jueves, 25 de febrero de 2021

Argelia a partir de la literatura

Artículo de opinión publicado también en Atalayar.

Pocos caminos como la literatura para desplazarse en el tiempo y el espacio, y para cuestionarse ideas propias, ajenas, cogidas con alfileres o largamente meditadas.

Lo anterior y lo siguiente surgen a raíz de la novela “Nuestras riquezas”, de la argelina Kaouther Adimi, en España publicada por Libros del Asteroide en 2018, traducida por Manuel Arranz, original en francés de un año antes. Nos propone la autora un viaje a una librería de Argel, desde los años treinta al presente, y provoca interrogantes.

Literatura - ¿Es la literatura el mejor método para conocer otras culturas? ¿Reflejan la España actual las novelas de Juan José Millás? ¿El objetivo de un escritor es artístico o didáctico? La realidad de las sociedades árabes es por lo general tan intensa que se cuela en la ficción, aunque probablemente no haya que pedirle al novelista una especialidad en ciencias sociales, históricas o sociológicas, más allá de cierto rigor en sus referencias cuya ausencia pudiera poner en cuestión lo relatado. Disfrutemos con la lectura de la ficción, y tiremos de los hilos reales con otras disciplinas.

Colonos - No existen dos experiencias coloniales iguales, impuestas o sufridas, ninguna ejemplar, y  a menudo se olvida que el colonialismo pasado y actual tiene un actor fundamental que son los colonos, hasta un millón en Argelia llegó a haber, más de la décima parte de la población, que en su mayoría salieron con la independencia de 1962. El colono forma parte de un sistema de racismo institucionalizado, del que se puede no ser responsable aunque sí beneficiario, en muchas ocasiones humildemente. A veces se señala la escasa rentabilidad económica de ciertas colonias para la metrópoli como Argelia o Marruecos, como si una mayor eficiencia económica hubiera justificado mejor la ocupación y la represión. Todos los colonialismos han alimentado violencia más militarismo, y contestación reaccionaria en la metrópoli, en Francia por ejemplo está detrás de dos golpes de Estado en 1958 y 1961, relacionados con Argelia.

Se puede uno preguntar si fue posible en algún momento una Argelia independiente con ese millón de colonos incluido, no en régimen de apartheid, sino como parte de un nuevo Estado independiente, todos juntos en un país regido por las leyes de las mayorías electorales; probablemente la violencia impidió una solución de ese tipo, que en otras geografías como Palestina ya se ha convertido en única opción, la alternativa es limpieza étnica.

La novela de Adimi refleja en sus referencias pasadas la Argelia de los colonos, los únicos que disfrutaban de nacionalidad francesa, que excluía a los árabes, indígenas, musulmanes, e incluía cristianos y judíos. De alguna forma Adimi, nacida veinte años después de la independencia, puede apropiarse de una tradición cultural que los argelinos no franceses contemporáneos de la colonización no han sentido como propia. En las novelas de Camus o del tangerino Ángel Vázquez los árabes no tienen nombre, forman parte del paisaje.

Españoles en Argelia - La relación entre lo que hoy es España y Argelia es intensa, antigua y desconocida,  incluye a Cervantes cautivo en Argel, a la madre de familia menorquina de Camus (Catalina Elena Sintes), la abuela de Lole Montoya (Antonia La Negra, de Orán), exiliados republicanos, militares de izquierdas (alguno cayó por allí en los setenta), inmigración económica durante siglos, ocupación por la corona española de Orán desde 1509 hasta 1792 (Cisneros, cardenal, inquisidor, regente, pasó de Toledo a Granada y luego a Orán en campaña propia como conquistador; aquella saharaui Villa Cisneros, hoy Dajla, rinde homenaje al nombrado capitán general de África por Fernando el Católico). España y Argelia están además unidas por dos tuberías subterránea de gas, y eso une mucho; aunque también habría que reconocer que los asuntos energéticos y de seguridad estrechan relaciones entre algunas personas, empresas y Gobiernos, algo menos entre ciudadanos.

Mediterráneo - Desde Serrat a Camus, existe un mito mediterráneo. Muchos árabes conocen España por Barcelona, Alicante tiene un ferry con Argelia. Existen iniciativas políticas entre las dos orillas que no acaban de tejer una red que sí existe en materia laboral regular e irregular, en el ámbito sentimental y cultural.

Identidad - No se puede entender Argelia sin el colonialismo (ningún país árabe, ni Francia), como tampoco EEUU sin la esclavitud o España sin la Guerra Civil, quien desee acercarse a estos países tiene que estudiar esos fenomenales fenómenos, sin llegar a conclusiones rotundas, pero el acercamiento ilumina algo el escenario.

Desde campos posiblemente opuestos, el colonialista uno de ellos, se afirma que Argelia es una creación francesa, no existe identidad argelina previa y se cuestiona a veces si existe incluso posterior.

La identidad es múltiple y cambiante, como regla general, la argelina no sería pues inmutable, nunca se puede decir que inexistente. Si nos referimos a identidad nacional, evidentemente existe hoy, hace dos siglos en el norte de África pues era distinta, como también en España, mucho súbdito y poco ciudadano.

Reconozcamos que Argelia tiene una transición política pendiente, los referentes políticos nacionales están ligados a la guerra de la independencia (con fecha de caducidad, la de quienes la vivieron), allí buscan su legitimidad los que no la tienen por votos (otra vía es la religión) y quienes buscan la pureza de los primeros tiempos, lo que no cuestiona la identidad argelina, hoy con 130 años de colonialismo a sus espaldas, un violento proceso de independencia de ocho años, el mito revolucionario y no alineado de los sesenta y setenta, la represión de una primavera particular a finales de los ochenta, una guerra civil en los noventa y la mitad de la población actual menor de 25 años, todo eso es identidad, incluido el hirak, como se denomina a los movimientos de protesta popular surgidos desde febrero de 2019 y que forzaron la salida de la presidencia de Buteflika tras dos décadas al frente del país.

Frente al analfabetismo colonial, alguna influencia tendrá también sobre la identidad actual argelina la mayoritaria alfabetización en árabe y francés, bilingüismo total -tan americano es hoy el idioma español como norteafricano el francés-; y el crecimiento espectacular de la educación universitaria (con mayoría de mujeres).

Todo lo anterior aparece leyendo la novela de la argelina Adimi, y surge también gracias a la labor de promoción cultural que realizan Silvia Rubio y Maribel González desde Separata Árabe, web y club de lectura, quienes organizaron recientemente un encuentro digital sobre la novela de Kaouther Adimi con la especialista en política energética Aurelia Mañé; gracias a las cuatro mujeres de este párrafo, Argelia hoy está más cerca, porque la entendemos mejor.

Sugerencias


2 comentarios:

  1. Caramba, Carlos. Magnífica reflexión. Te felicito y te la agradezco. Nos ayuda a ordenar ideas.

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  2. Querido Carlos,
    gracias por el compendio tan completo que has hecho de lo que se ha tratado en las charlas sobre "Nuestras riquezas" en el club de lectura Separata Árabe.
    Personalmente apenas conocía la historia de Argelia, así que el libro y los encuentro me han servido de puerta de entrada para conocerla un poco. Los libros pueden por tanto tener una labor didáctica, aunque a mí me atrae más su faceta artística.
    Solo un pequeño apunte, la criada de Juanita Narboni se llama Hamruch, aunque entiendo lo que dices de que la sociedad árabe permanece al fondo en este tipo de libros.
    Un placer leerte.
    Alberto Mrteh (El zoco del escriba)

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