión Europea (25%, de las respuestas, mayor apoyo cuanto más joven es el encuestado); seguida de la OTAN con el 18% (más respaldo en mayores de 55 años); y el Estado español es mencionado como garante por un 13%.Tres de cada cuatro encuestados consideran que España debería abogar por una Europa de la defensa, con una mayor coordinación entre los Estados miembros de la Unión Europea y menor dependencia de EEUU.
En relación con la opinión pública, el elefante en la habitación sería la identificación de la Defensa, de lo militar, con una franja de la ciudadanía de orientación política ultranacionalista y extrema, la que correspondería por ejemplo con los abucheos al presidente del Gobierno si es de izquierdas en el desfile del 12 de octubre, nunca criticado desde la oposición conservadora.Cualquier gran política pública, con gran volumen de presupuesto, necesita la complicidad de la sociedad, la legitimidad de su respaldo. El peligro sería que la Defensa de España no tuviera en cuenta la diversidad de los españoles, sino que responda a un país inventado, a una sociedad inexistente.
"Es patente el desapego antipatriótico de los votantes de la izquierda sociológica", ha dejado escrito en sus memorias el penúltimo JEMAD, que fue nombrado por la ministra Cospedal y estuvo aún un par de años bajo Gobierno PSOE; es curioso que nunca se utilice la expresión 'derecha sociológica', parece en este caso un fenómeno natural.

Industria de Defensa

España es el séptimo exportador mundial de material de defensa y de doble uso, reflejo de una importante industria como sector y de empresas competentes, menos creadora de gran número de empleo que sí especializado y con tecnología avanzada, en muchos casos de carácter dual.
Lejos quedan los tiempos en los que cada ejército tenía detrás en simbiosis una empresa pública. Santa Bárbara fue privatizada durante la fiebre de adelgazamiento del sector público en el cambio de siglo por cinco millones de euros, aunque el Tribunal de Cuentas certificó más tarde que la venta costó 500 millones al erario público. En aquellas fechas, la pública CASA se integró en EADS, ahora Airbus, a cambio de un 5% de la multinacional. La Armada es la única que aún mantiene con los astilleros públicos Navantia una estrechísima relación con la industria.
Tras Airbus y Navantia, Indra parece ser la empresa llamada a ser el gran actor empresarial nacional en este sector, con un 26% de sus acciones en manos de la pública SEPI, y así lo muestra su no bien recibida elección como coordinador nacional en el programa del futuro caza europeo FCAS, junto con Dassault y Airbus en Francia y Alemania. 
Parece claro que la industria española de Defensa encara una nueva época de bonanza por parte de los Presupuestos Generales del Estado de los que depende, si bien no se ha alterado el sistema de financiación de los grandes sistemas de armamento a larguísimo plazo que hace que hoy estemos pagando aún las decisiones de compra del anterior ciclo inversor.
En éste como en todos los apartados relacionados con la Defensa aparece la UE, con una alta participación española por ejemplo en 28 de las 60 iniciativas en marcha en el marco de la PESCO, cooperación estructurada permanente que Bruselas ha puesto en marcha, que no conforma una política de Defensa pero se va avanzando con proyectos industriales conjuntos.
El gasto en defensa de los 27 miembros de la UE está creciendo significativamente hasta alcanzar los 214.000 millones de euros en 2021 (un 6 % más que en 2020), cuatro veces el de Rusia y casi lo mismo que China; la previsión es que siga aumentando con fuerza en los próximos ejercicios y tiene pendiente que ese gasto sea coordinado. Hasta el momento no existe un mercado europeo de Defensa, todos los países priman la industria propia, salvo los casos de programas multinacionales y consorcios.
No avanzará Europa en Defensa si no avanza Europa como proyecto federal (que incluye su pilar social); las últimas decisiones como respuesta a la pandemia, con el endeudamiento común y los fondos europeos de recuperación, más las decisiones tomadas en Defensa apuntan hacia ese avance federal necesario para que se traslade a las decisiones sobre seguridad común.
En este ámbito de la industria -sea española o europea- uno podría preguntarse si la economía responde a los intereses nacionales de seguridad o a otras lógicas más relacionadas con la rentabilidad y los beneficios de los accionistas.
Hablando de elefantes, en este caso parece claro que la industria de Defensa española, ni de la ningún otro país, tiene el tamaño y la autonomía suficiente para fabricar todos los sistemas de unas Fuerzas Armadas con todas las capacidades militares, parece imponerse a medio plazo cierta especialización entre los ejércitos y las industrias de los 27 y programas de desarrollo conjunto.

Cierre

El análisis de las encuestas ofrece un resultado paradójico: España es un país seguro que los españoles no reconocen como tal, en un mundo inseguro que no nos lo parece.
Existe unanimidad entre los agentes afectados sobre la necesidad de implicar a la sociedad en temas de Defensa, unanimidad en el discurso que no se acompaña con un comportamiento que alimente esa implicación deseada, más allá de recibir el aplauso o el apoyo acrítico. 
En cualquier caso, sobre la salud de la Defensa con mayúscula y de las tres defensas primeras -la de España en abstracto, la de los ciudadanos españoles y la de quienes trabajan directamente en ella- se podría decir que cualquier tiempo pasado fue peor.
Pero la Defensa no es una religión, es una política pública, debatible, con opciones distintas, y necesitada de rendición de cuentas y evaluación de resultados. Existe en este sentido recorrido por delante, tanto en España como en la Unión Europea.

Artículo publicado originalmente en Blog IDAPS.


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