lunes, 30 de octubre de 2023

Gaza 'mon amour'

Octubre de 2023 marca un nuevo episodio de violencia generalizada en Israel-Palestina a partir de un ataque sorpresivo y criminal de Hamás contra población civil (y militar) israelí desde Gaza y una respuesta brutal por parte del ejército israelí que continúa tres semanas después del origen, con un millar de víctimas israelíes y siete veces más palestinas.
La explosión de violencia genera condenas, posicionamiento; pero en un marco más general provoca una demanda de información y explicación. Comparto unos apuntes previos sobre el conflicto, un par de películas sobre Gaza y un intento de arrojar algo de luz sobre cinco ámbitos: momento, colonialismo, terrorismo, instrumento militar y futuro.
Es conveniente analizar el día antes de la explosión y el día después a que callen las armas, y una declaración de principios que publicaba la periodista Ana Iris Simón recientemente en El País: “Ninguna causa es lo suficientemente justa como para asesinar un solo niño en su nombre, ni siquiera vengar la muerte de otros niños”.
Como acotaciones muy generales cabe en primer lugar llamar la atención sobre la densidad de acontecimientos y lo reducido del espacio, condiciones histórico-físicas que incrementan los intercambios, la complejidad y la incertidumbre. La Palestina histórica equivale en kilómetros cuadrados a la provincia de Badajoz, y siempre es interesante recordar que los territorios ocupados y admitidos por los palestinos para un hipotético Estado suponen el 22% de esa superficie.
Cabría decir también al comienzo de este artículo que no se trata de un conflicto eterno, irresoluble, bíblico, incomprensible, interpretación que genera hastío y aleja de cualquier intento de comprensión del fenómeno. Se trata por contra de un conflicto eminentemente político, fácilmente acotable su recorrido en el tiempo -nada empezó el 7 de octubre- con una fecha clave marcada por la llamada Declaración Balfour de 1917, por la que Gran Bretaña se comprometió a facilitar la instalación del hogar nacional judío en Palestina. El conflicto es abordable porque nos resulta cercano y familiar en su origen, muy europeo, a partir de actuaciones e ideología como la ocupación colonial de un territorio y el nacionalismo.
El conflicto palestino-israelí no es religioso (existen palestinos de las tres religiones monoteístas e incluso ateos), no es una guerra entre Estados. El conflicto afecta directamente a unos 12 millones tanto de judíos como otros tantos palestinos -las dos comunidades están igualadas en número-, la mitad de ellos residentes en la Palestina histórica y la otra mitad en el exterior, llámese exilio, emigración o diáspora.
Como última acotación previa, y los sucesos de octubre lo confirman, nos encontramos ante un escenario dinámico, lo que implica que la visión o planteamiento de hace cincuenta años probablemente no sirva para el presente. A lo largo ya de más de un siglo se han tomado cientos de decisiones políticas que han provocado la situación actual, esas decisiones podían haber sido otras.

Ficción

La primera reacción personal en caliente fue buscar papel escrito en la estantería, pero antes... en el televisor. Desde estas plataformas de contenidos sin fondo ni bibliotecario a las que tenemos acceso desde el sofá aparecieron dos películas de ficción:
  • ‘Un fin de semana en Gaza’. Reino Unido, 2022. Argumento: un periodista británico (y su pareja israelí) intenta escapar de Israel después de que la ONU imponga restricciones al tráfico aéreo y marítimo debido a la propagación de un virus. Gaza se convierte en el lugar más seguro de la región. Acabarán saliendo por Ráfah hacia Egipto.
  • ‘Gaza mon amour’. Coproducción Palestina-Francia-Alemania-Portugal-Qátar, 2020. Argumento: Gaza, hoy. Issa, un pescador de sesenta años, está secretamente enamorado de Siham, una mujer que trabaja en el mercado con su hija Leila. El descubrimiento de una antigua estatua de Apolo en sus redes de pesca cambiará su vida para siempre. Curiosamente, su confianza comienza a crecer y finalmente decide acercarse a Siham.
No es buena idea acudir a la ficción para encontrar análisis y explicación al conflicto israelo-palestino, aunque estas dos películas revelan algunos puntos de interés, como que hace un par de años se podían situar comedias en Gaza (resultaría impensable una comedia localizada hoy en Ucrania), síntoma evidente de una ocupación normalizada, estaba asumida su precariedad, sus dos millones de habitantes enjaulados. Choca la violencia informativa actual y la cotidianidad del cine, donde asoman muchos policías palestinos, la obsesión por los papeles, puetos de control, cortes de luz y personas. Lo más sorprendente es compartir vivencias familiares, amorosas, picaresca incluso, con palestinos e israelíes de protagonistas. La normalidad informativa es bien distinta, los palestinos aparecen siempre muriendo, gritando o rezando; la deshumanización del adversario es criterio básico en cualquier conflicto. La cultura puede ser también un instrumento de conocimiento y muchas veces de propaganda -no en las películas referidas-, Paul Newman e Ingrid Bergman han hecho más desde la gran y pequeña pantalla por la causa sionista que algunas campañas militares.
A continuación cinco acercamientos al conflicto con el objetivo de entenderlo algo mejor.

1 - Realidad - Momento

La explosión de violencia en Israel-Palestina de este otoño de 2023 se produce en el año en que se cumplen 75 del nacimiento del Estado de Israel y los palestinos denominan Nakba (catástrofe en árabe), referido en este caso a un proceso de limpieza étnica más amplio y los efectos de 1948.
Asimismo se cumplen 30 años de la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993, hasta el momento el intento más serio de encontrar una salida al conflicto, si bien bajo unas premisas que han derivado en un punto muerto. Oslo establecía el principio de dos Estados vecinos, pero marcaba un proceso, no un punto final, que debía avanzar y no lo hizo, y dejaba para una fase última el acuerdo nunca alcanzado sobre Jerusalén, fronteras, seguridad, soberanía y retorno de ciudadanos expulsados del territorio.
Los acontecimientos de octubre de 2023 se producen en uno de los años más violentos de los últimos lustros (250 palestinos muertos violentamente hasta el día anterior al ataque de Hamás).
La realidad geopolítica era que Palestina y los palestinos habían desaparecido de la agenda como problema internacional urgente de resolver, mientras que los análisis se centraban en el aparente próximo acuerdo entre Israel y Arabia Saudí, en el marco de unos acuerdos de Abraham con los que Israel pretendía estrechar relaciones con los países árabes (conseguido con Emiratos, Bahréin, Sudán y Marruecos) y suponían en esencia solucionar el problema palestino con alguna inversión y sin contar con los palestinos. Nadie ha recordado en las últimas semanas que Arabia Saudí e Irán restablecieron relaciones diplomáticas en el cercano mes de marzo con la mediación de China, movimiento sorprendente en la región que muestra actores y acercamientos no previstos.
Muchos factores pueden definir el momento previo a la última explosión de violencia, como las crecientes provocaciones en la explanada de las mezquitas de Jerusalén por parte de extremistas judíos, lugar de simbolismo extremo como tercer lugar santo del Islam; origen de la segunda intifada en 2000 tras sucesos similares; la cúpula de la Roca figura en el logo de Hamás y en la pared de la mitad de los hogares palestinos.
Añadamos al momento la previsible anexión ilegal de Cisjordania por parte del Estado israelí (como ya ha hecho con Jerusalén y los Altos del Golán);  y las divisiones de un liderazgo palestino desacreditado, lo que abre la sucesión no lejana de Mahmud Abbás.
En octubre de 2023 se produce un distanciamiento creciente y preocupante entre la dirección política y los ciudadanos en los territorios palestinos ocupados, también en Israel (manifestaciones multitudinarias desde enero), en los países árabes vecinos y no tan vecinos.
Finalicemos este apartado con la próxima convocatoria de elecciones en 2024 tanto al Parlamento Europeo como a la presidencia de Estados Unidos, lo que explica visitas recientes, apoyos incondicionales y el movimiento de varios actores en el desarrollo próximo del conflicto.

2 - Colonialismo

No es posible entender el conflicto israelo-palestino sin tener presente que en su origen y desarrollo, hasta el día de hoy, es un fenómeno colonial, con todos sus ingredientes: existen colonizadores, colonizados y colonos, de estos últimos hasta 750.000, con un comportamiento extremo. Existen ocupantes y ocupados. Existen presos sin cargos y presos con cargos. Existen detenidos menores de edad bajo jurisdicción militar y no detenidos. Existen agresores y agredidos. Existe la vieja fórmula de fragmentar al colonizado geográfica y jurídicamente.
El proceso es claro, y por supuesto tiene sus peculiaridades, una no menor es que llegó tarde, al menos cien años: en 1947 el Reino Unido se retira de la India, y ese mismo año se aprueba en Naciones Unidas la resolución 181 que establece un Estado judío y otro Estado palestino en la superficie del mandato británico.
Convengamos que en el siglo XIX poca gente conocía lo que hacía el rey de los belgas Leopoldo sobre los congoleños, y a nadie le importaba, circunstancias de conocimiento e interés que han ido cambiando a lo largo del siglo XX y del siglo XXI. Imposible imponer una realidad colonial en una época poscolonial, y eso se ha ido intentando en Palestina por el proyecto colonial sionista primero apoyado por la primera potencia mundial que era el Reino Unido; y luego a partir de los años sesenta por la primera potencia mundial que era y sigue siendo Estados Unidos.
Añadamos a las peculiaridades que se trata de un tipo específico de experiencia colonial conocido y estudiado como colonialismo de asentamiento, de raíz británica, que pretende en último término expulsar o aniquilar al colonizado, con referencias históricas reconocibles en EEUU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda. 
Finalicemos este epígrafe con la obviedad de que en todas las experiencias coloniales el colonizado se acaba rebelando contra el colonizador; y no menos importante, que el colonialismo acaba pasando factura al colonizador, en forma de militarismo, degradación del Estado, extensión de la violencia y reducción de derechos ciudadanos.

3- Terrorismo

No existe una definición internacionalmente aceptada y vinculante del término terrorismo, en tratados y análisis se impone la interpretación de parte y sorprende la ausencia clamorosa del terrorismo de Estado.

En cualquier caso el terrorismo se reconoce, definámoslo informalmente como una táctica, no una ideología, caracterizada por el uso de la violencia física contra civiles para conseguir objetivos políticos y tiene siempre una organización detrás, este invento de los 'lobos solitarios' (de distinto tratamiento aparezcan en Haro o Algeciras) está cogido con alfileres.

Identificamos sin duda como una acción terrorista el ataque de Hamás del 7 de octubre, cumple la definición, asesinato de civiles israelíes; y los mismos ingredientes y catalogación podríamos aplicar al atentado por milicia sionista en 1947 al cuartel general británico en el hotel King David de Jerusalén, con un centenar de muertos; a las actividades del Frente de Liberación Nacional Argelino en los cincuenta y sesenta y también a la represión francesa del independentismo argelino; violencia física contra civiles para conseguir objetivos políticos es la respuesta israelí al ataque de Hamás.

En cuanto a actores terroristas, digamos que Hamás es un agente relativamente reciente en este conflicto, surge a finales de los 80 al calor de la primera intifada, y se enmarca en un fenómeno del máximo interés como es el fracaso, por méritos propios e inducidos por terceros, del nacionalismo árabe laico de mitad del siglo pasado y su sustitución por un islamismo en ocasiones radicalizado.

Al margen del terrorismo, recordemos que desde Estados Unidos y Europa se ha hecho también todo lo posible para forzar el fracaso de cualquier experiencia política islamista no radical; y también que los actuales dirigentes por ejemplo en Túnez o Egipto han implantado unas dictaduras más represivas que los regímenes democráticos previos gobernados aunque fuera difícilmente por partidos islamistas.

Parece además claro que si el problema de seguridad de Israel es el terrorismo, en ningún caso este tipo de violencia se combate con cazas, bombardeos aéreos y carros de combate, cortes de alimentos y electricidad de millones de civiles, sino con inteligencia (en su doble sentido) y fuerzas policiales.

Apuntemos también que Hamás es un acrónimo cuya letra eme corresponde a la palabra árabe que significa 'resistencia', y este carácter de rebelión contra el ocupante lo comparte con Hezbolá, nacido y crecido contra la invasión por Israel del sur del Líbano durante dos décadas, nada que ver con otros grupos como Al Qaeda o el Estado Islámico. Se trata los primeros de dos movimientos políticos nacidos en el territorio, por palestinos en el caso de Hamás y no solo de Gaza, arraigados además por la vertiente social de este movimiento, en el marco de una estructura estatal inexistente, prestando servicios sociales y educación a una población desasistida.

Digamos finalmente que la fortaleza de Hamás es directamente proporcional al fracaso del proceso de paz de Oslo y el desprestigio de la mini Autoridad Palestina.

Y concluyamos recordando aquel gran avance político de la sociedad española al afrontar el terrorismo independentista cuando se popularizó aquello de "Vascos sí, ETA no"; con ese mismo espíritu podríamos hoy decir "Palestinos sí, Hamás no", "Judíos sí, Natanyahu no, colonialismo no". El antisionismo no es antisemitismo.

4 – Instrumento militar

Israel no cabe duda de que tiene la capacidad militar suficiente, y la impunidad internacional reconocida, para prolongar el conflicto unas décadas más e incluso para expulsar a un millón de palestinos al Sinaí, limpieza étnica como la ya ocurrida en 1947/48, aunque el foco mediático y la época en la que vivimos quizá no lo permitiría como en el pasado.

Lo relevante aquí es que Israel no afronta ninguna amenaza existencial. Los vecinos han sido progresivamente desactivados por acuerdos de paz (Egipto, Jordania); por guerras civiles y de agresión (Líbano, Siria); o por directamente invasiones (Irak).

El conflicto israelo-palestino no es una guerra entre Estados, entre ejércitos, fuerzas navales y aéreas que se enfrentan, lo que no impide que Israel cuente con unas fuerzas armadas con capacidad nuclear de las más potentes del globo; y un apoyo incondicional de la mayor potencia militar del planeta, reforzada por el crítico Obama con un acuerdo a diez años de 38.000 millones de dólares para tiempos de paz, y directamente sin límites para tiempos conflictivos.

De lo anterior, de la crisis actual en Palestina-Israel y también de la invasión de Ucrania cabe concluir o al menos plantearse el fracaso de la disuasión como uno de los pilares de la defensa militar. Ingentes presupuestos militares y una carrera de armamento en crecimiento no han impedido la actuación de Rusia ni de Hamás, lo que obligaría a replantearse algunos principios teóricos.

En este apartado de la seguridad, la defensa y su instrumento militar cabría señalar también cómo se han ido abandonando y desprestigiando las operaciones de paz amparadas por Naciones Unidas para estabilizar conflictos, para exportar por nuestra parte seguridad al amparo de una legalidad y legitimidad internacional que no existió en la invasión de Irak y hoy no es posible con un Consejo de Seguridad de la ONU bloqueado por Rusia si el tema es Ucrania, por Estados Unidos si el tema es Israel-Palestina.

Se dice que las operaciones de paz paran el reloj de un conflicto, los más de 600 cascos azules españoles en el sur del Líbano, encuadrados en una fuerza de diez mil actualmente comandados por un general español, han evitado el conflicto desde 2006 y es un gran logro, pero nunca solucionan el problema, la salida siempre es política; también lo será en el caso palestino.

5 - Futuro - Democracia

Un último acercamiento al conflicto palestino-israelí se debe dirigir al día después de los disparos, y su solución a largo plazo sólo puede ir ligada a la democracia.

Añadamos como aclaración que el conglomerado no geográfico que llamamos Occidente, Estados Unidos, Europa, las democracias reconocidas, no actúan democráticamente fuera de sus fronteras nacionales, aunque sí viaje en su discurso de valores y principios, y sólo vale mencionar para acreditarlo ejemplos como Guantánamo, Abú Ghraib, asesinatos selectivos, bombardeos de Irak o Siria desde hace años.

Recordemos que la República española no actuó democráticamente en el norte de Marruecos, quizá hubiera sido la historia diferente; que Francia no actuó democráticamente en Argelia ni con los argelinos en suelo francés.

E Israel no es una democracia para dos millones de sus ciudadanos que son palestinos, ni para los palestinos de los territorios ocupados. El sistema de discriminación racial institucionalizado conocido como apartheid define en buena medida la situación en Israel-Palestina, así lo han reconocido y documentado organizaciones de defensa de los derechos humanos locales (israelíes) y otras de trayectoria poco discutible como Amnistía Internacional o Human Rights Watch. Cabe recordar que la Corte Penal Internacional incluyó en 1998, en el Estatuto de Roma, el “crimen de apartheid” entre los crímenes de lesa humanidad (artículo 7). 

Como europeos que somos, acudamos a la Unión Europea y su estrategia global para la política exterior y de seguridad de 2016,  en la que leemos que "la UE promoverá un orden mundial basado en normas, con el multilateralismo como principio esencial y las Naciones Unidas como núcleo".

A octubre de 2023 se puede afirmar que el modelo Gaza, el confinar dos millones de personas sin salida y sin derechos, bombardeables regularmente, ha culminado sin éxito, y aún no sabemos qué formato lo puede sustituir.

A estas alturas y tres décadas desde su firma resulta evidente que los Acuerdos de Oslo son inviables, la solución de dos Estados independientes en el antiguo mandato británico en Palestina, probablemente el asesinato del primer ministro israelí en 1995 a manos de un terrorista israelí frustró el proceso en fecha tan temprana,  rematado en el año 2000 por Clinton-Ehud Barak. Hoy es inviable por la falta de voluntad y por la presencia en los territorios palestinos ocupados de 700 mil colonos radicalizados en su mayor parte que no se van a ir a ningún sitio.

El escenario local e internacional, como se apuntaba al comienzo, es dinámico. Se observan cambios en la visión del conflicto, generacional en cualquier geografía; especialmente en Estados Unidos, en el ámbito académico, existe ya una minoría en el Congreso norteamericano que hace oír voces alternativas sobre el conflicto; las encuestas registran un cambio entre los demócratas estadounidenses hacia posiciones más centradas y pro palestinas que en el pasado.

Existe desde hace tres lustros una campaña internacional surgida desde la sociedad civil de boicot, desinversión y sanciones (BDS), resistencia no violenta contra la ocupación israelí, similar a muchas otras practicadas en procesos de descolonización.

Y pensando en el futuro la solución al conflicto pasa por un único Estado democrático, con igualdad de derechos y obligaciones de todos sus ciudadanos. Ya existe un único Estado en la Palestina histórica, el reto es que sea democrático. Al diagnóstico generalizado de una situación actual de apartheid sudafricano le corresponde una solución sudafricana.

No cabe imaginar otra alternativa que una opción democrática de este tipo, apoyada ya hoy por la cuarta parte de los palestinos (los partidarios de los dos Estados no son muchos más), a la que habría que dedicar pedagogía y tantos esfuerzos como se hicieron en el proceso de Oslo. 

Conocemos ya el resultado de la opción realista que ha negado durante décadas la democracia y el derecho internacional en el conflicto palestino-israelí. La opción democrática no sería ingenuidad, sino actuar por interés, incluir el Estado de derecho entre nuestros intereses.


Artículo publicado también en la web Rebelión; y en infoLibre.


miércoles, 12 de julio de 2023

Condenado por derrotismo

El derrotismo, "actitud de desaliento o pesimismo en cualquier empeño", según definición de la RAE, está de actualidad en este ciclo electoral que incluye -al menos- las elecciones municipales y autonómica de mayo de 2023, las elecciones generales de julio de 2023 y probablemente alcance las elecciones al Parlamento europeo de junio de 2024, pesimismo general sobre el país, que no sobre la situación personal de cada uno; a nivel de partido político, pesimismo sobre los tuyos, que alcanza a no pocos en la izquierda jaleados en su desaliento por la derecha. El fenómeno no tiene delito, pero lo tuvo.

Sorprende / Resulta que el Código Penal Militar ha recogido hasta ya avanzado este siglo XXI el delito de derrotismo, según el texto vigente desde 1985 hasta 2015 (Ley Orgánica 13/1985, de 9 de diciembre), en el apartado de delitos contra la seguridad nacional y defensa nacional:

"Derrotismo. Artículo sesenta y cuatro.

El que, declarada o generalizada la guerra, con el fin de desacreditar la intervención de España en ella, realizare públicamente actos contra la misma o contra las Fuerzas Armadas españolas, será castigado con la pena de seis meses a seis años de prisión o con la de confinamiento o destierro. Con la misma pena será castigado el que en igual forma y circunstancias divulgare noticias o informaciones falsas con el fin de debilitar la moral de la población o de provocar la deslealtad o falta de espíritu entre los militares españoles.

En ambos casos, si el culpable fuere militar se impondrá la pena en su mitad superior.

La defensa de soluciones pacíficas a los conflictos no será considerada derrotismo bélico a los efectos de este artículo".

Sin desperdicio, todo magro. Agradezco el descubrimiento a Miguel Silva, memoria viva del Ministerio de Defensa español y colaborador necesario en la elaboración de la normativa que regula y ha regulado estas materias durante tres décadas, larga trayectoria hasta el punto de que ha tenido ocasión de enmendarse a sí mismo en claro ejercicio de salud mental, lejos de los anclados en la nostalgia.

El texto es asombroso, lleno de luces deslumbrantes y sombras tenebrosas, desde la guerra que ya nadie declara hasta la pena de destierro ("de tres meses y un día a seis años"), que provoca la cuestión sobre  adónde habría que enviar hoy a los condenados cuando Lanzarote o Fuerteventura se han convertido en destinos turísticos, quizá el destierro sería hoy el centro gentrificado de algunas grandes ciudades o la irrelevancia digital.

Antiguo y moderno al mismo tiempo, el Código Penal Militar durante 30 años muy recientes hacía referencia a quienes divulgasen noticias o informaciones falsas con el fin de castigar la moral de la población o erosionar el espíritu militar, con lo que el legislador se adelantó en varias décadas a la actual preocupación por la desinformación de civiles y militares, se adelantó al menos a penalizarlo, porque la solución sigue en busca y captura (algo tiene que ver la educación en la salida, la cívica y la reglada).

Se observa que los candidatos a condenados por derrotismo podrían ser civiles o militares, aunque juzgados por militares, mismo tribunal verde oliva que decidiría lo que fuera o no una noticia falsa.

Consuela en cualquier caso, pensando por ejemplo en la actual situación de guerra no declarada en Ucrania, que la defensa de soluciones pacíficas a los conflictos no sería considerada derrotismo bélico, con lo que los partidarios de una solución pacífica al conflicto en Ucrania podrían perfectamente salir del armario, con el actual y el anterior Código Penal Militar.

Desaparecida la pena, el derrotismo hoy sólo podría tener un castigo que sería la desafección de la mayoría, cosa que no se produce, porque el derrotismo propio siempre encuentra altavoces ajenos y uno se siente escuchado; y el derrotismo patrio se defiende con fecha de caducidad, hasta que los afines  ganen las elecciones y levanten el nuevo edificio desde los escombros actuales, es un decir.

Sobrevolando todo lo anterior se encuentra el mayor prestigio intelectual y social del pesimista sobre el optimista, aún en contra de las evidencias objetivas, parece que el derrotista es fruto de una profunda reflexión y quien destaca aspectos positivos se ha fumado alguna sustancia alucinógena.

El derrotista en cualquier caso se encuentra cómodo en su papel y recuerda a aquel 'cono del silencio' de Maxwell Smart, el Superagente 86 que entretuvo nuestra juventud televisiva, que se cubría con una campana precaria de metacrilato cuando quería mantener el secreto de sus conversaciones; existía también una versión portátil, otra 'paraguas del silencio' e incluso en algún capítulo los protagonistas se encerraron en un 'guardarropa del silencio'. El invento solía acabar malfuncionando contra sus usuarios.

Mucho han cambiado las cosas. Que nada impida hoy airear nuestra visión pesimista de la realidad. Hasta que lleguen los nuestros; o hasta que los otros con sus políticas ultras alimenten nuestras pilas semigastadas y decidamos hacer algo para impedirlo, quizá dentro de cuatro años.


domingo, 18 de junio de 2023

Ucrania y la munición informativa

El presidente de Ucrania lleva dieciséis meses sin ponerse una corbata, ni una chaqueta, rodeado además de líderes mundiales, cumbres internacionales y encuentros del máximo nivel político, que atiende vistiendo atuendo entre Decathlon (sección caza y pesca) y Coronel Tapioca, colores pardos y verdosos. Parece que acaba de llegar y vuelve de inmediato al frente. Pura comunicación política.
La comunicación explica también la constante referencia a los mercenarios rusos del Grupo Wagner luchando en Ucrania, se traslada el mensaje de que no puede haber causa justa basada en soldados de pago, aunque sea tendencia creciente en conflictos bastante antes incluso de la invasión de Irak, escenario donde operaban con inmunidad penal decenas de miles de mercenarios de Blackwater (hoy Academia). El prisma de la comunicación explica también las constantes referencias a la nacionalidad iraní de drones utilizados por las Fuerzas Armadas rusas, sin que sepamos la nacionalidad del resto de material que vuela y explota.
Teniendo en cuenta que la mayor parte del arsenal del conflicto por parte ucraniana procede de OTAN, la munición informativa es muy probable que tenga el mismo origen.
Falta perspectiva para extraer conclusiones sobre el conflicto derivado de la invasión rusa de Ucrania de febrero de 2022, con muchos precedentes y mucho contexto de los que poco se escucha. En cualquier caso, esta crisis ha inaugurado una nueva forma de comunicación por parte de EEUU-OTAN-Europa, fruto de lecciones estudiadas, no está claro si aprendidas, sobre la competencia informativa rusa en el pasado.
Aquí se encuentra la denominada comunicación estratégica, en muchos casos operada o combinada con otros muchos campos no relacionados con la comunicación (ciberdefensa) pero a los que sirve como paraguas pedagógico de cara a los no iniciados.
Abunda la comunicación estratégica en OTAN bebiendo de EEUU, que Europa imita disciplinadamente en este ámbito militar, con la impresión de escasez de periodistas y de presupuesto, cuando plantilla y recursos es el indicador de la importancia que se otorga a una política pública. Se intuye la presencia de mucho tecnólogo y especialistas en seguridad uniformada y civil, menos de especialistas en comunicación.
En el mundo de la empresa privada la comunicación se ha considerado tradicionalmente como un elemento subalterno del márketing, mientras que la comunicación estratégica ha logrado últimamente un protagonismo creciente en grandes organizaciones, parece haber subido algo de categoría, aunque vinculada también a objetivos cuantificables y externos y más prestigiosos que la mera comunicación.
Volviendo a Ucrania, o a los conflictos, podríamos decir que no hay estrategia sin comunicación ni comunicación sin mínima estrategia.
La Alianza Atlántica cuenta en Riga (Letonia) con el Centro de Excelencia de la OTAN en Comunicaciones Estratégicas desde 2014, desde donde opera con intensidad creciente en el difuso campo de la desinformación.
La comunicación estratégica de la OTAN, siguiendo su terminología, contempla el uso coordinado de las actividades y capacidades de comunicación de la Alianza en apoyo de sus políticas, operaciones y actividades, y para promover los objetivos de la OTAN, donde encontramos subapartados como los siguientes: 

  • Diplomacia pública: comunicaciones civiles de la OTAN y esfuerzos de divulgación responsables de promover la conciencia y generar comprensión y apoyo para las políticas, operaciones y actividades de la OTAN, como complemento a los esfuerzos nacionales de los Aliados.
  • Asuntos públicos: compromiso civil de la OTAN a través de los medios de comunicación para informar al público sobre las políticas, operaciones y actividades de la OTAN de manera oportuna, precisa, receptiva y proactiva.
  • Asuntos Públicos Militares: promover las metas y objetivos militares de la OTAN ante el público para mejorar la concienciación y la comprensión de los aspectos militares de la Alianza.
  • Operaciones de información: asesoramiento militar de la OTAN y coordinación de las actividades de información militar para crear los efectos deseados en la voluntad, la comprensión y las capacidades de los adversarios y otras partes en apoyo de las operaciones, misiones y objetivos de la Alianza.
  • Operaciones psicológicas: actividades psicológicas planificadas que utilizan métodos de comunicación y otros medios dirigidos a audiencias aprobadas para influir en las percepciones, actitudes y comportamientos, afectando el logro de objetivos políticos y militares.
De todo ello tenemos en el conflicto derivado de la invasión rusa de Ucrania, que se estudiará a corto plazo con la comunicación estratégica como una de sus grandes novedades operativas.
Se trata por lo visto hasta ahora de llevar la iniciativa, recordemos la comunicación o diplomacia del megáfono en los meses anteriores al inicio del conflicto, y por tanto el adversario va a remolque, acciones activas frente a reactivas que siempre dan alguna ventaja, a costa del efecto sorpresa.
Un ejemplo curioso lo impulsa el Ministerio de Defensa británico difundiendo en Twitter casi a diario píldoras de inteligencia sobre la marcha del conflicto, que poco deben aportar al implicado y desconciertan a la mayoría.
Así se explica el reiterado anuncio durante semanas de la invasión de Ucrania (profecía autocumplida); o la contraofensiva inminente anunciada por Ucrania durante al menos el primer semestre de 2023. 
El último paso, pendiente de encajar en el marco general de comunicación, es el reciente silencio informativo impuesto por las autoridades ucranianas, y la dificultad creciente de los periodistas allí desplegados, con responsables militares en vídeo ordenando silencio sobre la contraofensiva anunciada.
Con todo, en este criterio general de airear los supuestos planes del enemigo y silenciar los propios, se observa más táctica que estrategia.
La presencia poderosa de la comunicación estratégica en el conflicto de Ucrania, en mucha mayor medida que en conflictos pasados, obliga a prestar la máxima atención como disciplina de éxito; y obliga también a ser conscientes de que este tipo de iniciativas de comunicación interesadas aportan más oscuridad que claridad al conflicto.
Afortunadamente, el análisis sobre seguridad, defensa o relaciones internacionales en España se ha enriquecido sobremanera en los últimos lustros, decenas de universidades, think tank, asociaciones y centros de estudios ofrecen sus productos de forma nunca antes más accesible por parte del ciudadano al pensamiento especializado sobre estos temas, un escenario enriquecido a pesar de los sesgos e intereses de cada foro de análisis, siempre necesitados de financiación externa.
Sí se observa que la cantidad y diversidad de análisis especializado sobre la guerra de Ucrania no se traslada en la misma medida al debate público, social y mediático, ocupado por una monovisión empobrecedora y esquematizada hasta la caricatura.
Se echa en falta también mayor debate político sobre el conflicto en sede parlamentaria, bien porque lo que allí se habla no ha trascendido o bien porque directamente se ha decidido que no merecen discusión parlamentaria cambios relevantes como el incremento de un 26% del presupuesto del Ministerio de Defensa en poco más de un año.
Para todas las partes afectadas el objetivo final debiera ser una ciudadanía informada, y nadie como los especialistas o los responsables políticos, en competencia competitiva, podrían ayudar al ciudadano a reducir la complejidad del mundo.
Además, la diversidad de enfoques, de acercamientos, de contraste de opiniones, resulta una fortaleza de una sociedad abierta y democrática, no una debilidad.
"El peligro no es que sea difícil distinguir lo real de lo falso, sino que esa distinción deje de importarnos", afirma el filósofo norteamericano Michael Sandel en el número de junio de 2023 de la revista Telos de la Fundación Telefónica. "La democracia requiere persuasión, argumentación, debate por encima de nuestras diferencias", defiende, abogando por la necesidad de una educación cívica que supone algo así como alfabetización mediática e informacional que ayude a todos los ciudadanos, no solo los jóvenes, a interpretar lo que nos cuentan y se fomente el debate público democrático. "Aprender a escuchar más allá del desacuerdo es un arte cívico importante. Y no es algo con lo que nacemos. Es algo que tenemos que desarrollar, practicar y aprender".

Artículo publicado también en Blog IDAPS y en Atalayar.

sábado, 17 de junio de 2023

Ukraine and the informative ammunition

The Ukrainian president has not worn a tie or a jacket for sixteen months, surrounded by world leaders, international summits and meetings at the highest political level, which he attends wearing attire somewhere between Decathlon (hunting and fishing section) and Coronel Tapioca, in brown and greenish colours. He looks as if he has just arrived and immediately returns to the front. Pure political communication.

The communication also explains the constant reference to the Russian mercenaries of the Wagner Group fighting in Ukraine, conveying the message that there can be no just cause based on paid soldiers, although this is a growing trend in conflicts long before the invasion of Iraq, where tens of thousands of Blackwater (now Academia) mercenaries operated with criminal immunity. The prism of communication also explains the constant references to the Iranian nationality of drones used by the Russian Armed Forces, without us knowing the nationality of the rest of the equipment that flies and operates.

Given that most of the Ukrainian arsenal in the conflict comes from NATO, the information ammunition is very likely to have the same origin.

There is a lack of perspective to draw conclusions about the conflict stemming from the Russian invasion of Ukraine in February 2022, with many precedents and much context of which little is heard. In any case, this crisis has ushered in a new form of US-NATO-European communication, the fruit of lessons studied, it is unclear whether they have been learned, about Russian information capabilities in the past.

Here we find so-called strategic communication, in many cases operated or combined with many other fields unrelated to communication (cyber defence) but serving as a pedagogical umbrella for the uninitiated.

Strategic communication abounds in NATO, borrowing from the US, which Europe is disciplinarily imitating in this military field, with the impression of a shortage of journalists and budget, when staff and resources is the indicator of the importance given to a public policy. The presence of many technologists and specialists in civil and uniformed security is perceived, but fewer specialists in communication.

In the world of private enterprise, communication has traditionally been seen as a subordinate element of marketing, while strategic communication has recently gained increasing prominence in large organisations and seems to have risen somewhat in status, albeit also linked to quantifiable and external objectives that are more prestigious than mere communication.

Returning to Ukraine, or to conflicts, we could say that there is no strategy without communication and no communication without a minimum strategy.

The Atlantic Alliance has had the NATO Centre of Excellence for Strategic Communications in Riga, Latvia, since 2014, from where it operates with increasing intensity in the diffuse field of disinformation.

NATO's strategic communications, following its terminology, envisages the coordinated use of NATO's communications activities and capabilities in support of NATO's policies, operations and activities, and in furtherance of NATO's objectives, where we find subsections such as the following: 

  • Public diplomacy: NATO's civilian communications and outreach efforts responsible for promoting awareness and generating understanding and support for NATO's policies, operations and activities, as a complement to Allied national efforts.
  • Public Affairs: NATO's civilian engagement through the media to inform the public about NATO's policies, operations and activities in a timely, accurate, responsive and proactive manner.
  • Military Public Affairs: promoting NATO's military goals and objectives to the public to improve awareness and understanding of the Alliance's military aspects.
  • Information operations: NATO military advice and coordination of military information activities to create the desired effects on the will, understanding and capabilities of adversaries and other parties in support of Alliance operations, missions and objectives.
  • Psychological operations: planned psychological activities using communication methods and other means directed at approved audiences to influence perceptions, attitudes and behaviour, affecting the achievement of political and military objectives.

We have all of this in the conflict arising from the Russian invasion of Ukraine, which will be studied in the short term with strategic communication as one of its major operational novelties.

As we have seen so far, it is a matter of taking the initiative, remembering the communication or megaphone diplomacy in the months prior to the start of the conflict, and therefore the adversary is trailing behind, active versus reactive actions that always give some advantage, at the cost of the surprise effect.

A curious example of this is the British Ministry of Defence's almost daily Twitter feed of intelligence on the progress of the conflict, which is of little use to those involved and baffles the majority.

This explains the repeated announcement for weeks of the invasion of Ukraine (a self-fulfilling prophecy); or the imminent counteroffensive announced by Ukraine for at least the first half of 2023. 

The last step, yet to fit into the overall communication framework, is the recent news silence imposed by the Ukrainian authorities, and the increasing difficulty of journalists deployed there, with military officials on video ordering silence on the announced counteroffensive.

However, in this general approach of airing the enemy's alleged plans and silencing one's own, there is more tactics than strategy.

The powerful presence of strategic communication in the Ukrainian conflict, to a much greater extent than in past conflicts, compels the utmost attention as a discipline of success; and it also compels an awareness that such self-interested communication initiatives bring more obscurity than clarity to the conflict.

Fortunately, analysis of security, defence and international relations in Spain has been greatly enriched in recent years, with dozens of universities, think tanks, associations and study centres offering their products in a way that has never before been more accessible to the general public, a scenario that is enriched despite the biases and interests of each analytical forum, always in need of external funding.

It is noticeable that the quantity and diversity of specialised analysis on the Ukrainian war does not translate to the same extent into public, social and media debate, which is occupied by an impoverished and schematised to the point of caricature.

There is also a lack of greater political debate on the conflict in parliament, either because what is said there has not been known outside or because it has been decided that relevant changes such as the 26% increase in the Ministry of Defence's budget in little more than a year do not merit parliamentary discussion.

For all parties concerned, the ultimate goal should be an informed citizenry, and no one could help the citizen to reduce the complexity of the world like specialists or policy-makers in competitive competition. 

Moreover, the diversity of approaches, of approaches, of contrasting opinions, is a strength of an open and democratic society, not a weakness. 

"The danger is not that it is difficult to distinguish the real from the false, but that the distinction ceases to matter," says American philosopher Michael Sandel in the June 2023 issue of Fundación Telefónica's Telos magazine. "Democracy requires persuasion, argumentation, debate across our differences," he argues, advocating the need for a civic education that involves something like media and information literacy that helps all citizens, not just young people, to interpret what we are told and encourages democratic public debate. "Learning to listen beyond disagreement is an important civic art. And it is not something we are born with. It is something we have to develop, practice and learn".


Original text in Spanish. Translation is courtesy of Atalayar magazine, 

a journalistic bridge between shores and cultures where this article was also published.

L'Ukraine et les munitions d'information

Image tirée du site 'La revue des médias'.
Le président ukrainien n'a pas porté de cravate ni de veste depuis seize mois, entouré de dirigeants mondiaux, de sommets internationaux et de réunions au plus haut niveau politique, auxquels il assiste dans une tenue entre Decathlon (section chasse et pêche) et Coronel Tapioca, dans des couleurs brunes et verdâtres. Il a l'air d'arriver à l'instant et revient immédiatement sur le devant de la scène. De la pure communication politique.

La communication explique également la référence constante aux mercenaires russes du groupe Wagner combattant en Ukraine, transmettant le message qu'il ne peut y avoir de cause juste basée sur des soldats payés, bien qu'il s'agisse d'une tendance croissante dans les conflits bien avant l'invasion de l'Irak, où des dizaines de milliers de mercenaires de Blackwater (aujourd'hui Academia) ont opéré avec une immunité criminelle. Le prisme de la communication explique également les références constantes à la nationalité iranienne des drones utilisés par les forces armées russes, sans que l'on connaisse la nationalité du reste de l'équipement qui vole et opère.

Etant donné que l'essentiel de l'arsenal ukrainien dans le conflit provient de l'OTAN, il est fort probable que les munitions d'information aient la même origine.

On manque de recul pour tirer des conclusions sur le conflit issu de l'invasion russe de l'Ukraine en février 2022, avec de nombreux précédents et un contexte dont on entend peu parler. Quoi qu'il en soit, cette crise a donné naissance à une nouvelle forme de communication entre les États-Unis, l'OTAN et l'Europe, fruit des leçons étudiées, il n'est pas certain qu'elles aient été tirées, de la solvabilité russe en matière d'information dans le passé.

Il s'agit de ce que l'on appelle la communication stratégique, qui, dans de nombreux cas, est exploitée ou combinée avec de nombreux autres domaines sans rapport avec la communication (cyberdéfense), mais qui sert de parapluie pédagogique pour les non-initiés.

La communication stratégique abonde à l'OTAN, empruntant aux États-Unis, que l'Europe imite disciplinairement dans ce domaine militaire, avec l'impression d'une pénurie de journalistes et de budget, alors que le personnel et les ressources sont l'indicateur de l'importance accordée à une politique publique. On sent la présence de nombreux technologues et spécialistes de la sécurité civile et en uniforme, mais moins de spécialistes de la communication.

Dans le monde de l'entreprise privée, la communication est traditionnellement considérée comme un élément subordonné du marketing, alors que la communication stratégique a récemment gagné en importance dans les grandes organisations et semble avoir quelque peu gagné en statut, bien qu'elle soit également liée à des objectifs quantifiables et externes qui sont plus prestigieux que la simple communication.

Pour en revenir à l'Ukraine, ou aux conflits, on pourrait dire qu'il n'y a pas de stratégie sans communication et pas de communication sans un minimum de stratégie.

L'Alliance Atlantique dispose depuis 2014 du Centre d'excellence de l'OTAN pour la communication stratégique à Riga, en Lettonie, d'où elle opère avec une intensité croissante dans le domaine diffus de la désinformation.

La communication stratégique de l'OTAN, selon sa terminologie, envisage l'utilisation coordonnée des activités et des capacités de communication de l'OTAN à l'appui des politiques, des opérations et des activités de l'OTAN, et dans la poursuite des objectifs de l'OTAN, où l'on trouve des sous-sections telles que les suivantes :

  • Diplomatie publique : activités civiles de communication et d'ouverture de l'OTAN visant à faire connaître et à susciter la compréhension et le soutien des politiques, des opérations et des activités de l'OTAN, en complément des efforts nationaux des Alliés.
  • Affaires publiques : l'engagement civil de l'OTAN à travers les médias pour informer le public sur les politiques, les opérations et les activités de l'OTAN en temps voulu et de manière précise, réactive et proactive.
  • Affaires publiques militaires : promotion des buts et objectifs militaires de l'OTAN auprès du public afin d'améliorer la connaissance et la compréhension des aspects militaires de l'Alliance.
  • Opérations d'information : conseils militaires de l'OTAN et coordination des activités d'information militaire afin de produire les effets souhaités sur la volonté, la compréhension et les capacités des adversaires et des autres parties, à l'appui des opérations, des missions et des objectifs de l'Alliance.
  • Opérations psychologiques : activités psychologiques planifiées faisant appel à des méthodes de communication et à d'autres moyens destinés à des publics approuvés, afin d'influencer les perceptions, les attitudes et les comportements et d'influer sur la réalisation des objectifs politiques et militaires.

Tout cela se retrouve dans le conflit né de l'invasion russe de l'Ukraine, qui sera étudié à court terme avec la communication stratégique comme l'une de ses principales nouveautés opérationnelles.

Comme nous l'avons vu jusqu'à présent, il s'agit de prendre l'initiative, de se souvenir de la communication ou de la diplomatie du mégaphone dans les mois qui précèdent le début du conflit, et donc l'adversaire est à la traîne, actions actives contre actions réactives qui donnent toujours un certain avantage, au prix de l'effet de surprise.

Un exemple curieux de cette situation est le flux quasi quotidien de renseignements sur l'évolution du conflit que le ministère britannique de la Défense diffuse sur Twitter, qui n'est guère utile aux personnes impliquées et déconcerte la majorité d'entre elles.

Cela explique l'annonce répétée depuis des semaines de l'invasion de l'Ukraine (une prophétie auto-réalisatrice) ; ou la contre-offensive imminente annoncée par l'Ukraine pour au moins la première moitié de l'année 2023.  

La dernière étape, qui ne s'inscrit pas encore dans le cadre global de la communication, est le récent silence imposé par les autorités ukrainiennes et les difficultés croissantes des journalistes déployés sur place, avec des responsables militaires qui, sur vidéo, ordonnent le silence sur la contre-offensive annoncée.

Toutefois, cette approche générale consistant à diffuser les plans présumés de l'ennemi et à taire les siens est plus tactique que stratégique.

La forte présence de la communication stratégique dans le conflit ukrainien, dans une mesure bien plus importante que dans les conflits précédents, exige la plus grande attention en tant que discipline de réussite ; elle oblige également à prendre conscience que de telles initiatives de communication intéressées apportent plus d'obscurité que de clarté au conflit.

Heureusement, l'analyse de la sécurité, de la défense et des relations internationales en Espagne s'est considérablement enrichie ces dernières années, avec des dizaines d'universités, de groupes de réflexion, d'associations et de centres d'études qui offrent leurs produits d'une manière qui n'a jamais été aussi accessible au public, un scénario enrichi malgré les préjugés et les intérêts de chaque forum analytique, qui a toujours besoin de financements externes.

On constate que la quantité et la diversité des analyses spécialisées sur la guerre ukrainienne ne se traduisent pas dans la même mesure dans le débat public, social et médiatique, qui est occupé par un discours appauvri et schématisé jusqu'à la caricature.

Il n'y a pas non plus de débat politique plus important sur le conflit au parlement, soit parce que ce qui est dit n'a pas été discuté, soit parce qu'il a été décidé que des changements pertinents tels que l'augmentation de 26% du budget du ministère de la défense en un peu plus d'un an ne méritaient pas d'être discutés par le parlement.

Pour toutes les parties concernées, l'objectif ultime devrait être un citoyen informé, et personne ne peut aider le citoyen à réduire la complexité du monde comme le font les spécialistes ou les décideurs politiques dans le cadre de la concurrence.

De plus, la diversité des approches, des regards, des opinions contrastées, est une force d'une société ouverte et démocratique, et non une faiblesse. 

"Le danger n'est pas qu'il soit difficile de distinguer le vrai du faux, mais que la distinction cesse d'avoir de l'importance", déclare le philosophe américain Michael Sandel dans le numéro de juin 2023 du magazine Telos de la Fundación Telefónica. "La démocratie exige la persuasion, l'argumentation, le débat au-delà de nos différences", affirme-t-il, plaidant pour la nécessité d'une éducation civique qui implique quelque chose comme la maîtrise des médias et de l'information, qui aide tous les citoyens, et pas seulement les jeunes, à interpréter ce qu'on nous dit et encourage le débat public démocratique. "Apprendre à écouter au-delà du désaccord est un art civique important. Et ce n'est pas quelque chose que nous possédons à la naissance. C'est quelque chose que nous devons développer, pratiquer et apprendre".

Texte original en espagnol. Traduction gracieuseté du magazine Atalayar, 

un pont journalistique d'Espagne entre rivages et cultures, où il a également été publié.

lunes, 8 de mayo de 2023

Respuesta a la desinformación desde la UE y España



Este mes de abril de 2023 ha visto la luz la publicación colectiva del Movimiento Europeo en España, dirigida por Francisco Aldecoa y Mercedes Guinea, dedicada a la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea 2023. Propuestas desde la sociedad civil, obra publicada en la editorial Catarata.
Agradezco la oportunidad de haber podido participar en esta compilación de análisis y ensayos con un capítulo titulado "Avances en España y la UE sobre desinformación y regulación de plataformas digitales entre las elecciones al Parlamento europeo de 2019 y 2024. Propuestas de actuación durante la Presidencia española del consejo de la UE".
Comparto capítulo del que soy autor, en esta entrada la introducción y las conclusiones, y en este enlace el texto completo.



LA DESINFORMADA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

Durante la legislatura 2019-2024 la Unión Europea, desde sus instituciones y organismos, y también los Estados miembros como España, han enfocado la desinformación como un ámbito prioritario, principalmente desde la perspectiva de la seguridad y como injerencia externa, y se ha aprobado normativa y actuaciones que sobrepasan esa perspectiva y afectan a campos como la regulación de las plataformas digitales, la protección de las libertades públicas o de los medios de comunicación tradicionales. 
La diversidad de iniciativas y la aparente dispersión y fragmentación dificulta su encuadre y comprensión, una visión global de la comunicación y la desinformación que es el objetivo de este artículo con el horizonte de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea durante el segundo semestre de 2023 y las elecciones al Parlamento Europeo de 2024.
Partiendo de un punto abstracto y filosófico, “las informaciones falsas, a diferencia de la información equivocada o insuficiente, en la medida en que son intencionalmente producidas, erosionan ese recurso escaso de la sociedad democrática que es la confianza. La confianza es un bien común al que no dañan el error y la equivocación, pero sí la falsedad manufacturada”; aunque “no es únicamente un problema de malvados desinformadores, sino sobre todo de confusos buscadores de información”. Corresponde la reflexión y la frase del epígrafe a Daniel Innerarity, catedrático de filosofía política .
En la actividad política que busca el equilibrio entre intereses, entre lo público y lo privado, la perspectiva es diferente, si bien el diagnóstico y la preocupación pueden ser compartidas.
Los ciudadanos europeos y españoles afrontamos un problema de calidad democrática, con múltiples variables que conectan con la amplia circulación de materiales falsificados, no siempre informativos, casi siempre de entretenimiento; problema relacionado con la desinformación, la comunicación, las injerencias extranjeras, la regulación de las plataformas digitales, la alfabetización mediática, la crisis de negocio de los medios de comunicación tradicionales, la publicidad digital, la precarización de la profesión periodística, la extensión del populismo y la crispación como estrategia política/mediática racional, la crisis de los intermediarios, el desprecio hacia la política, la influencia de las redes sociales sobre el negocio periodístico, de la tecnología sobre la forma de comunicar, la sobreexposición informativa, la búsqueda de un beneficio económico con la desinformación…
Sobre todo ello -principalmente sobre desinformación y comunicación- han pretendido actuar las instituciones europeas con especial intensidad en la actual legislatura 2019-2024: han sido aprobados informes, resoluciones, normativa, estrategias, por parte de la Comisión Europea, del Consejo Europeo y del Consejo de la Unión Europea, del Parlamento Europeo, del Tribunal de Cuentas Europeo, del Consejo Económico y Social, del Servicio Europeo de Acción Exterior, de los Estados miembros como España, abundancia de materiales y emisores que dificulta la percepción del problema y la orientación de la respuesta.
Desde el punto de vista de mayor presencia pública, la desinformación se ha encuadrado preferentemente como cíber amenaza exterior, un problema de seguridad omnipotente, con la capacidad de poner en riesgo nuestra democracia y hasta el resultado de las elecciones. La realidad es mucho más diversa, compleja y más interesante.
Por centrar cronológicamente los esfuerzos hay que remontarse a 2016, cuando bréxit y Trump, momento en el que se encienden todas las alarmas en la comunidad internacional, en la Unión Europea y en los países miembros sobre la desinformación. El motivo: el referéndum convocado por el primer ministro británico David Cameron (junio), y perdido; y dos, la campaña presidencial en Estados Unidos (noviembre), las técnicas, recursos y hasta la injerencia extranjera en favor del finalmente ganador Donald Trump.
La Unión Europea viene combatiendo activamente la desinformación desde 2015. Tras una Decisión del Consejo Europeo, y a fin de “contrarrestar las actuales campañas de desinformación de Rusia”, se creó el Grupo de Trabajo East StratCom, adjunto al Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE). 
En abril de 2018, la Comisión esbozó un enfoque europeo y algunas herramientas autorreguladoras para combatir la desinformación en la red. El Consejo Europeo, en sus conclusiones de 28 de junio de 2018, invitó a la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y a la Comisión a que presentaran un plan de acción con propuestas específicas para ofrecer una respuesta coordinada a la desinformación. El Plan de Acción de la Unión Europea contra la desinformación, presentado el 5 de diciembre de 2018, incluye diez acciones específicas basadas en cuatro áreas prioritarias, y consolida los esfuerzos de la Unión para hacer frente a la desinformación; con un enfoque que implicaba a toda la sociedad en el refuerzo de la cooperación entre agentes clave como las autoridades públicas, los periodistas, los investigadores, los verificadores de datos, las plataformas en línea y la sociedad civil.
Un importante elemento del Plan de acción de 2018 consistía en instar a las plataformas a que aplicasen el Código autorregulado de buenas prácticas contra la desinformación. En octubre de 2018, firmaron el código de buenas prácticas Facebook, Google, Twitter y Mozilla, en breve se sumó Microsoft, así como las asociaciones comerciales que representan a las plataformas en línea, a la industria publicitaria y a los anunciantes. 
En marzo de 2019 se creó un Sistema de Alerta Rápida para poner en contacto a los expertos en materia de desinformación de las instituciones de la UE con los de los Estados miembros y facilitar la comunicación entre organismos oficiales de análisis y mejores prácticas sobre aspectos como la comunicación proactiva y la eficacia en la respuesta. Otro elemento esencial del Plan de acción era el incremento de la cooperación internacional, como la enmarcada en el G7 y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). 
Tenemos por tanto fechados en 2018 la Comunicación sobre la lucha contra la desinformación en línea: un enfoque europeo; el Plan de acción en materia de desinformación, que tiene por objeto reforzar la capacidad y la cooperación de la UE en la lucha contra la desinformación; más el Código de buenas prácticas en materia de desinformación, la primera vez en todo el mundo que la industria ha acordado, de forma voluntaria, normas de autorregulación para luchar contra la desinformación. 
Después de esos pilares fundacionales han  llegado el Plan de Acción para la Democracia Europea, un informe crítico del Tribunal de Cuentas; una ponencia específica en el Parlamento Europeo con su informe correspondiente de recomendaciones; varias iniciativas legislativas, no concluidas a febrero de 2023, sobre medios de comunicación y publicidad política; se ha legislado a nivel comunitario sobre mercados y servicios digitales; se ha aprobado un nuevo código de conducta reforzado con las plataformas digitales; y como marco político ha llegado la pandemia del covid-19, la invasión de Ucrania y se acercan las próximas elecciones al Parlamento Europeo en mayo de 2024.
Desde España cabría citar la aprobación de un Protocolo de actuación interno que conecta al Gobierno con Bruselas en materia de desinformación; el protagonismo del Departamento de Seguridad Nacional de Presidencia del Gobierno en la creación de un grupo de trabajo, la publicación de un informe y el compromiso de elaborar una estrategia nacional contra la desinformación, aún no nacida; más una ponencia sobre desinformación en la comisión mixta de Seguridad Nacional.
Finalicemos el comienzo con la definición ortodoxa de la desinformación elaborada por los documentos europeos y mayoritariamente aceptada: “La desinformación se define como información verificablemente falsa o engañosa que se crea, presenta y divulga con fines lucrativos o para engañar deliberadamente a la población, y que puede causar un perjuicio público. El perjuicio público comprende amenazas contra los procesos democráticos políticos y de elaboración de políticas, así como contra los bienes públicos, como la protección de la salud, el medio ambiente o la seguridad de los ciudadanos de la UE. La desinformación no incluye los errores de información, la sátira y la parodia ni las noticias y los comentarios claramente identificados como partidistas” (...).

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES 

“La sociedad del desconocimiento”, titula Daniel Innerarity el ensayo origen de la cita que abre este texto, no en un sentido negativo sino con el propósito de entender que en la sociedad actual la gestión del conocimiento es clave, para instituciones públicas y también entidades privadas, y que incluso se requiere la implicación del ciudadano interesado en la calidad de su dieta informativa.
Señala Innerarity en su obra que “en una democracia el combate contra la falsedad sólo puede llevarse a cabo en un entorno de pluralismo garantizado (…). Una democracia es un sistema de organización de la sociedad que no está especialmente interesado en que resplandezca la verdad, sino en beneficiarse de la libertad de opinar (…). Protejámonos de los instrumentos a través de los cuales pretendemos protegernos frente a la mentira”. 
El conflicto de Ucrania; las elecciones municipales, autonómicas y generales en España previstas para 2023, más las elecciones al Parlamento Europeo en 2024 son factores que promoverán el debate y actuaciones relacionadas con la desinformación, y la alarma sobre su peligrosidad.
La Presidencia española del Consejo de la Unión Europea en el segundo semestre de 2023 sin duda desarrollará sus actividades en este marco. Circula el tópico en el mundo diplomático que desde el Tratado de Lisboa, en vigor desde 2009, este tipo de presidencias rotatorias más que dirigir el tren tienen el papel de un jefe de estación, es decir, regular el tráfico, establecen la agenda, dirigen reuniones, concentran el foco internacional y nacional, buscan acuerdos, y en el caso español tendrá además la responsabilidad de impulsar la conclusión de expedientes o proyectos legislativos en trámite al ser final de legislatura, así como colocar ciertos temas para la próxima Comisión que surja tras las elecciones de 2024.
En este sentido se aportan a continuación algunas conclusiones y recomendaciones fruto del camino recorrido desde 2018 por la Unión Europea y España en la lucha contra la desinformación. De normas y actuaciones referidas en los últimos años, se puede concluir:
  • El enfoque en seguridad y de origen externo a la UE y la solución tecnológica copan el tratamiento de la desinformación y las actuaciones emprendidas. 
  • Las elecciones de 2019 no confirmaron las expectativas alarmistas. El presupuesto disperso de la UE contra la desinformación (en torno a 10 millones de euros anuales) tampoco es proporcional a la peligrosidad declarada de la amenaza.
  • En la respuesta a la desinformación, han adquirido protagonismo los verificadores de información (fact checkers), de utilidad para una primera respuesta; mientras que las actuaciones de largo recorrido, como campañas de alfabetización mediática, digital e informacional, avanzan muy lentamente y con alcance muy limitado.
  • Gran parte de las iniciativas sobre desinformación en la UE se corresponde con mecanismos de contacto e información entre Gobiernos y organismos comunitarios, sin repercusión sobre el ciudadano, se habla sobre desinformación, pero no se ofrecen herramientas. Proliferan las iniciativas sin repercusión pública alguna.
  • El tratamiento de la desinformación desatiende su carácter nacional en la mayor parte de las ocasiones, como origen o colaborador necesario en su difusión; y factores que la alimentan como el populismo como estrategia política y la desintermediación, el desprestigio del periodismo, de la política y de las instituciones.
  • Los medios de comunicación tradicionales privados han visto como ha desaparecido su modelo de negocio con la publicidad en manos de las plataformas digitales. La respuesta mayoritaria ha sido la reducción de la calidad, la precarización de plantillas y la búsqueda de contenidos viralizables o viralizados de rápida elaboración.
  • Entre los temas objeto de campañas de desinformación destacan la igualdad, el feminismo y la inmigración, asuntos no contemplados por un enfoque en la respuesta exclusivamente securitario y de origen externo. La desigualdad abona el terreno para que germine la desinformación.
  • Existe una colaboración de cogobernanza entre la UE y las grandes plataformas, reforzada desde la aprobación de las leyes de mercados y servicios digitales. Las medidas fruto de esta colaboración y de las leyes afectan a la circulación física de la desinformación (bots, cuentas falsas, protección de datos) más que a la naturaleza de la información, donde se entraría en la censura de contenidos incompatible con un sistema democrático.
Algunas recomendaciones de actuación:
  • La desinformación es un fenómeno que se combate con información de calidad y transparencia.
  • Sería deseable impulsar la elaboración en España de la comprometida Estrategia de lucha contra la desinformación, que sobrepase el ámbito de la seguridad y la injerencia exterior y contemple otros elementos también como la economía de la desinformación, la alfabetización mediática, informacional y digital, la comunicación, la educación, la calidad democrática y el origen y recorrido nacional de muchas de las campañas..
  • Fomentar a nivel español y europeo la investigación académica y tecnológica de dos facetas poco desarrolladas: la influencia real de las campañas de desinformación sobre la opinión pública, incluida la intención de voto (análisis cualitativo más que cuantitativo); y el origen de las campañas de desinformación por canales digitales.
  • Culminar los procedimientos parlamentarios en marcha en el Parlamento Europeo, como la normativa referida a medios de comunicación; y a publicidad política.
  • Impulsar los medios de comunicación públicos para contribuir a fortalecer una opinión pública europea, fomentando la presencia de temas europeos y sobre desinformación.
  • Máxima vigilancia contra medidas restrictivas a la libertad de opinión, que vulnerarían el artículo 11 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
  • Establecer la máxima coordinación, seguimiento y evaluación de las diferentes actuaciones puestas en marcha por instituciones y organismos de la Unión Europea sobre desinformación.
  • De cara a las elecciones al Parlamento Europeo de 2024, presentar en positivo la participación, la información y el debate como derechos del ciudadano, más que un motivo de amenaza por parte de potencias extranjeras omnipotentes hacia un ciudadano indefenso.
  • En coordinación o inspiración con la UNESCO, elaboración de materiales prácticos para periodistas, formadores y ciudadanos, que contribuyan a comprender el fenómeno de la desinformación y responder. Cubrir carencias de formación y análisis.
  • Eliminar la limitación de publicación de encuestas excepto el día de reflexión y votación.
  • Teniendo en cuenta lo sucedido en países como EEUU o Brasil, donde se han puesto en duda los resultados electorales, se requiere máxima información y transparencia sobre el sistema electoral y el escrutinio.
  • Fomentar la difusión de iniciativas y materiales de utilidad para el ciudadano, más allá de los grupos de especialistas o de contacto entre Gobiernos. La fragmentación de iniciativas también dificulta la comprensión del fenómeno de la desinformación. El objetivo debe ser capacitar a la sociedad civil.
  • El Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (Joint Research Centre, JRC), con sede en Sevilla, ha elaborado excelentes documentos sobre desinformación , su labor podría potenciarse en los ámbitos pendientes de desarrollo detectados.


miércoles, 19 de abril de 2023

Israel-Palestina, un único Estado de hecho

Israel ha vivido en los últimos meses dos procesos políticamente relevantes: las elecciones parlamentarias celebradas en noviembre de 2022, que han facilitado el Gobierno más extremo y ultranacionalista de su historia; y la movilización popular masiva contra la reforma de la Justicia con manifestaciones constantes de cientos de miles de israelíes desde este enero de 2023.

En ambos casos se podría encontrar una ausencia muy presente, utilizando un oxímoron, figura retórica de moda que define expresiones contradictorias como muerto viviente o silencio atronador: no hay palestinos; no fue un tema importante en la campaña electoral, en los programas políticos, ni está presente en el multitudinario movimiento de rechazo a Netanyahu. Siguiendo con otras expresiones, cabría pensar en el elefante en la habitación, como los anglosajones aluden a un tema omnipresente e incómodo al tiempo, que lleva a aparentar ignorarlo.

"Israel será un país judío o un país democrático, ambas opciones son incompatibles", vaticinaba recientemente un diplomático español destinado en Oriente Próximo. Por mucho que se utilice el carácter tecnológico innovador de Israel -Start up nation- o el paraíso gay de algunas zonas del territorio, la deriva política apunta hacia una concepción exclusivamente judía del país, una confesionalidad creciente del Estado al tiempo que se va reduciendo el marco democrático. 

Los responsables políticos israelíes trabajan para fijar una situación de anexión de facto que sea irreversible, con varias categorías de ciudadanos y derechos, objetivo logrado ya hace años, un nivel de violencia soportable por los propios palestinos y la comunidad internacional, situación perfectamente posible aunque incompatible con las reglas de un Estado de derecho y la democracia: mismos derechos para toda la población, separación de poderes, y entre Iglesia y Estado.

El futuro en paz y de progreso de Israel-Palestina está condicionado a una salida democrática a la situación de discriminación colonial de los palestinos, hoy divididos dentro de las fronteras del Estado de Israel de 1948 -20% de la población-; en los llamados territorios ocupados en 1967 de Jerusalén, Gaza y Golán, donde ya se han instalado ilegalmente 600.000 colonos judíos en asentamientos; más los palestinos de la diáspora, especialmente en Líbano y Jordania. La fragmentación geográfica y legal de los palestinos es otro objetivo largamente perseguido y también culminado.

Es una ficción desligar la iniciativa tecnológica israelí, la competencia militar (continuos ataques sobre suelo sirio desde hace una década; capacidad nuclear), es una ficción desligar un futuro prometedor para Israel de la ocupación colonial de los palestinos.

En el primer cuatrimestre de 2023, más de cien palestinos y una decena de israelíes judíos han sido asesinados o han fallecido en circunstancias violentas, un conflicto cuya desproporción de víctimas no ilustra convenientemente la desproporción de contendientes, que no son equiparables ni permiten equidistancia posible: existe una situación colonial de fuerza y una población colonizada.

Se cumplen este mes de mayo 75 años de la Nakba (catástrofe, en árabe), que son los transcurridos desde la fundación del Estado de Israel en 1948 y la operación que se hubiera llamado entonces de limpieza étnica si hubiera existido la etiqueta, que desplazó 800.000 palestinos, muy bien estudiado incluso por la historiografía israelí;  y se cumplen también 30 años de los acuerdos de Oslo que establecieron la solución de dos Estados vecinos.

Provocaciones, víctimas, violencia durante tres cuartos de siglo, podrían alimentar el argumento de la historia interminable y el conflicto irresoluble, y nada más lejos de la realidad, todo indica que la situación es cualquier cosa menos estable, y circunstancias bien recientes han venido a alterar el panorama. El larguísimo aunque no eterno conflicto ha sido posible por una serie continuada de decisiones políticas y de violaciones a la legalidad internacional permitidas, decisiones próximas que pueden continuar en la misma línea o en otra. Al menos, el marco político y social está en permanente cambio, y acelerado en las últimas fechas, como lo pueden mostrar las referencias siguientes.

En gran parte del mundo se está produciendo últimamente una revisión del colonialismo, que afecta en lo simbólico a estatuas conmemorativas y a fondos de museos, lejos ya de visiones imperiales o fantasías civilizatorias. Existe ya el suficiente margen temporal para que colonizadores y colonizados realicen un nuevo acercamiento más científico que nacionalista al fenómeno. Y la excepción es el denominado por los especialistas 'colonialismo de asentamiento' que se sigue practicando en Israel en 2023. En este sentido cabría decir que los tiempos se mueven más hacia una relectura histórica del colonialismo pasado que a una práctica del colonialismo futuro.

Se puede aplicar además la máxima confirmada en gran parte de los países de Europa que la violencia colonial acaba pasando factura al colonizador, se vivió en España con la dictadura de Primo de Rivera a partir de 1923, el golpe de Estado de 1936, la guerra civil que provocó y la dictadura de Franco; se vivió en Francia metrópoli con las soluciones militares varias y los golpes de Estado de los primeros 60. Se puede interpretar que la violencia colonial israelí acabará afectando, si no lo está haciendo ya, a los hoy ciudadanos israelíes, al discrepante, a los moderados, al cristiano, a los no ultraortodoxos ultranacionalistas (existen también ultraortodoxos no ultranacionalistas).

Shlomo Ben Ami, quien fuera ministro israelí de Asuntos Exteriores y antes embajador en España, ha descrito en varias ocasiones la situación política y social de su país (de adulto, nació en Tánger) como sudafricana, sin llegar a abogar por una solución al conflicto también sudafricana, que sería un único Estado con ciudadanos iguales en derechos fundamentales, sociales y políticos.
Con los matices que imponen historia y realidades diferentes, el sistema de discriminación institucional conocido como apartheid define en buena medida la situación en Israel-Palestina, así lo han reconocido y documentado organizaciones de defensa de los derechos humanos locales y otras de trayectoria poco discutible como Amnistía Internacional (informe de febrero de 2022, 'El apartheid israelí contra la población palestina: Cruel sistema de dominación y crimen de lesa humanidad') o Human Rights Watch ('Las prácticas abusivas de Israel constituyen crímenes de apartheid y persecución', informe de abril de 2021, original en inglés).
Cabría recordar que la hoy de actualidad, por la invasión de Ucrania, Corte Penal Internacional incluyó en 1998, en el Estatuto de Roma, el “crimen de apartheid” entre los crímenes de lesa humanidad (artículo 7).
La equiparación del supremacismo estilo apartheid con la situación en Israel-Palestina ha superado hace tiempo y con creces los círculos de kufiyya palestina y pipa de agua; así como es destacable el alcance internacional del movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS), que trabaja para terminar con el apoyo internacional a la opresión de los palestinos por parte de Israel y presionar para que cumpla con el derecho internacional.
Otro cambio de escenario se refiere a los Acuerdos de Abraham, patrocinados en septiembre de 2020 por Donald Trump como presidente de EEUU, y por su yerno, que han permitido estrechar relaciones diplomáticas y políticas, o aflorar las que se mantenían en la discreción de las élites y la seguridad, de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán. Lejos de las declaraciones grandilocuentes de los comunicados, y del indudable logro de haber conseguido desligar el conflicto palestino de las relaciones de Israel con algunos países árabes, el proceso languidece desde la salida del Gobierno de Trump, ante la indiferencia de las opiniones públicas árabes (más allá de alguna bandera en el Mundial de fútbol de Qátar) y con Arabia Saudí más lejos cada día de firmar el comunicado.
Otro elemento novedoso afecta precisamente al segundo mayor importador de armas del mundo, Arabia Saudí, que anunció a comienzos de marzo el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Irán, rotas desde 2016, acuerdo que para sorpresa generalizada se ha producido con la mediación de China.
El acuerdo desactiva el más poderoso pegamento de seguridad que ha unido durante años a socios de conveniencia en contra de Teherán; y los pasos posteriores al anuncio revelan la voluntad de ambas partes de avanzar hacia una nueva situación, lo que tiene efectos directos sobre la guerra civil yemení, como el intercambio de un millar de prisioneros a mediados de abril. 
Un último y no menor cambio de guion afecta a Estados Unidos, probablemente más a la ciudadanía, a la sociedad civil, a la opinión pública y publicada que a su Gobierno, teniendo en cuenta además que la historia demuestra que Israel es un asunto de política interior norteamericana y se acentuará este carácter según se vayan acercando las elecciones presidenciales de noviembre de 2024.

Se detectan cambios y así se puede interpretar un reciente y largo análisis publicado en la revista Foreign Affairs, con su siglo de historia a la espaldas y referencia internacional, titulado  "La realidad de un solo estado de Israel. Es hora de renunciar a la solución de dos Estados" (enlace a original en inglés, publicado el 14 de abril).

Firmado por cuatro especialistas en Relaciones Internacionales de las universidades norteamericanas George Washington y Maryland, el texto señala que "el estatus temporal de 'ocupación' de los territorios palestinos es ahora una condición permanente en la que un Estado gobernado por un grupo de personas gobierna sobre otro grupo de personas".

Para los autores, el proceso de paz de Oslo "terminó hace mucho tiempo. Ya es hora de lidiar con lo que significa la realidad de un solo Estado para la política y el análisis. Palestina no es un Estado en espera, e Israel no es un Estado democrático que ocupa accidentalmente territorio palestino". 

Añade el muy recomendable análisis de Foreign Affairs que "todo el territorio al oeste del río Jordán ha constituido durante mucho tiempo un solo Estado bajo el dominio israelí, donde la tierra y la gente están sujetas a regímenes legales radicalmente diferentes, y los palestinos son tratados permanentemente como una casta inferior. Los políticos y analistas que ignoren esta realidad de un solo Estado estarán condenados al fracaso y la irrelevancia, haciendo poco más que proporcionar una cortina de humo para el afianzamiento del statu quo".

Defienden estos analistas que "un acuerdo de un solo Estado no es una posibilidad futura; ya existe. Entre el mar Mediterráneo y el río Jordán, un Estado controla la entrada y salida de personas y bienes, supervisa la seguridad y tiene la capacidad de imponer sus decisiones, leyes y políticas a millones de personas sin su consentimiento"; sin embargo, añaden, "obligada a elegir entre la identidad judía de Israel y la democracia liberal, Israel ha elegido la primera. Se ha encerrado en un sistema de supremacía judía, en el que los no judíos son estructuralmente discriminados o excluidos en un esquema escalonado: algunos no judíos tienen la mayoría, pero no todos, los derechos que tienen los judíos, mientras que la mayoría de los no judíos viven bajo severa segregación, separación y dominación".

Recuerda el artículo que la ley aprobada en 2018 define a Israel como “el Estado-nación del pueblo judío” y sostiene que “el ejercicio del derecho a la autodeterminación nacional en el Estado de Israel es exclusivo del pueblo judío”; no menciona la democracia o la igualdad para los ciudadanos no judíos.

Dejando aparte el análisis de Foreign Affairs, cabría concluir que en el último siglo la forma de afrontar el conflicto entre Israel y Palestina ha sido el de la estatalidad, así se propuso por la Naciones Unidas en 1947 y en Oslo en 1993, un Estado para cada comunidad, lógico porque así funciona la comunidad internacional y es el Estado el que otorga nacionalidad y derechos a los ciudadanos. Sin embargo, el enfoque podría estar cambiando.

Así lo apunta una ciudadanía palestina, israelí e internacional en transformación; una situación sobre el terreno que supone una anexión de hecho de toda la Palestina histórica, ya irreversible salvo nuevas limpiezas étnicas que no serían hoy admitidas por la comunidad internacional.

El movimiento de liberación de Palestina, en clave estatal, sería hoy mejor expresarlo como el movimiento de liberación de los palestinos, que será también el de todos los residentes independientemente de su confesión religiosa, orientación política o adscripción cultural, ciudadanos con los mismos derechos fundamentales, sociales y políticos de un único Estado multicultural y multirreligioso, como lo son casi todos; como el que ya existe sobre el terreno, pero realmente democrático para toda su población.

Artículo publicado también en 'Atalayar' , 

en el blog 'Al revés y al derecho' de 'infoLibre' y en la web 'Rebelión'.

Sugerencias

  • Presentación del libro "Palestina, cien años de colonialismo y resistencia", de Rashid Khalidi (Casa Árabe, 16.5.2023).
  • Israel’s One-State Reality. It’s Time to Give Up on the Two-State Solution, por Michael Barnett, Nathan Brown, Marc Lynch y Shibley Telhami (Foreign Affairs, 14.4.2023).
  • Ex-Jordan FM: Two-state solution is 'dead and cannot be revived' (MEMO, 14.4.2023).
  • Dios o la democracia: el momento de la verdad en Israel, por Michael Marder (El País, 13.4.2023).
  • Marruecos hace equilibrios entre su nueva alianza con Israel y el histórico respaldo a los palestinos (El País, 12.4.2023).
  • Los israelíes que cuelan la ocupación de Palestina en la protesta contra la reforma judicial (El País, 27.3.2023).
  • Israel protests are not the salvation of Palestinians, por Ramzy Baroud (Arab News, 13.3.2023).
  • Palestina en este blog: enlace con artículos por orden cronológico inverso.