martes, 13 de febrero de 2024

Desinformación y urnas


La desinformación representa un fenómeno de tal relevancia que sobrepasa los marcos habituales de acercamiento y análisis, excede el ámbito de la seguridad en el que normalmente se nos envuelve; es importante porque va más allá de malvados agentes extranjeros tratando de manipular nuestra mente, insistamos en que hay mucho desinformante en nuestra cercanía. La desinformación es un problema de información y de comunicación, alimento esencial para los ciudadanos en un sistema democrático.

Comenzamos este 2024 con numerosas citas electorales en medio planeta, este febrero al Parlamento gallego, en junio al Parlamento Europeo, en noviembre se celebran presidenciales en Estados Unidos, más otras geografías más lejanas, y las elecciones son un momento especialmente sensible para desinformar en general y también para desinformar sobre desinformación.

Los últimos episodios nos alertan sobre los intentos de procedencia rusa de desinformación con el proceso independentista catalán de escenario, campañas que se mezclan interesadamente con contactos entre líderes nacionalistas y responsables rusos de quinto nivel, todo bajo el paraguas de estrategias híbridas en la llamada zona gris, obviando que en todo lo relacionado con Rusia hace ya dos años al menos que hemos pasado directamente de la sutileza del gris al negro de los disparos de artillería.

Siete años han transcurrido ya desde aquellas declaraciones de independencia en Cataluña que hoy no se producen y poca luz se ha arrojado sobre una trama rusa. Habría que distinguir en este sentido entre campañas políticas/partidistas contra Pedro Sánchez, contra Putin-Rusia, y las campañas específicas de desinformación, de las que lo poco conocido no justifica un alto grado de preocupación, otra cosa es que medios de comunicación normalmente rigurosos (en España y EEUU) se hayan prestado a inflar el globo. La desinformación, en este caso y muchos otros, es instrumento vicario para dirigir el foco hacia otro asunto.

Cataluña se conecta en las últimas semanas con el Parlamento Europeo, relación nada espontánea ya sea por amnistía, fondos europeos, agricultura y lo que venga, muchos están buscando ese altavoz de la política nacional en sede comunitaria a riesgo de romper la ficción en la que vivimos de que Bruselas/Estrasburgo era un ámbito apartidista. Suele también aparecer frecuentemente un comisario griego muy interesado en la actualidad española y muy ligado al Partido Popular, ligación biográfica y laboral.

Concretando, el Parlamento Europeo aprobó este 8 de febrero de 2024 una Resolución "sobre la trama rusa: acusaciones de injerencia rusa en los procesos democráticos de la Unión Europea", con muchos ingredientes. Se trata de un pronunciamiento político, nada que ver con una investigación, no es su tarea, lleno de sugerencias, condicionales, referencias a artículos periodísticos y expresión de preocupaciones; porque eso es lo que hacen los parlamentos, representar políticamente al ciudadano, debatir, controlar a su Gobierno cercano, legislar e instar a sí mismo y a otros a hacer algo.

El contenido hispano se encuentra en un punto de esa Resolución que tiene 27, donde se señala que el Parlamento Europeo "expresa su profunda preocupación por las supuestas relaciones entre los secesionistas catalanes y el Gobierno ruso; observa que, de confirmarse, la injerencia rusa en Cataluña formaría parte de una estrategia rusa más amplia para promover la desestabilización interna y la desunión en la UE; expresa su profunda preocupación por las campañas a gran escala de desinformación que Rusia ha llevado a cabo en Cataluña, así como por los supuestos intensos contactos y el número de reuniones entre los agentes responsables de la injerencia rusa con representantes del movimiento independentista y del Gobierno regional de la Comunidad Autónoma de Cataluña -añade-; pide a las autoridades judiciales competentes que investiguen eficazmente las conexiones de los diputados al Parlamento Europeo supuestamente relacionados con el Kremlin y los intentos de desestabilización e injerencia de Rusia en la Unión Europea y sus Estados miembros; lamenta todos los ataques contra los jueces que investiguen cualquier actividad de injerencia; pide que los asuntos de los diputados catalanes al Parlamento Europeo en cuestión se remitan al Comité Consultivo sobre la Conducta de los Diputados" (cursivas no en el original).

La única afirmación rotunda del párrafo son "las campañas a gran escala de desinformación que Rusia ha llevado a cabo en Cataluña", sin que existan ni se aporten hasta el momento pruebas conocidas de tanta rotundidad. Aunque sería discutible el volumen, en asuntos de desinformación se suele además confundir tamaño con efecto o efectividad.

En la exposición de motivos de la Resolución se acude como fuente de las sospechas a "algunas informaciones periodísticas", a "las informaciones de diversos periodistas de investigación", a una reunión de Puigdemont con un exdiplomático ruso, que un juzgado de Barcelona ha prolongado una investigación seis meses,  se incluye que "representantes de un grupo de secesionistas catalanes de España que han mantenido relaciones con personalidades cercanas al Kremlin exigen que se les conceda una amnistía por sus presuntos delitos".

La Resolución tiene otros contenidos que no han sido destacados especialmente, como las sospechas de relaciones con el Kremlin -"al servicio de intereses rusos" es la expresión- de una eurodiputada letona, se insiste mucho sobre esta eurodiputada (a propósito, ¿en qué quedó aquel escándalo bien fundado de patrocinio de Qátar y Marruecos a eurodiputados?); aparecen en la misma Resolución las relaciones de Moscú con la extrema derecha en varios países europeos.

El Parlamento Europeo "expresa su especial preocupación ante informes recientes según los cuales las autoridades rusas están proporcionando relatos específicos a partidos políticos y agentes de extrema derecha de diferentes países de la Unión, en particular Alemania y Francia", relatos y financiación, se podría añadir porque se menciona en otro lugar, y se cita también entre los supuestos beneficiarios a la extrema derecha italiana.

De gran interés es la referencia crítica con la plataforma conocida como Twitter, que ha pasado de gran colaboradora con las autoridades comunitarias a otra posición hostil tras la toma del control de la empresa por Elon Musk a finales de 2022. El Parlamento en este momento "observa con preocupación que X ha dejado de seguir el Código de Buenas Prácticas en materia de Desinformación voluntario; manifiesta su preocupación por la propagación de la desinformación y los contenidos ilícitos en la plataforma".

Finalmente la Resolución del Parlamento Europeo "subraya el papel clave del periodismo de investigación a la hora de revelar los intentos de injerencia extranjera y actividades encubiertas; reitera su petición a las instituciones de la Unión y a los Estados miembros para que garanticen una financiación suficiente y sostenible destinada al periodismo de investigación", signifique lo anterior lo que signifique.

El Parlamento Europeo ha puesto este febrero de 2024 una percha para hablar de desinformación y sea bienvenida; junto con otras como la reciente ley europea de Libertad de los Medios de Comunicación; las relaciones de diversos departamentos de la UE con las plataformas digitales; o en territorio patrio los estudios patrocinados por el Departamento de Seguridad Nacional (Presidencia del Gobierno) recientemente presentados, con un riesgo no tanto de sesgo partidista como de sesgo securitario, porque es quien financia.

Estaremos atentos en cualquier caso durante este año electoral a los temas de desinformación, las campañas detectadas (el mundo digital deja huella de todo lo que ocurre, aunque se puede difuminar la procedencia) y los colaboradores necesarios en territorio nacional, agentes políticos y medios de comunicación. Existen también campañas y no pocas hispano-españolas.

No se habrá avanzado significativamente en temas de desinformación hasta que sus impulsores políticos no tengan un castigo electoral y los colaboradores mediáticos reciban el descrédito reputacional y de audiencia. Buen año entonces este 2024 para reaccionar, porque sin condena social y ciudadana la manipulación informativa se seguirá practicando.

Artículo publicado también en La Hora Digital.