sábado, 31 de agosto de 2019

Tánger despega


Antigua Aduana rehabilitada en el puerto de Tánger (Fotos: PND).
Si Tánger es un estado de ánimo, como dicen que dijo algún escritor de mediados del XX, la ciudad marroquí del Estrecho vive hoy un momento de euforia contenida, para algunos locales una euforia comparable a la España del cambio de siglo.
La contención puede venir de una sociedad más pausada, que se observa en la afición al té con hierbabuena y la forma de conducir en oleadas, sin histeria,  junto a las restricciones al crédito bancario -según cuentan- que evitan alegrías financieras particulares.
La visita a la ciudad en este verano de 2019 revela en cualquier caso una transformación en marcha sin precedentes, una inversión pública generosa y con efectos muy visibles, que reluce especialmente en la línea de costa, la Corniche, paseo marítimo durante kilómetros desde el cabo Malabata hasta circunvalar la ciudad antigua, medina y kasbah, dirección cabo Espartel (aquí web oficial sobre el proyecto del puerto de Tánger).
Se cumple una década de algunas grandes inversiones que marcan simbólicamente el despertar de Tánger y la zona norte de Marruecos: el puerto Tánger Med, a 40 kilómetros de la ciudad, gigantesca infraestructura donde hoy atracan los ferries procedentes o destino Algeciras (2,8 millones de viajeros), y donde se gestiona el movimiento de centenares de miles de contenedores (3,4 millones al año); este 2019 se acaba de inaugurar una ampliación.
Tanger Med es también la puerta de salida de la producción de muchas de las empresas instaladas en las zonas francas que rodean Tánger y que han creado decenas de miles de empleos en la región.
Entre ellas, de forma muy destacada, la fábrica de Renault-Dacia, inaugurada en 2012, que ya ha producido más de un millón de vehículos, entre ellos monovolúmenes como el Lodgy que han sustituido la mayor parte de aquellos Mercedes destartalados conocidos como grand taxi del pasado reciente.
Mezquita de la medina de Tánger.
Junto al empleo creado (inversión privada), las obras en el puerto y las infraestructuras van entrando en servicio, una de las más llamativas el primer tren de alta velocidad del continente que une desde noviembre de 2018 Tánger y Casablanca en dos horas y diez minutos y un precio por trayecto entre 20 y 30 euros, con la polémica habitual (elitismo, necesidad) sobre este tipo de inversiones que en su caso ha superado los 2.000 millones de euros financiados por Francia y petromonarquías del Golfo.
La inversión pública se percibe también en detalles menos aparatosos, nuevas zonas verdes, muy verdes, en instalaciones deportivas públicas o parques infantiles; también en la recuperación de zonas de la muralla y la medina bastante respetuosa, como el edifico de la antigua Aduana a los pies del Hotel Continental.
España continúa hoy muy presente en la realidad tangerina, desde la historia, la geografía, el callejero, los Almacenes Alcalá (tejidos y novedades escrito en la fachada), la historia, el español aprendido -cuentan- a través de Televisión Española y Canal Sur (hasta que llegó la TDT), los miles de marroquíes que han estudiado la Secundaria en el operativo desde hace seis décadas Instituto Severo Ochoa (dependiente del Ministerio de Educación, sistema educativo español) y sobre todo Tánger atrae a miles de turistas españoles que llenan sus calles.
España aparece también con empresas como Zara (desde 2017) y ALSA como concesionaria de los autobuses urbanos de la ciudad; el Instituto Cervantes y confiemos en que el centenario Teatro homónimo sea pronto rehabilitado, tras la reciente cesión a las autoridades locales, y se convierta en un foco de actividad cultural compartida.
Más allá de hispanos y extranjeros, el paisaje humano de Tánger es hoy mayoritariamente marroquí y variopinto, marroquíes residentes, de la emigración, del sur del país visitando el norte, también turismo de otros países árabes.
La ciudad transmite la impresión de estar en proceso de depender de inercias propias, no sólo externas. Tánger vive el presente y mira al futuro con optimismo, que contrasta con el pesimismo algo impostado en esta orilla hacia lo por venir.
Mezquita construida entre los nuevos puerto pesquero
y la terminal de ferries a Tarifa.
La ciudad ha conseguido dar carpetazo al mito del Estatuto internacional que la gobernó durante la primera mitad del XX, con excéntricos millonarios norteamericanos organizando fiestas, el cielo protector de algunos escritores malditos y la ausencia de marroquíes que reflejan novelas como la recomendable "La vida perra de Juanita Narboni" del español tangerino Ángel Vázquez.
Ha superado Tánger también la reivindicación autóctona que refleja un escritor marroquí como Mohamed Chukri, grito de los excluidos que nunca fueron invitados a aquellas fiestas.
Tánger ha fulminado sus fantasmas, ha dejado atrás el colonialismo visible y el invisible que ligaba su grandeza a un pasado de ocupación colonial, parece haber superado también la reacción de los condenados de la tierra; es su historia, pero no el punto de llegada ni referencia obsesiva.
Tánger, habría que analizar si es aplicable al resto del país, da la impresión de estar a punto de depender de sí misma, o expresado de otro modo, pasar a ligar su suerte a las fuerzas combinadas y no elegidas del mercado, de la coyuntura y del azar, como el resto del mundo que llamamos desarrollado.
Se podría decir que en Tánger Dacia ha vencido a Mercedes (aunque se mantenga con el modelo Vito para el transporte turístico), lo que tiene algo menos de glamour decadente pero más futuro.
Y su futuro siempre será compartido con España; los juegos de suma cero (lo que gana uno lo pierde otro) no suelen ser frecuentes ni en economía ni en sociología ni en cultura.

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